Cultura democr¨¢tica
Urge regular los debates televisivos m¨¢s all¨¢ de las estrategias partidistas
Cada vez que los espa?oles son llamados a las urnas se intensifica la controversia sobre los debates electorales. Las citas televisadas entre los principales candidatos son ¨²tiles para que los ciudadanos elijan su papeleta con suficientes elementos de juicio, habiendo tenido la oportunidad de configurar una opini¨®n tras conocer las propuestas de las distintas formaciones. Ver a los aspirantes con m¨¢s opciones a la presidencia del Gobierno en un medio neutral, como es un plat¨®, ofrece al elector una visi¨®n complementaria al perfil que los l¨ªderes acostumbran a mostrar en los cl¨¢sicos m¨ªtines, rodeados de militantes y simpatizantes convencidos. Enfrentar a los oponentes ante las c¨¢maras de televisi¨®n deber¨ªa ser un elemento central de la cultura democr¨¢tica. Los ciudadanos, especialmente aquellos que se encuentran indecisos, necesitan conocer los proyectos para formarse un criterio antes de depositar su voto. Para decidir a qui¨¦n otorgan su confianza tienen derecho a escuchar de manera sosegada, y no en entornos propicios para las descalificaciones, a quienes est¨¢n llamados a ser sus representantes en las instituciones.
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A diferencia de otros pa¨ªses, en Espa?a los debates electorales carecen de una regulaci¨®n espec¨ªfica. Est¨¢n al albur de la voluntad de los pol¨ªticos, que aceptan o rechazan participar en ellos en funci¨®n de las estrategias marcadas por los equipos de campa?a. Ante las legislativas del pasado 28 de abril se programaron dos encuentros con los cabezas de lista de PSOE, PP, Ciudadanos y Unidas Podemos y por mera conveniencia de los candidatos se emitieron en d¨ªas consecutivos. En las elecciones del 10 de noviembre, el presidente en funciones y candidato socialista, Pedro S¨¢nchez, ha decidido que solo asistir¨¢ a un debate. La cita ser¨¢ el pr¨®ximo lunes y se ver¨¢ de nuevo las caras con Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. El quinto invitado es el l¨ªder de Vox, Santiago Abascal, excluido en abril por la Junta Electoral al no tener la formaci¨®n ultra representaci¨®n en el Congreso de los Diputados.
Para que un debate televisivo sea verdaderamente provechoso es preciso que los candidatos tengan ocasi¨®n de confrontar ideas y defender argumentos. Los encuentros encorsetados, sin poder realizar preguntas o repreguntas, son propios de otros tiempos. El p¨²blico exige formatos en los que los periodistas no sean ¨¢rbitros silenciosos ni asistan al choque como un espectador m¨¢s. Ninguna cadena debe claudicar, de ning¨²n modo, ante acuerdos o pactos que vayan en contra de la libertad de informaci¨®n.
En la sociedad digital, los pol¨ªticos tienden a concentrar ideas o lanzar propuestas en un tuit, un formato que por su brevedad impide expresar matices o desarrollar argumentos. Los debates permiten superar estas barreras. Celebrarlos en los medios de titularidad p¨²blica debe ser, adem¨¢s, una garant¨ªa de pluralismo y neutralidad. Si los partidos creen en las virtudes que deben acompa?ar a las corporaciones estatales tienen ocasi¨®n de demostrarlo impulsando normas para que RTVE sea anfitriona inexcusable en las citas electorales. Se pondr¨ªa as¨ª fin a las pol¨¦micas que de forma recurrente acompa?an a cada elecci¨®n.
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