Otra maravilla de Tal
El adorado genio afina su ataque hasta que la defensa precisa es m¨¢s propia de chips que de humanos
Es muy dif¨ªcil encontrar amantes de ajedrez que no adoren a Mija¨ªl Tal (1936-1992), uno de los genios m¨¢s presentes en esta colecci¨®n de v¨ªdeos. La causa de esa idolatr¨ªa universal est¨¢ asociada a su apodo, El Mago de Riga: cre¨® muchos de sus ataques fascinantes ¡ªy con frecuencia bell¨ªsimos¡ª en posiciones donde parec¨ªa que no exist¨ªan. Es cierto que buena parte de sus maravillosas combinaciones decaen ante las defensas ultraprecisas de las computadoras de hoy. Pero arg¨¹ir eso como una cr¨ªtica implica olvidar que sus rivales eran de carne y hueso, propicios por tanto a los errores, fuente de gran belleza.
La partida de este v¨ªdeo es un magn¨ªfico ejemplo de todo ello. Su rival, Robert Forbis, un aficionado de alto nivel, omiti¨® la defensa exacta que hoy desvelan los ajedrecistas inhumanos, muy dif¨ªcil de ver y calcular para quien no fuera uno de los mejores jugadores del mundo. Forbis escribi¨® 17 a?os despu¨¦s en el foro del portal chessgames.com que Tal ¡°ten¨ªa una petaca y una sonrisa maliciosa¡±. Lo segundo encaja bien con un genio; lo primero (el alcohol) explica por qu¨¦ su reinado solo dur¨® un a?o; y su vida, solo 56.
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