30 a?os despu¨¦s
Muchas veces la historia con may¨²sculas se difumina detr¨¢s de la personal y eso es lo que a m¨ª me ocurri¨® hace tres d¨¦cadas
Hace 30 a?os, tal d¨ªa como hoy, yo preparaba el equipaje para viajar a Berl¨ªn a instancias de este peri¨®dico con el fin de contarles a sus lectores lo que estaba ocurriendo en esa ciudad: la ca¨ªda del Muro que la dividi¨® durante tres d¨¦cadas, cuando recib¨ª una llamada de mi padre anunci¨¢ndome que a mi madre le acababan de diagnosticar un c¨¢ncer. L¨®gicamente, en lugar de a Berl¨ªn, encamin¨¦ mis pasos hacia mi ciudad de origen, desde donde segu¨ª los acontecimientos que se estaban produciendo en Alemania a la vez que asist¨ªa a la evoluci¨®n de los que acababan de cambiar la vida de mi familia, mucho m¨¢s importantes para m¨ª que aquellos.
Muchas veces la historia con may¨²sculas se difumina detr¨¢s de la personal y eso es lo que a m¨ª me ocurri¨® hace tres d¨¦cadas, en concreto un mes de noviembre que cambi¨® el devenir del mundo a la vez que mi propia vida y m¨¢s concretamente la de mis padres. Mientras el muro de Berl¨ªn ca¨ªa y con ¨¦l la separaci¨®n que durante a?os dividi¨® el mundo en dos mitades, mi vida entr¨® en otra dimensi¨®n, pasando en poco tiempo de hijo a hu¨¦rfano, pues a la desaparici¨®n de mi madre sucedi¨® enseguida la de mi padre, incapaz de sobrevivir por muchos a?os a aquella. No solo el mundo cambi¨®, sino que mi propio mundo se transform¨® por completo, mezcl¨¢ndose en m¨ª las im¨¢genes del muro de Berl¨ªn cayendo y las de mis padres empezando a despedirse de este mundo ajenos a lo que suced¨ªa con ¨¦l.
Un a?o antes, en 1988, yo hab¨ªa escrito para este peri¨®dico seis reportajes sobre la ciudad que vio surgir el nazismo y que acabar¨ªa arrasada despu¨¦s de una terrible guerra que tuvo en ella su epicentro y cuyas consecuencias durar¨ªan muchos a?os, con el Muro a¨²n en pie e inamovible, con todo lo que supon¨ªa. Durante una semana viaj¨¦ de un Berl¨ªn a otro comprobando la sinraz¨®n de su realidad y sintiendo como Isherwood, como Brecht, como Paul Celan, como Nabokov, como Peter Handke, que en esa ciudad se siente el peso del mundo m¨¢s que en ninguna otra. Partida en dos o reunificada como la conocer¨ªa a?os despu¨¦s y como la ver¨ªa transformarse poco a poco cada vez que regresaba ella, Berl¨ªn es el lugar del mundo en el que m¨¢s se siente la fragilidad de todo precisamente por su gravidez hist¨®rica. Para m¨ª, al menos, Berl¨ªn significa un punto de no retorno en la historia de Europa y de la humanidad entera, ese que durante 28 a?os simboliz¨® el Muro de cuya ca¨ªda se cumplen 30 hoy.
En estos 30 a?os el mundo ha cambiado tanto como mi propia vida, de manera que ambos ya tienen muy poco que ver con los de aquella ma?ana en la que una llamada de tel¨¦fono me hizo cambiar de planes y abandonar el viaje que me dispon¨ªa a hacer. En estos 30 a?os la historia del mundo y mi propia historia se han ido solapando como las de las dem¨¢s personas, pero hoy que miro hacia atr¨¢s siento que los acontecimientos hist¨®ricos m¨¢s importantes no son aquellos de los que hablan los libros y los peri¨®dicos, sino los que a cada uno de nosotros nos conmovieron de verdad y nos cambiaron la vida para siempre, para bien o para mal. En mi caso, una enfermedad que termin¨® con mi juventud y con mi irresponsabilidad de golpe mientras los berlineses posaban encaramados al Muro para la historia con letras may¨²sculas.
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