Payasa

Mientras Quentin Tarantino rodaba entretenimientos deslumbrantes en los que corrige la historia pop ¡ªantes hab¨ªa corregido la historia a lo bestia en Malditos bastardos¡ª recre¨¢ndose en la ambientaci¨®n, la cara b de la cultura, un d¨²o de actores magn¨¦ticos y el poder vengador de la violencia sobre los asesinos y asesinas de Sharon Tate, Todd Phillips estaba haciendo Joker. Las dos pel¨ªculas comparten una apelaci¨®n a los g¨¦neros populares: spaghetti western, series de televisi¨®n, c¨®mic, mon¨®logos humor¨ªsticos... Los dos filmes reflexionan sobre el sentido de la violencia en narraciones, basadas en cierto estado de lo real, y en realidades que construimos a trav¨¦s de esas narraciones. Disfrut¨¦ mucho con ?rase una vez en... Hollywood, pero en el di¨¢logo que establece con Joker la segunda resulta imbatible. Donde Tarantino utiliza levedad ¡ª¡°es broma¡±¡ª y reconfortantes hip¨®tesis fant¨¢sticas que dulcifican la historia estableciendo una complicidad cat¨¢rtica con un p¨²blico que aplaude el brutal desenlace, Phillips recurre a un tono oper¨ªstico desde el que no puede esconder la mano tras tirar la piedra. Su p¨²blico somos personas que, como advierte Joker, ¡°no vamos a coger el chiste¡±. De qu¨¦ mierda nos re¨ªmos. Qu¨¦ nos hace re¨ªr. Cuando representamos la violencia sin cinismo o iron¨ªa llega el esc¨¢ndalo: parece que de la violencia siempre hay que hablar en broma. En el filme de Tarantino, violencia y venganza sirven para perpetuar simp¨¢ticamente el statu quo; en Joker, para crear el caos. Tarantino me ha hecho pasar ratos inmejorables. Quiz¨¢ sus pretensiones no van m¨¢s all¨¢ de ese loable prop¨®sito; sin embargo, al final siento que me ha dejado suspendida en mitad de la pirueta y que, por detr¨¢s de la carcasa intrascendente, hay un discurso que aparenta no serlo y con el que no me identifico. Marca de la posmodernidad. Ser sin parecer que se es. En pol¨ªtica, esta estrategia de prestidigitaci¨®n ideol¨®gica es constante.

Mi excelente valoraci¨®n de Joker se basa en su ritmo, fotograf¨ªa, atm¨®sfera, movimiento de la c¨¢mara: el lenguaje cinematogr¨¢fico. El escu¨¢lido cuerpo del magn¨ªfico Joaquin Phoenix se expresa coreogr¨¢ficamente con las arrugas del rostro, el grumo de su llanto-carcajada, la gestualidad de un impecable bailar¨ªn. Todd Phillips, director y guionista, y Scott Silver, guionista, construyen la trama de formaci¨®n de un villano que nos inspira una charlotesca piedad en un escenario, estilizado y a la vez reconocible, que dota de sentido a la violencia: indignados y enloquecidos personajes, convertidos en iconos, encabezan, sin conciencia de grupo, revueltas contra la precariedad y el desencanto pol¨ªtico; revueltas arraigadas en el odio por los privilegios ajenos, el clasismo, el insultante eslogan de que quien no se enriquece es anormal ¡ªfracasados, fracasadas¡ª, los trabajos lastimosos, el recorte de las ayudas asistenciales, la agresividad, el miedo oculto bajo el espurio velo de pureza de una positividad permanente y un sentido del humor ¡°blanco¡± que, en el supuesto af¨¢n por distraer, dibujan sobre esa realidad, chorreante de grasa y sangre, una m¨¢scara m¨¢s aterradora que la de Arthur Fleck, renacido en su capacidad de matar en horario de m¨¢xima audiencia, bajo el sobrenombre de Joker. Luego llegar¨¢ el fascista de Batman para instaurar el orden en la ciudad de Gotham.