Tras las huellas de Nixon
Conmoci¨®n en Washington por un esc¨¢ndalo con la capacidad de convertirse en un trauma nacional. Otro 'Watergate', esta vez un 'Ucraniagate'
Durante muchos meses confiamos en que los contrapesos constitucionales refrenar¨ªan a Trump. Y que el presidente ajustar¨ªa su conducta extravagante, port¨¢ndose en la Casa Blanca como un adulto operando dentro de las reglas institucionales, observando la filosof¨ªa constitucional del imperio de la ley. Por el que nadie, ni siquiera el presidente de los Estados Unidos, est¨¢ por encima de su cumplimiento.
Nos equivocamos. Debimos haberlo advertido, Trump dio se?ales claras de que su presidencia ser¨ªa una noria enloquecida. Recordemos su afirmaci¨®n de que podr¨ªa salir a la Quinta Avenida de Nueva York y pegarle cuatro tiros a cualquiera, sin que a ¨¦l le pasara nada. Los padres fundadores de EE UU dejaron claro que creaban un Gobierno de leyes, no de personas, y para evitar el dominio de un tirano dise?aron la figura constitucional del impeachment, el juicio pol¨ªtico, pero tambi¨¦n penal, por el Legislativo, para derrocar legalmente a un presidente. Un proceso contra el abuso tir¨¢nico del poder.
Extrema cautela del sistema presidencialista de la primera superpotencia mundial en el que el jefe del Estado, votado por el pueblo, acumula un enorme poder, incluido el militar. Conmoci¨®n en Washington por un esc¨¢ndalo con la capacidad de convertirse en un trauma nacional. Otro Watergate, esta vez un Ucraniagate. Destapado por la denuncia de los intentos de utilizar el poder de la presidencia para presionar a terceros pa¨ªses a interferir en las elecciones de EE UU. El ¨²ltimo y m¨¢s sorprendente, revelado por Trump, no por un delator, a China. Act¨²a como si el principal testigo de cargo para su procesamiento fuera ¨¦l mismo.
El 45 presidente denuncia la existencia de una supuesta conspiraci¨®n del Estado profundo, que va desde la CIA al FBI, pasando por el departamento de Estado, para acabar con ¨¦l pol¨ªticamente. Afirma que lo que se est¨¢ viviendo es un enga?o colosal, una caza de brujas. Propone tratar como esp¨ªa, y aplicarle las viejas reglas de la guerra fr¨ªa, al sopl¨®n garganta profunda que denunci¨® la conversaci¨®n de Trump pidiendo ayuda al presidente de Ucrania y presion¨¢ndole para da?ar a Biden.
Su reacci¨®n al salto a la piscina de los dem¨®cratas con el inicio de un impeachment, al que van con grandes dudas, es desesperada. Hay mucho en juego: que no triunfe porque el Senado, controlado por los republicanos, no sentenciar¨ªa la presidencia de Trump; que las heridas del Ucraniagate le hagan desistir de presentarse a la reelecci¨®n. O su derrota en las urnas el 3 de noviembre de 2020. Acabar con Trump mediante un atajo, una provocaci¨®n a la que el propio presidente les ha atra¨ªdo, puede volverse contra los dem¨®cratas como un bumer¨¢n Reforzar a Trump y darle cuatro a?os m¨¢s en la Casa Blanca.
Hace bastantes a?os, en su despacho del Washington Post, Ben Bradlee, el director del diario durante el Watergate, a quien hab¨ªa inquirido sobre qu¨¦ dir¨ªa la historia del presidente tramposo, me respondi¨®: "Richard Nixon, el ¨²nico presidente de EE UU que se vio obligado a dimitir deshonrado. As¨ª es como le recordar¨¢ la historia."
?C¨®mo ser¨¢ recordado Donald Trump?
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