Un tr¨¢mite con trampa
Una campa?a planteada como choque de identidades nacionales solo puede beneficiar a la derecha
Lo que iba a ser el tr¨¢mite de la reiteraci¨®n del m¨¢s de lo mismo, otra campa?a electoral, va a resultar una semana de pasi¨®n. No porque los candidatos vayan a tocar alguna fibra emocional; los ciudadanos nos hemos curtido ya en mil campa?as y la abordaremos con fr¨ªo estoicismo, agradecidos de poder acabar de una vez con todo ese estruendo. No, las pasiones se inflamar¨¢n con lo que pueda suceder en Catalu?a.
A quienquiera que se le haya ocurrido hacer coincidir la campa?a con el periodo posterior a la sentencia del Supremo estaba jugando a tirar los dados. Lo que en un principio parec¨ªa previsible deviene en impredecible, las rutinas en sorpresa. Todo depende, una vez m¨¢s, de c¨®mo reaccionen los votantes a lo que ya se da por seguro que ser¨¢ la en¨¦sima de las provocaciones independentistas. Con el agravante de que, seg¨²n algunas informaciones, llevar¨¢n la escenificaci¨®n de su protesta hasta las puertas mismas del d¨ªa electoral, incluso a lo largo del mismo. Si esto es as¨ª, solo despu¨¦s del recuento habr¨¢ alguna certidumbre sobre el resultado.
Las preguntas que en este caso cabe hacerse son dos. Una, la relativa a qui¨¦n se ver¨¢ m¨¢s beneficiado por la nueva tanda de disturbios. Mi intuici¨®n es que ser¨¢n un regalo para Vox: un nacionalismo exacerbado espolea al contrario, el radicalismo llama al radicalismo del otro signo. Pero puedo estar equivocado. Los votantes m¨¢s inclinados a expresar su nacionalismo espa?ol pueden ignorar sus v¨ªsceras y apostar por dar alas al PP para que consiga el sorpasso al PSOE. En todo caso, una campa?a planteada como choque de identidades nacionales solo puede beneficiar a la derecha.
A menos que imaginemos a este ya fatigado votante, harto de acudir a las urnas, hastiado tambi¨¦n por el impasse en el que ha incurrido la cuesti¨®n catalana y ansioso por buscarle alguna salida. Esta ser¨ªa la segunda cuesti¨®n, ?hay alguien ah¨ª que ofrezca una soluci¨®n pol¨ªtica, algo que vaya m¨¢s all¨¢ de percibirlo como un problema de orden p¨²blico? En la izquierda s¨ª las hay. Una es la de Podemos, que ofrece un refer¨¦ndum pactado, algo ciertamente inviable porque supondr¨ªa reformar la Constituci¨®n sin contar con la mayor¨ªa necesaria para ello. Tampoco ser¨ªa deseable. El ejemplo del Brexit est¨¢ demasiado reciente como para no haber aprendido de las consecuencias del recurso a este medio, el mejor disolvente de la unidad de cualquier sociedad.
La otra propuesta es la del PSOE, reformista y consciente de las dificultades. El problema es que lo formula con la boca peque?a y casi como pidiendo perd¨®n, como si el cerebro tuviera que disculparse ante las pasiones. A pesar de la locura del t¨¢ndem Puigdemont/Torra, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano habr¨¢ que encauzar pol¨ªticamente el conflicto. ?Por qu¨¦ no puede hacerse expl¨ªcito en una campa?a electoral? Quiz¨¢ porque nadie se atreve a ejercer el liderazgo, a se?alar un objetivo y convencernos para alcanzarlo juntos. En vez de eso se opta por la v¨ªa f¨¢cil, seguir sumisos a los dictados de las emociones primarias de sus supuestos seguidores. Liderazgo al rev¨¦s.
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