Un d¨ªa en los despachos de los candidatos: misi¨®n (casi) imposible
Ard¨ªa Barcelona, Franco se mudaba y arrancaba la precampa?a. Pero Pedro S¨¢nchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias e ??igo Errej¨®n encontraron un hueco en su agenda. Abascal, no. As¨ª se hizo el reportaje en esta loca semana en la que Juan Jos¨¦ Mill¨¢s e Isabel Mu?oz pusieron a los candidatos a la presidencia ante el espejo.
PODCAST | CINCO CANDIDATOS Y UN ESPEJO FEROZ
El objetivo de la fot¨®grafa Isabel Mu?oz y la pluma del escritor Juan Jos¨¦ Mill¨¢s retratan a S¨¢nchez, Casado, Rivera, Iglesias y Errej¨®n a pocos d¨ªas de la cita con las urnas del 10-N.
EN UN MOMENTO fugaz de esta semana de pasi¨®n vivida a la sombra de los candidatos a la presidencia del Gobierno, durante la sesi¨®n de posado, la fot¨®grafa Isabel Mu?oz le dijo a un ??igo Errej¨®n visiblemente cansado: ¡°Se me olvida que sois humanos¡±. El candidato de M¨¢s Pa¨ªs le contest¨®: ¡°A m¨ª tambi¨¦n¡±.
Probablemente es imprescindible tener ese toque ¡ªel inhumano¡ª para poder ejercer de cabeza de lista en una semana en la que, como aquella en que se gest¨® este bestiario pol¨ªtico-iconogr¨¢fico, ard¨ªa Catalu?a, ard¨ªa la precampa?a electoral y ard¨ªa la cuesti¨®n de la mudanza de Franco desde su tumba de Cuelgamuros. De hecho el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, pos¨® para El Pa¨ªs Semanal in extremis para el cierre del reportaje, pocos minutos antes de que los restos del viejo dictador fueran exhumados en la bas¨ªlica del Valle de los Ca¨ªdos.
¡ªGracias por su tiempo en un d¨ªa as¨ª, se?or presidente. Una semana dif¨ªcil, ?no?
¡ªNo, qu¨¦ va. Es lo que hay, es lo que toca. Todo bien.
Pedro S¨¢nchez entr¨® en el Sal¨®n Barcel¨® (antiguo Sal¨®n de Tapices) de La Moncloa, salud¨®, agarr¨® el espejo, se mir¨® en ¨¦l, pos¨® algo envarado al principio y m¨¢s suelto despu¨¦s, dio las gracias y se perdi¨® por los salones de palacio. Ten¨ªa que seguir el proceso de exhumaci¨®n de Franco y por la tarde ten¨ªa un acto en Guadalajara (la v¨ªspera hab¨ªa recorrido Segovia, Salamanca y Zamora).
La ma?ana que Franco era exhumado, Pedro S¨¢nchez posaba para El Pa¨ªs Semanal en el palacio de la Moncloa
En resumen: el reportaje m¨¢s inoportuno en la semana de la tormenta perfecta. Misi¨®n imposible, o casi. Agendas rotas y recompuestas sobre la marcha, declaraciones e invectivas, ataques y contraataques, escasas horas de sue?o y rostros descompuestos por el cansancio y solo superficialmente salvados por los polvos m¨¢gicos del maquillaje. Y vienen los periodistas que si las fotitos y que si tal y que si cual.
?Y los directores de gabinete? ?Y los jefes de prensa? Almas en trance, carne de ansiedad. ?Una sesi¨®n de fotos? ?En medio de este jari? Todos parec¨ªan decir que no, aunque parec¨ªa claro que a todos les ped¨ªa el cuerpo decir que s¨ª. Tras un intercambio de m¨¢s de 300 mensajes de WhatsApp y ni se sabe ya cu¨¢ntos telefonazos mutuos, fueron llegando los s¨ªes de todos.
De todos menos de alguno. De uno. A Santiago Abascal no le gusta El Pa¨ªs Semanal. A nosotros s¨ª nos habr¨ªa gustado que Santiago Abascal estuviera aqu¨ª. Por dos razones: periodismo y normalidad democr¨¢tica. Pero el l¨ªder de Vox que ahora tiene a bien pasearse por los tiovivos televisivos ¡ªaunque sean progres y huelan a p¨¢nico por las ma?anas, que dir¨ªa Iv¨¢n Espinosa de los Monteros¡ª no quiso venir. Mejor dicho, no quiso que fu¨¦ramos. Normal. De ah¨ª el espejo colgante, mustio y solitario en el lugar de Santiago Abascal. Todo muy normal.
El making of de este camarote de los hermanos Marx ambulante arranc¨® un mi¨¦rcoles por la tarde en la sede del Partido Popular en G¨¦nova. Pablo Casado, que en ese momento ten¨ªa que estar volviendo de un viaje a Ja¨¦n, estaba en realidad volviendo de La Moncloa tras reunirse con el presidente del Gobierno. Hab¨ªan hablado del tema: la metamorfosis del Eixample barcelon¨¦s en nuevo parque tem¨¢tico de la kale borroka. Pablo Casado, de traje azul noche, camisa blanca y corbata azul, se plant¨® tieso como un poste y tom¨® entre sus manos el espejo que sirve de com¨²n denominador a esta galer¨ªa. Amable y educado hasta la extenuaci¨®n, ofreci¨® quitarse la chaqueta, ofreci¨® quitarse la corbata y hasta ofreci¨® quitarse la camiseta interior ¡°porque igual se transparenta¡±. Glups. Eso s¨ª hubiera sido una foto.
En el despacho del presidente del PP en la s¨¦ptima planta de G¨¦nova hay papelotes, carpetas y dosieres, s¨ª, pero tambi¨¦n las huellas coloreadas de las manos de sus hijos, Paloma y Pablo (¡°?Felicidades, papi, a por 38 m¨¢s!¡±); una foto familiar de ¨¦l, los ni?os y su esposa, Isabel Torres, y una peque?a biblioteca personal por la que asoma Moby Dick. Y un bander¨®n de Espa?a. El espacio viene a ser lo que podr¨ªamos llamar una frialdad c¨®smica interrumpida por cierto barniz sentimental.
Entrar en el Congreso de los Dipu?tados, donde nos hab¨ªa citado Pablo Iglesias, revisti¨® caracteres kafkianos por un problema burocr¨¢tico de acreditaciones. Nos esperaban a nosotros, pero parec¨ªa que esperaban a Godot. Los bedeles nos miraban como si fu¨¦ramos El Lute. Resuelto el entuerto, se dej¨® o¨ªr en el despacho del Grupo Parlamentario Confederal de Unidas Podemos-En Com¨² Podem-Galicia en Com¨²n Pablo Iglesias Turri¨®n Presidente (ufff, ufff, interminable cartela) la voz del l¨ªder. ¡°?Desde luego, hab¨¦is venido en un momento en el que no falta la diversi¨®n!¡±. La fot¨®grafa y el pol¨ªtico:
¡ªPablo, te voy a dar un espejo para que lo sostengas con tu mano.
¡ªT¨² mandas.
¡ªAhora s¨²belo un poco.
¡ªLo que t¨² digas.
¡ª?Te importa girarte un poco?
¡ªTe he dicho que lo que t¨² digas.
Pablo Iglesias est¨¢ serio, est¨¢ envarado dentro de sus vaqueros desgastados, de su cazadora gris y de sus zapatos negros. Solo se le cambiar¨¢ el rictus grave cuando, charlando con una conocida periodista que le espera para una entrevista, saca el m¨®vil y le ense?a im¨¢genes de sus hijos Leo y Manuel¡
En su despacho manda una fotograf¨ªa gigante de las asambleas de indignados del 15-M. Preguntado sobre d¨®nde suele sentarse cuando necesita pensar en soledad sobre algo importante, contestar¨¢: ¡°Me siento aqu¨ª y miro hacia all¨ª¡±. El ¡°aqu¨ª¡± es la repisa que se ve en la fotograf¨ªa del reportaje, llena de libros, y el ¡°all¨ª¡± es la torre del Ayuntamiento de Madrid que la izquierda perdi¨® a manos de la derecha.
A las 14.30 de aquel lunes, la sede de M¨¢s Pa¨ªs, a tiro de piedra de la madrile?a Puerta de Toledo, parec¨ªa m¨¢s uno de esos locales donde se juntan los amigos veintea?eros a jugar a las cartas y a la Play que un potencial centro de poder, o de aspiraci¨®n al poder. ??igo Errej¨®n, incre¨ªblemente m¨¢s alto de lo que de ¨¦l dicen las im¨¢genes habituales y con su proverbial cara de alumno de la ESO, viene y va m¨®vil en ristre. Tanto que cuando Isabel Mu?oz le pregunta: ¡°?Ad¨®nde miras cuando te sientas en el despacho?¡±, contesta: ¡°Al m¨®vil, por desgracia¡±. El ¡°despacho¡± es una caja de cristal con una mesa de pl¨¢stico y cuatro sillas.
Errej¨®n viaja nervioso a bordo de una camisa azul cobalto, unos jeans, unas zapatillas de cuero. Es cordial y tiene esa pinta inconfundible de creerse todo aquello que sale de su boca. Y sale mucho. ¡°Estoy seguro de que el d¨ªa 10 vamos a tener una mayor¨ªa progresista¡±. ¡°Es una putada que todo lo que est¨¢ ocurriendo en Catalu?a vaya a influir en estas elecciones¡±, etc¨¦tera, etc¨¦tera.
Son las 16.30 y estamos en la sede de Ciudadanos en la calle de Alcal¨¢ de Madrid. Nuestra segunda visita del d¨ªa a la gran casa naranja. La cita con Albert Rivera era a las once de la ma?ana, y cuando estaba todo preparado para la sesi¨®n fotogr¨¢fica, ?zas!, reaparece la tormenta perfecta. ¡°No s¨¦ qu¨¦ deciros¡±, se excusa Daniel Bardav¨ªo, su jefe de prensa. Rivera ha salido disparado hacia Toledo para participar en una concentraci¨®n ante una comisar¨ªa por los sucesos de Catalu?a. De vuelta, por la tarde, el candidato est¨¢ literalmente molido. ¡°Es que no es hoy, es que son 10 d¨ªas sin descansar¡±, se excusa. ¡°?Venga!, ?qu¨¦ quer¨¦is?, ?sonrisa?, ?serio?, ?qu¨¦ plano?, ?qu¨¦ se va a ver de m¨ª en el espejo?¡±. Un profesional de la imagen, o al menos de los juegos de espejos, el l¨ªder de Ciudadanos.
Porque eso es lo que se intent¨® con este bestiario fotogr¨¢fico-literario: un juego de espejos. Un vistazo urgente a la pol¨ªtica entre lo c¨®ncavo y lo convexo.
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