La ¨²ltima mentira
Boris Johnson quiere obtener en 15 d¨ªas lo que Theresa May no consigui¨® en dos a?os
La ¨²ltima mentira de Boris Johnson, reiterada en el propio Parlamento, es que estuviera negociando con Bruselas un nuevo acuerdo para el Brexit. Hasta ayer mismo no hab¨ªa llegado a Bruselas ninguna propuesta de enmienda o de sustituci¨®n del acuerdo alcanzado con Theresa May. La negociaci¨®n que estaba en marcha era con los unionistas norirlandeses de extrema derecha del DUP (Democratic Unionist Party), que quieren permanecer ¨ªntegramente en el Reino Unido, sin ninguna frontera ni f¨ªsica ni comercial que les separe de los brit¨¢nicos, pero a la vez se ven obligados a mantener los compromisos que permitieron la paz en el Ulster en los Acuerdos de Viernes Santo de 1998.
Johnson pretende soplar y sorber a la vez, es decir, que el Ulster permanezca en la futura uni¨®n aduanera brit¨¢nica separada de la Uni¨®n Europea y que no reaparezca la desgraciada frontera f¨ªsica que separ¨® anta?o la Rep¨²blica de Irlanda de los condados brit¨¢nicos de Irlanda del Norte. Aunque asegura que no se levantar¨¢n de nuevo las malditas vallas y torretas de vigilancia ni tampoco los puestos fronterizos, asociados a la violencia, Johnson quiere construir dos fronteras invisibles para garantizar los controles aduaneros y fitosanitarios, una entre las dos Irlandas y la otra entre las dos islas. Una de sus mayores originalidades es que propone entregar al Ulster el poder para anular los acuerdos cada cuatro a?os.
A pesar de sus desmentidos, queda en entredicho la preservaci¨®n del mercado ¨²nico, por cuanto la UE dejar¨ªa de contar con una frontera exterior n¨ªtida y perfectamente controlable, sustituida por una doble frontera, como una especie de v¨¢lvula, en una Irlanda del Norte integrada en el mercado ¨²nico agroalimentario pero no en el r¨¦gimen fiscal y aduanero. Para colmo, los norirlandeses tendr¨ªan cada cuatro a?os la posibilidad de echar el cerrojo a una frontera exterior de la UE en funci¨®n de sus intereses locales. No es extra?a la satisfacci¨®n manifestada por los unionistas norirlandeses.
Boris Johnson quiere obtener en 15 d¨ªas, desde ayer hasta el 17 de octubre, lo que Theresa May no consigui¨® en dos a?os: un acuerdo entre Londres y Bruselas para la salida de la UE que sea aprobado por el Parlamento de Westminster y tambi¨¦n por los otros 27 socios. En los discursos y documentos ha evitado los empujones para que nadie pueda decir que la suya es una propuesta definitiva y sin posibilidad de respuesta, un lo tomas o lo dejas que sirva para cargar sobre los 27 la responsabilidad de un Brexit a las bravas. Pero los hechos son m¨¢s elocuentes que las palabras: el margen para la negociaci¨®n es nulo. El documento presentado ayer pudo haber sido un buen punto de partida para discutir con dos a?os por delante, como los que ha tenido la salvaguarda irlandesa que Boris Johnson considera inaceptable, pero como recurso de ¨²ltima hora es la premonici¨®n de un fracaso. Si es as¨ª, el ¨²nico camino que le quedar¨¢ a Bruselas ser¨¢ arbitrar un nuevo aplazamiento, que ser¨¢ ya el tercero, para evitar llegar al 31 de octubre sin acuerdo.
Si Theresa May contaba con los progresos de la tecnolog¨ªa para el control de mercanc¨ªas y personas sin necesidad de frontera f¨ªsica, Boris Johnson extiende su confianza a las administraciones, transportistas y empresas para que realicen en origen los controles y verificaciones documentales del tr¨¢fico intrafronterizo. Parece claro que esta es una propuesta sin vocaci¨®n de permanencia y para salir del paso, pendiente adem¨¢s de unos bienes muy escasos en la relaci¨®n entre Londres y las capitales europeas, como son la confianza y la solidaridad europeas, palabras totalmente vaciadas de sentido a estas alturas, tras la mendaz, torturada y fatigante peripecia del Brexit.
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