Partidos de l¨ªderes
Ellos son los ¨²nicos que deciden, sin contrapeso alguno: los que pod¨ªan poner en cuesti¨®n sus decisiones han sido previamente eliminados
Quiz¨¢s ya basta de lamentarnos, empieza a ser una pesadez. Cuatro a?os, cuatro elecciones, Gobiernos d¨¦biles, Gobiernos en funciones, desgobierno, el sistema pol¨ªtico no funciona, no se abordan grandes y urgentes temas que est¨¢n por resolver. ?Qu¨¦ fracaso el de los pol¨ªticos! Ciertamente, ello es as¨ª. Pero este fracaso tiene sus causas, hay que averiguarlas, mirar al frente y rectificar.
Como siempre sucede, no hay una sola causa para explicar este mal funcionamiento del sistema pol¨ªtico, hay varias. Pero hoy los focos suelen centrarse en los partidos pol¨ªticos. Hasta ahora hemos hablado mucho de corrupci¨®n, pero quiz¨¢s deber¨ªamos fijarnos en otro aspecto: la voluntad de los partidos ha pasado a ser la voluntad de su l¨ªder. Este proceso arranca de muy atr¨¢s pero ¨²ltimamente se ha acelerado, se le ha a?adido un nuevo factor: las elecciones primarias. Parec¨ªa que iban a ser la culminaci¨®n de la democracia en los partidos. Pues no, ha resultado ser todo lo contrario, ha resultado ser el dominio indiscutible del l¨ªder sobre el partido y, lo que es peor, la eliminaci¨®n de todo debate interno por miedo a las represalias.
El procedimiento es perverso. Se celebran primarias; el aparato al servicio del l¨ªder, y designado por ¨¦l, las ama?a convenientemente para que den una imagen de elecciones limpias y libres. Pero en realidad son un mero simulacro de participaci¨®n democr¨¢tica: votan muy pocos afiliados, en su gran mayor¨ªa los que previamente han sido movilizados por el aparato y, naturalmente, triunfa el m¨¢s fiel y sumiso, el que permanecer¨¢ perpetuamente callado, el que nunca criticar¨¢ a una direcci¨®n a la cual le debe todo.
A los partidos de masas, a los partidos de electores, les han sucedido los partidos de l¨ªderes. Ellos son los ¨²nicos que deciden, sin contrapeso alguno: los que pod¨ªan poner en cuesti¨®n sus decisiones han sido previamente eliminados. Los l¨ªderes buscan sumisi¨®n y no talento. S¨¢nchez, Casado, Rivera e Iglesias, todos elegidos en primarias, se comportan como reyes absolutos.
Para que el sistema pol¨ªtico vuelva a funcionar, para regenerar la democracia, aquello que algunos promet¨ªan llevar a cabo, hay que empezar primero por reformar los partidos, acabar con los liderazgos omnipotentes, crear equipos con conocimientos y experiencia, no solo expertos en comunicaci¨®n porque son graduados en Ciencias Pol¨ªticas, que no solo pretendan ganar al contrario como sea sino convencer al mayor n¨²mero posible de ciudadanos con argumentos y razones. Todos podemos entender las cuestiones m¨¢s intrincadas si se nos explican bien. Nunca un pol¨ªtico con sentido de Estado har¨¢ publicidad de su marca, sabe que no es un comerciante, que no se dedica a vender productos, sino que es el encargado de conducir un pa¨ªs. Se echan en falta hombres de Estado.
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