?Y si Colombia es as¨ª? (Ciudad Bol¨ªvar, Bogot¨¢)
El domingo que acaba de pasar sent¨ª la emoci¨®n que me hab¨ªa estado tragando una y otra vez
Desde que tengo memoria vivo a muerte los d¨ªas de elecciones. Cuando era un ni?o de cinco, seis, siete a?os, que en los puestos de votaci¨®n lo dejaban a uno meter el dedo ¨ªndice en aquel frasco de tinta roja e indeleble, me fascinaba ser testigo de c¨®mo los seguidores de los candidatos azules y rojos coreaban sus nombres, entregaban sus papeletas y lanzaban manotadas de harinas como si votar fuera otro rito que se llevara a cabo en un confesionario, pero afuera sucediera un carnaval. Estoy cumpliendo veinticinco a?os de votar por pol¨ªticos progresistas en tiempos reaccionarios, veinticinco a?os de votar por lo que me suene un poco m¨¢s cuerdo, y ya deber¨ªa estar acostumbrado a los reveses y a pensarme las campa?as como partidos de f¨²tbol perdidos por poco, pero nunca he dejado de sufrir los resultados en el borde de la silla.
Digo todo esto porque el domingo que acaba de pasar, domingo 27 de octubre de este 2019 de ciencia ficci¨®n, sent¨ª la emoci¨®n que me hab¨ªa estado tragando una y otra vez ¨Ccon cada encogimiento de hombros ante la derrota¨C cuando a las seis de la tarde ya fue claro no s¨®lo que la valiente Claudia L¨®pez hab¨ªa ganado la alcald¨ªa de Bogot¨¢ con la votaci¨®n m¨¢s alta de la historia, y que los candidatos empe?ados en salirse de los pulsos in¨²tiles, ella y Carlos Gal¨¢n, se hab¨ªan quedado con el 67 por ciento de los votos bogotanos, sino que no les hab¨ªa ido nada bien a los caudillos belicosos que suelen esconderse detr¨¢s de las masas para evadir sus responsabilidades. Tienden a reclamar, estos l¨ªderes con vocaci¨®n a armar cultos de una sola mente, que se asuma la voz del pueblo como si estuviera por encima de las instituciones: a ver si lo hacen esta vez.
A ver si leen estas elecciones aplastantes, que en tantos sitios del pa¨ªs les dieron la victoria a las opciones que se niegan a librar las batallas sangrientas y tramposas del siglo pasado, en la misma clave de las protestas en Chile.
Qu¨¦ bueno y qu¨¦ raro fue ver a L¨®pez, en su primer discurso como alcaldesa, reconocerse como la ni?a que creci¨® en las calles dif¨ªciles de Ciudad Bol¨ªvar, como la joven que estudi¨® su carrera gracias a los pr¨¦stamos leoninos del Estado, como la investigadora y la senadora y la lideresa diversa que denunci¨® hasta el agotamiento esta man¨ªa de refundar el pa¨ªs a sangre y fuego, como la primera mujer que llega al segundo cargo m¨¢s importante de Colombia: qu¨¦ raro y qu¨¦ bueno tener esa oportunidad ¨Cpens¨¦ el domingo¨C de demostrar que s¨ª es posible gobernar sin darles juego a los caciques corruptos, sin despreciar los dramas ni perder el tiempo de los electores de todos los sectores, sin renegar de los avances evidentes, sin caer en la bogotan¨ªsima tentaci¨®n de deshonrar siglos de historia y comenzar de ceros.
?Y si el asunto les est¨¢ saliendo mal a los expertos en exacerbar los viejos odios? ?Y si esta es en verdad una nueva ¨¦poca? ?Y si Bogot¨¢ es as¨ª? ?Y si Colombia es as¨ª? ?Y si por fin les ha llegado el momento de gobernar a esos ciudadanos de mi generaci¨®n que, como L¨®pez, marcharon hasta que consiguieron una Constituci¨®n para un pa¨ªs pluralista, arriesgaron la vida en la denuncia de las pr¨¢cticas salvajes de ese r¨¦gimen que era la suma de los astutos herederos del bipartidismo, m¨¢s los terratenientes implacables escudados por ej¨¦rcitos suyos, m¨¢s los pocos due?os de las cosas de todos, m¨¢s los corruptos enquistados en el Estado, y se lanzaron a hacer pol¨ªtica para representar a estas generaciones de individuos que ya no son azules ni rojos ni paracos ni guerrilleros ni c¨ªnicos? ?Y si la esperanza no ha sido un tic sino un acierto?
¡°Qui¨¦n quita¡±, sol¨ªa decirse en la Bogot¨¢ de antes, qui¨¦n quita que dejemos de regodearnos en las viejas derrotas.
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