?Qui¨¦n manda en el debate electoral?
En otras democracias, estos programas son un ejercicio pugil¨ªstico. En Espa?a, de escapismo
La calidad de la discusi¨®n pol¨ªtica en un pa¨ªs depende de qui¨¦n manda en los debates electorales. Las sociedades tienen conversaciones ricas en argumentos cuando los enfrentamientos televisivos entre los pol¨ªticos son controlados por los moderadores. Los periodistas no solo tienen la libertad, sino tambi¨¦n la obligaci¨®n de preguntar y repreguntar cuestiones espec¨ªficas a los candidatos. Es decir, exactamente lo opuesto a este debate, donde no solo no se facilita a Ana Blanco y Vicente Vall¨¦s que interroguen libremente, sino que incluso se les proh¨ªbe, previamente y por escrito, hacer preguntas personalizadas.
Porque quienes dictan las condiciones de los debates en Espa?a no son los presentadores, sino los asesores de comunicaci¨®n de los partidos. Solo as¨ª se entiende el bochornoso documento por el cual los representantes de los cinco partidos maniataron la tarea de los moderadores e impusieron que el debate se organizara en bloques. O, lo que es lo mismo, que la discusi¨®n se desorganizara. Porque, dentro de cada uno de los cinco bloques tem¨¢ticos (cohesi¨®n de Espa?a, pol¨ªtica econ¨®mica, pol¨ªtica social e igualdad, calidad democr¨¢tica y pol¨ªtica internacional), los candidatos pueden evadirse de cualquier asunto espinoso.
En, por ejemplo, el norte de Europa, los pol¨ªticos se ven obligados a confesar, tras un duro tira y afloja con el moderador, si est¨¢n a favor o en contra de subir el impuesto X o recortar la subvenci¨®n Y. Pero nuestros candidatos siempre tienen una v¨ªa de escape. Si a los pol¨ªticos de derechas les incomoda hablar de recortes en los subsidios de desempleo dicen que ¡°la mejor pol¨ªtica social¡± es estimular el empleo. Y si a los de izquierdas les inoportuna discutir las ineficiencias de algunas Administraciones en comparaci¨®n con la solvencia de algunos proveedores privados, hablan del ¡°valor de lo p¨²blico¡±. Con esas vaguedades, se quedan tan anchos.
En otras democracias, el debate es un ejercicio pugil¨ªstico. Aqu¨ª, de escapismo. Discriminamos as¨ª a los candidatos m¨¢s cualificados, los que conocen mejor los pros y contras de una pol¨ªtica. Y premiamos a los magos ilusionistas que distraen a la audiencia sacando conejos de la chistera, frases hechas que no tienen nada que ver con el tema de discusi¨®n, pero que embelesan a la audiencia. Para tener mejores pol¨ªticos, necesitamos periodistas con m¨¢s poder. @VictorLapuente
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