Del Magreb al Nobel de F¨ªsica, dos veces
Los f¨ªsicos franceses Claude Cohen-Tannoudji y Serge Haroche, nacidos en Argelia y Marruecos, respectivamente, hablan sobre sus vidas convulsas y el futuro de la ciencia
Un mediod¨ªa de oto?o, dos magreb¨ªes conversan en una mesa de un restaurante de Par¨ªs. Los dos han ganado el premio Nobel de F¨ªsica. A sus 86 a?os, Claude Cohen-Tannoudji todav¨ªa no sale de su asombro. ¡°?C¨®mo un ni?o nacido en la d¨¦cada de 1930, en una peque?a ciudad de Argelia, en el seno de una modesta familia jud¨ªa, ha podido hacer estudios superiores en Par¨ªs y, unos 40 a?os m¨¢s tarde, ganar el premio Nobel de F¨ªsica?¡±, se pregunta en la sobremesa y en su nuevo libro autobiogr¨¢fico, Bajo el signo de la luz (editorial Odile Jacob).
Le acompa?a, acodado sobre un mantel de cuadros rojos, Serge Haroche, nacido en 1944 en Casablanca, una ciudad que, como contaba la pel¨ªcula de Ingrid Bergman y Humphrey Bogart, por entonces coqueteaba con la Alemania nazi dentro del protectorado franc¨¦s de Marruecos. Haroche y Cohen-Tannoudji fueron ni?os jud¨ªos en una ¨¦poca terrible para serlo. Charlan sobre sus vidas convulsas en una comida organizada para celebrar los 80 a?os del Centro Nacional para la Investigaci¨®n Cient¨ªfica (CNRS), a la que EL PA?S acudi¨® invitado por la instituci¨®n francesa.
Las investigaciones de los dos nobeles son un salto hacia ordenadores cu¨¢nticos, materiales superconductores y relojes ultraprecisos
Cohen-Tannoudji y Haroche se llevan 11 a?os. Son maestro y disc¨ªpulo. Se conocieron hace m¨¢s de medio siglo en el laboratorio de Alfred Kastler, un investigador esencial para la invenci¨®n de la luz l¨¢ser que tambi¨¦n gan¨® el Nobel de F¨ªsica, en 1966. Cohen-Tannoudji sigui¨® sus pasos en 1997, por descubrir m¨¦todos para atrapar ¨¢tomos por primera vez, utilizando la luz l¨¢ser de su mentor. Y Haroche fue galardonado en 2012, tras utilizar una trampa de espejos para capturar los fotones de la luz. Tres premios Nobel en la misma familia cient¨ªfica: el m¨ªtico Laboratorio Kastler Brossel de Par¨ªs, del que han salido ¡°aut¨¦nticos fuegos artificiales¡± para la ciencia, seg¨²n Cohen-Tannoudji. El futuro se est¨¢ escribiendo con sus resultados: ordenadores cu¨¢nticos ultrarr¨¢pidos, materiales superconductores de electricidad y relojes cu¨¢nticos ultraprecisos.
¡°Las futuras aplicaciones no se pueden predecir¡±, sostiene Cohen-Tannoudji, nacido en 1933 en la ciudad de Constantina, en la Argelia colonial francesa. Sus ancestros, seg¨²n explica, acabaron all¨ª en el siglo XVI, tras huir de Espa?a acosados por la Inquisici¨®n. El octogenario f¨ªsico no tiene que imaginarse c¨®mo fue la persecuci¨®n. En 1940, cuando ten¨ªa 7 a?os, el Gobierno pronazi de Vichy suprimi¨® la nacionalidad francesa de los jud¨ªos que viv¨ªan en Argelia. ¡°Fuimos ap¨¢tridas. Eran malos tiempos¡±, recuerda.
Toda su infancia estuvo llena de sobresaltos. Los padres de Cohen-Tannoudji ten¨ªan una mercer¨ªa en Constantina. ¡°La situaci¨®n, ya bastante dif¨ªcil, se volvi¨® cr¨ªtica con el estallido de una revuelta antisemita muy violenta, el 5 de agosto de 1934, supuestamente porque un jud¨ªo hab¨ªa orinado en el muro de una mezquita. Unos 25 jud¨ªos fueron asesinados¡±, recuerda el f¨ªsico en su autobiograf¨ªa.
¡°Hay mucho bombo publicitario con la computaci¨®n cu¨¢ntica. La gente intenta vender cosas que todav¨ªa no existen¡±, opina Haroche
Cohen-Tannoudji se mud¨® para siempre a Par¨ªs en 1953. Y la familia de Haroche abandon¨® Casablanca tras la independencia marroqu¨ª, en 1956, como otros muchos jud¨ªos. ¡°Yo crec¨ª en una cultura europea, la civilizaci¨®n francesa. No hay que olvidar que la ciencia moderna naci¨® en Europa. Los valores de la raz¨®n cient¨ªfica son parte del patrimonio europeo. La ciencia, en todo el mundo, ya sea en Europa, en China, en India o en Sudam¨¦rica, est¨¢ basada en los mismos valores¡±, opina Haroche, desilusionado por el camino emprendido en su tierra natal de Marruecos. ¡°No me gusta que su sistema pol¨ªtico est¨¦ basado en la religi¨®n¡±, lamenta.
Serge Haroche se subi¨® en Par¨ªs a los hombros de Claude Cohen-Tannoudji, que a su vez se hab¨ªa aupado a los de Alfred Kastler. El resultado ha sido una nueva era en la ciencia, al permitir la observaci¨®n directa de part¨ªculas individuales de luz o de materia. En el Laboratorio Kastler Brossel de Par¨ªs, los cient¨ªficos capturan ¨¢tomos con complej¨ªsimas trampas elaboradas con campos magn¨¦ticos y l¨¢seres. Al enfriarse hasta casi el cero absoluto (menos de -273 grados), los ¨¢tomos apenas se mueven y es posible estudiarlos. Un ¨¢tomo de cesio-133, por ejemplo, produce 9.192.631.770 oscilaciones en un segundo si est¨¢ a 273 grados bajo cero. As¨ª se miden los segundos. Desde 1967, los ¨¢tomos ultrafr¨ªos establecen la unidad del tiempo en el sistema internacional. Esa precisi¨®n es esencial para sistemas de posicionamiento como el GPS, para las misiones espaciales e incluso para las transacciones econ¨®micas en la bolsa.
Haroche y Cohen-Tannoudji son defensores a ultranza de la investigaci¨®n b¨¢sica, el saber por saber, sin aplicaciones en mente. Su curiosidad por husmear las interacciones fundamentales entre la luz y la materia ha acabado desembocando en un millonario negocio volcado en construir ordenadores ultrarr¨¢pidos basados en la f¨ªsica cu¨¢ntica. ¡°El ordenador cu¨¢ntico quiz¨¢ cambiar¨¢ nuestras vidas a lo largo de este siglo, de la misma manera radical que lo hizo el ordenador cl¨¢sico el pasado siglo¡±, aplaudi¨® el comunicado de la Real Academia de Ciencias de Suecia que inform¨® del Nobel de F¨ªsica a Serge Haroche en 2012.
Hace unas semanas, Google anunci¨® que hab¨ªa conseguido ¡°la supremac¨ªa cu¨¢ntica¡±: lograr que un ordenador cu¨¢ntico resuelva en unos minutos unas operaciones que requerir¨ªan miles de a?os de una computadora convencional. Haroche es muy esc¨¦ptico. ¡°Hay mucho bombo publicitario con la computaci¨®n cu¨¢ntica. La gente intenta vender cosas que todav¨ªa no existen¡±, opina el f¨ªsico. ¡°Hay una gran competici¨®n entre IBM, Google y Microsoft. Exageran sus logros y se inventan palabras como lo de la supremac¨ªa cu¨¢ntica. Podemos estar a d¨¦cadas del ordenador cu¨¢ntico. O a una infinidad¡±, zanja.
A comienzos de a?o, el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, se reuni¨® durante ocho horas con 64 intelectuales para hablar del futuro de Francia. Haroche y Cohen-Tannoudji fueron dos de los participantes. ¡°Le dijimos que era muy importante darle medios suficientes a la ciencia y mejorar la vida de los j¨®venes cient¨ªficos, porque su salario es bajo y no tienen dinero para empezar a investigar¡±, explica Haroche. ¡°Lo que me hace ser pesimista es que todo el mundo se est¨¢ quejando. Hay problemas en los hospitales, en los bomberos, en la polic¨ªa, en la Justicia. Y los cient¨ªficos estamos en el ¨²ltimo lugar, porque no hacemos huelgas¡±, lamenta. Sin embargo, ambos son optimistas. "Hay gente muy buena en nuestro laboratorio y es posible que en el futuro tengan la oportunidad de ganar un cuarto Nobel. Pero siempre les recuerdo una cosa: no hacemos lo que hacemos para ganar el Nobel", remacha Haroche.
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