Un diagn¨®stico m¨ªnimo

A d¨ªa de hoy, casi todos tenemos una opini¨®n sobre qui¨¦n es m¨¢s o menos responsable de la situaci¨®n catalana. Pero estamos en un punto en el que resulta bastante est¨¦ril seguir discutiendo sobre c¨®mo hemos llegado aqu¨ª. Muchos defienden que solo teniendo un relato com¨²n de lo sucedido podremos construir algo s¨®lido, pero me temo que refugiarnos en nuestras narrativas, que se han vuelto profundamente autorreferenciales, no sirve de mucho. Lo que s¨ª creo que necesitamos es una lectura compartida de la situaci¨®n, por m¨ªnima que sea, que nos sirva para guiar acciones y expectativas de unos y otros. Este es mi intento, en tres puntos.

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EDITORIAL | Sin ambig¨¹edades

Encuadres para la historia

Uno: buscar la independencia con el apoyo de la mitad de la poblaci¨®n de un territorio, fuera del marco legal, y con la negativa de la mayor¨ªa del territorio del cual una parte aspira a separarse es inviable. Dos: encuesta tras encuesta, y elecci¨®n tras elecci¨®n, una mayor¨ªa de ciudadanos catalanes revelan que valoran la existencia de autogobierno en Catalu?a y desean una mejor protecci¨®n del mismo. Y tres: las sociedades catalana y espa?ola son plurales en t¨¦rminos de identidades nacionales, y un sistema pol¨ªtico liberal-democr¨¢tico no deber¨ªa aspirar a alterar esa diversidad, sino a hacerla compatible con la participaci¨®n democr¨¢tica de todos los ciudadanos en el proceso pol¨ªtico. Esto es algo m¨¢s complicado de lograr en sociedades plurales, porque las voluntades ¡°democr¨¢ticas¡± de las mayor¨ªas no pueden someter sistem¨¢ticamente a las de las minor¨ªas, pero existen arreglos institucionales dise?ados para situaciones como esta.

No deber¨ªa ser dif¨ªcil compartir este diagn¨®stico m¨ªnimo (aunque incompleto). El principal escollo para que las conclusiones que se derivan de ¨¦l tambi¨¦n sean compartidas es, creo, c¨®mo traducirlas en compromisos cre¨ªbles por todas las partes: los soberanistas catalanes (y, con ellos, una parte de los no independentistas) buscan garant¨ªas de que la renuncia al ¡°derecho a decidir¡± no ser¨¢ usada para debilitar el autogobierno de Catalu?a. Por su parte, el Gobierno y las instituciones centrales buscan garant¨ªas de que cualquier debate sobre c¨®mo proteger la autonom¨ªa catalana en el contexto espa?ol no ser¨¢ usado estrat¨¦gicamente por los soberanistas para reforzar su agenda independentista.

Sortear estos obst¨¢culos no es f¨¢cil, y por eso estamos donde estamos. Pero el coste de resignarnos a no hacerlo es alto. Para Catalu?a, pero tambi¨¦n para el conjunto de Espa?a.