La doble faz de Anna Wintour, la todopoderosa reina de la moda
La directora de la edici¨®n estadounidense de 'Vogue' celebra su 70? cumplea?os como una figura controvertida, criticada por su fr¨ªo elitismo y alabada por aplicar su talento a la filantrop¨ªa
Apenas levantaba un palmo del suelo y ya sab¨ªa por d¨®nde iban los tiros. Cuando, a principios de los sesenta, la peque?a Anna Wintour acud¨ªa a la escuela North London Collegiate, un elitista centro femenino londinense que hoy tiene sedes en Corea y Dub¨¢i, la moda ocupaba un lugar importante en su cabeza. O quiz¨¢ la rebeld¨ªa. Porque entonces ya se levantaba los dobladillos e incluso se cortaba los bajos de la falda del uniforme escolar para as¨ª dejarlos al estilo imperante del swinging London del momento.
No es que de las trastadas de adolescencia al trono de Vogue se pase inmediatamente. Pero la an¨¦cdota da una idea de que la hija de Charles Wintour, editor del Evening Standard, adorado por la ni?a y llamado Chilly (Helado) Charlie apuntaba maneras. Este domingo esa londinense, con m¨¢s de tres d¨¦cadas de carrera en Estados Unidos gracias a la direcci¨®n de la revista m¨¢s famosa del mundo, que ostenta desde 1988, cumple 70 a?os. Y sigue teniendo las ideas tan claras como entonces.
Un aniversario redondo, pero que no implica poner un pie en la jubilaci¨®n. Esa ni est¨¢ ni se la espera. Hoy Wintour parece inamovible en Vogue y en el grupo al que pertenece, Cond¨¦ Nast, que hace seis a?os la convert¨ªa en directora art¨ªstica de toda la editorial?y hace uno la reafirmaba indefinidamente en el cargo. Sin embargo, no siempre fue as¨ª. Sus arranques en la revista fueron tan ambiciosos que le costaron nada menos que salir de ella.
Pero aquello fue hace m¨¢s de treinta a?os. Cuando se convirti¨® en una incipiente y brillante figura del periodismo brit¨¢nico gracias a sus buenos contactos personales y escolares, que la ayudaban a descubrir modelos y lograr los mejores fot¨®grafos. Con Londres qued¨¢ndosele peque?o y viendo sus amplias posibilidades ¡ªy tambi¨¦n que el pasaporte de su madre, estadounidense, era una garant¨ªa para dar el salto¡ª se mud¨® a Nueva York. Su primer destino fue nada menos que la decana?Harper's Bazaar, en 1975, que le dio una lecci¨®n de realidad: fue despedida en menos de un a?o. Tras pasar por varias publicaciones, lleg¨® a Vogue en 1983, pero sus diferencias con la entonces directora y los cambios que ella pretend¨ªa imponer la mandaron de vuelta a Londres, donde supo volver a brillar: dirigir la edici¨®n brit¨¢nica de la llamada La biblia de la moda fue, esta vez, el pasaporte definitivo para regresar a EE UU y, esta vez s¨ª, comandar su versi¨®n americana.
Desde 1988, cuando lleg¨® a Vogue?para no salir m¨¢s, no solo ha colocado la revista en el lugar en el que est¨¢ gracias a ser una visionaria de las tendencias. Tambi¨¦n ha sabido colocarse a s¨ª misma en el trono. Porque, ?acaso alguien es capaz de nombrar a un pu?ado de directores de revistas, sean del tipo de publicaci¨®n y del lugar del mundo que sean? Ella, en cambio, tuvo ojo hasta para convertir a la directora en un elemento estrella y en otra pata de la misma. "Tanto si est¨¢s de acuerdo como si no con sus decisiones, no hay duda de que ha moldeado la moda, se ha anticipado a lo que ven¨ªa y lo ha sabido adaptar, ya sean las influencers o la mezcla de alta costura y moda de la calle. En este tiempo ha amasado m¨¢s poder en el mundo de la moda que cualquier otro. No creo que nadie pueda recrear su camino, o que deba. Pero ha sido algo digno de ver", explicaba hace unos d¨ªas Vanessa Friedman, directora de moda del diario The New York Times,?al Daily Mail sobre las altas capacidades de Wintour.?
La reina de la moda ha aprendido de imagen p¨²blica, mucho y bien, gracias a sus mejores compatriotas en el asunto: los Windsor.?Hoy Wintour proyecta una mezcla entre la sobriedad y el elitismo, por un lado, y la profesionalidad y una oculta calidez, por otro. Casi nada queda claro en su perfil, siempre herm¨¦tico. Pero ella misma ha ayudado a difundir ciertas leyendas sobre ella y no le hace ascos a las imitaciones, las parodias e incluso las cr¨ªticas, como el supuesto y dur¨ªsimo retrato que se hizo de ella en El diablo viste de Prada. Su supuesto alter ego, Miranda Priestly, se presentaba como caprichosa, elitista, exigente e intolerante en lo que se convirti¨® en un popular¨ªsimo libro y, despu¨¦s, pel¨ªcula. Es decir: que hablen, aunque sea mal.?
Una imagen bic¨¦fala que a ella le interesa proyectar, por ella, por su familia y por su cabecera. Tanto que en ella implica a los suyos, si se dejan. Su actual marido, su exmarido y su hijo han preferido siempre un segundo plano, pero no tanto su hija. Pese a rechazar siempre el t¨ªtulo de heredera, Bee Shaffer no duda en aparecer a su lado, y la ha ayudado a crear su propia estirpe: el a?o pasado se cas¨® con Francesco Carrozzini, hijo de quien fuera directora de Vogue Italia, la difunta Franca Sozzani.
En el imaginario colectivo est¨¢n sus madrugones a las cinco de la ma?ana para jugar al tenis o su rapidez para despachar a sus asistentes, as¨ª como frases lapidarias que repiten sus ac¨®litos:?"A Miss Ana no le gusta la gente gorda", ha contado alguna vez el tambi¨¦n colaborador de Vogue (entrado en carnes) Andr¨¦ Leon Talley. "Creo que en realidad le gusta no ser muy accesible. Hasta su oficina es intimidante", cuenta su sempiterna directora creativa y mano derecha, Grace Coddington.?
Pero tambi¨¦n hay quien alaba precisamente eso. "Se ha ido convirtiendo en alguien cada vez m¨¢s interesante a lo largo de los a?os. Su pr¨®ximo acto ser¨¢ el mejor", dec¨ªa de ella tambi¨¦n en el Daily Mail Tina Brown, exdirectora de Vanity Fair y?su supuesta eterna rival.?"Siempre la he respetado por hacer un hueco en su agenda para conocer a nuevos talentos poco conocidos. Pocos directores hacen eso", contaba all¨ª tambi¨¦n el director editorial de la revista que publican los almacenes Harrods. Quienes han trabajado con ella tambi¨¦n dan sus dos caras. Mientras que a algunos antiguos asistentes se les escucha la frase: "Te tira al agua, ya nades o te hundas", otros aseguran que "pese ser una de las mujeres m¨¢s poderosas de los medios es una mentora inspiradora".
La dura directora a la que no le tiembla la mano para tirar a la basura sesiones de fotos de miles de d¨®lares, como se puede ver en el documental The September Issue; pero tambi¨¦n la filantr¨®pica creadora de la gala del Met, evento simpar y principal proveedor de fondos para la colecci¨®n de moda del Museo Metropolitano de Nueva York. Una mujer, varias caras, muchos comentarios, todo el poder.?Ella misma, como se recoge en una biograf¨ªa escrita en 2005, sab¨ªa lo que hac¨ªa. Desde el principio de los tiempos. Lo dec¨ªa en su revista de cabecera, en 1988: "La gente quiere leer sobre moda y controversias y cotilleos. Si Vogue no se lo da, ?qui¨¦n lo har¨¢?". Lo ha cumplido a rajatabla.
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