La inyecci¨®n de Freud
Despistado por el atajo de la ilusi¨®n, Freud consider¨® los beneficios de la coca¨ªna
Algo hubo de arrepentimiento en Sigmund Freud cuando le toc¨® escribir sobre su ¡°episodio de la coca¨ªna¡±. Nos lo revela a la vez que interpreta su sue?o m¨¢s famoso, el conocido como ¡°La inyecci¨®n de Irma¡±.
En el citado sue?o, Freud nos va contando la sensaci¨®n que tuvo cuando, frente a la luz de un ventanal, fue a reconocer la garganta de una paciente, una tal Irma. En ese preciso instante, Freud se encar¨® con su propia dolencia, una inflamaci¨®n de las v¨ªas nasales. En el caso de Irma, la infecci¨®n mostraba ¡°extra?as formaciones rugosas, que manifiestamente, est¨¢n modeladas como los cornetes nasales¡±. Este detalle de su propio sue?o lo va a interpretar Freud como una alusi¨®n directa a su propia salud.
Por entonces, Freud sufr¨ªa de una infecci¨®n en la nariz que se trataba con coca¨ªna y otra paciente, por seguir su mismo tratamiento, hab¨ªa sufrido una necrosis de la mucosa nasal. ¡°La recomendaci¨®n de la coca¨ªna que yo hab¨ªa hecho en 1885 me atrajo tambi¨¦n muy serios reproches. Un caro amigo ya muerto, apresur¨® su fin por el abuso de este recurso¡±.
La recomendaci¨®n a la que hace referencia Freud, se puede encontrar en sus ¡°Escritos sobre la coca¨ªna¡±; un elogio a los beneficios de esta droga en forma de art¨ªculos. Por otro lado, el ¡°caro amigo¡± al que hace alusi¨®n Freud en la interpretaci¨®n de su sue?o, es Ernst von Fleischl-Marxow, el fisi¨®logo que perdi¨® varios dedos en el curso de un experimento. Tras el accidente, los dolores en los miembros fantasmas se har¨ªan insoportables. De esta manera tan desgraciada, Ernst von Fleischl-Marxow se convirti¨® en un adicto a la morfina.
Freud se implic¨® al m¨¢ximo en el caso de su amigo, tratando su adicci¨®n a la morfina con coca¨ªna. Freud estaba convencido de que su terapia no era tan simple como la de sustituir una droga por otra, sino que el uso de la coca¨ªna en el paciente s¨®lo era provisional y que no durar¨ªa m¨¢s que el tiempo del tratamiento. Pero Freud estuvo desacertado. Tras un a?o de prescripci¨®n, no s¨®lo Fleischl-Marxow se hizo cocain¨®mano, sino que recay¨® en la adicci¨®n a la morfina. No pudo superarlo y Fleischl muri¨® en 1891. A los 44 a?os.
Seg¨²n lo escrito por Freud en 1885, con el uso de la coca¨ªna no s¨®lo se mitigaba el cansancio y la depresi¨®n. La coca¨ªna tambi¨¦n acababa con el s¨ªndrome de abstinencia a la morfina. ¡°Deber¨ªa recomendar, sin vacilar, que se administrara la coca¨ªna mediante una inyecci¨®n subcut¨¢nea¡±. Aquel consejo le costar¨ªa a Freud cierto descr¨¦dito, un incidente bautizado como ¡°episodio de la coca¨ªna¡±.
Con todo, bien puede afirmarse que Freud, en su relaci¨®n con la citada droga, tante¨® un camino que otros concluyeron. Despistado por el atajo de la ilusi¨®n, Freud se dej¨® llevar al otro lado. No experiment¨® con la coca¨ªna de la misma manera que lo hizo su colega, el oftalm¨®logo Carl Koller, cuyas investigaciones con la droga dieron lugar al uso deanest¨¦sicos locales en la oftalmolog¨ªa.Con ello, Koller simplific¨® una labor compleja como lo es la falta de estatismo del ojo a la hora de ser operado.
Carl Koller falleci¨® en 1944, a la edad de 86 a?os. Pasar¨¢ a la historia de la medicina como el descubridor de la anestesia local con coca¨ªna. Freud, que se qued¨® al borde del camino, tomar¨ªa el sendero cubierto por el polvo de los sue?os para despu¨¦s interpretarlo. Algo as¨ª.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
Puedes seguir a Materia en Facebook, Twitter, Instagram o suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter
La catarsis purificadora
Los detractores de Freud lo acusan de ser un charlat¨¢n; un hombre con cierta habilidad para la f¨¢bula que diagnosticaba enfermedades de la misma manera que una pitonisa interpreta sue?os.
Con todo, la terapia psicoanal¨ªtica que manej¨® Freud no era algo nuevo. La catarsis que libera pesadumbres ps¨ªquicas viene de lejos, de cuando la simiente de nuestra civilizaci¨®n se plantaba junto a olivos m¨¢gicos y la filosof¨ªa se serv¨ªa picada con la sal mediterr¨¢nea.
En los tiempos de Arist¨®teles, la purificaci¨®n emocional se consegu¨ªa con escenas. Era cuando los personajes de la tragedia reflejaban sus cuestiones m¨¢s vulgares. De esta manera, se hac¨ªa ver al espectador lo rid¨ªculas que se muestran ciertas conductas comunes a todos los humanos. "La tragedia es imitaci¨®n de una acci¨®n esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies en las distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante temor y compasi¨®n lleva a cabo la purgaci¨®n de tales afecciones", escribi¨® el estagirita en su Po¨¦tica, dejando la puerta entornada a la psicoterapia de siglos futuros.
Gracias a su m¨¦todo cat¨¢rtico, Freud consigui¨® curar muchos males de nuestra civilizaci¨®n actual. Para ello se sirvi¨® de la misma psicolog¨ªa que utilizan los poetas. Llevado por un hilo invisible que atraviesa lo rec¨®ndito de nuestro inconsciente, lo que hizo Freud fue alcanzar los procedimientos m¨¢s antiguos, de cuando la ciencia a¨²n no se hab¨ªa blindado ante el oscurantismo religioso y, con ello, tampoco se hab¨ªa blindado ante los patrones m¨¢gicos que nos liberan de emociones negativas.
Freud recogi¨® las virtudes terap¨¦uticas que Arist¨®teles atribuy¨® a la tragedia y nos las trajo hasta el presente para ponerlas al d¨ªa. De esta manera, la terapia de Freud hunde sus ra¨ªces en la Antigua Grecia para atravesar los tiempos y llegar al Homo economicus de la actualidad, sujeto racional y calculador as¨ª como ego¨ªsta en sus acciones; un enfermo potencial que siempre necesitar¨¢ purgar conflictos subyacentes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.