Quien a hierro mata
Trump ascendi¨® en la televisi¨®n, y es tambi¨¦n la televisi¨®n la que puede tumbarle
La destituci¨®n exige tres ingredientes: pruebas de traici¨®n, corrupci¨®n u otros cr¨ªmenes y faltas graves; los votos del Congreso ¡ªla mitad m¨¢s uno¡ª y del Senado ¡ª67¡ª, que conforman la mayor¨ªa cualificada de dos tercios; y el m¨¢s decisivo, la actitud favorable de la opini¨®n p¨²blica. Sin pruebas no se decantar¨¢ la opini¨®n p¨²blica, y sin esta, tampoco habr¨¢ votos suficientes en las dos C¨¢maras del Congreso. Los congresistas dependen de sus votantes, de forma que se hace dif¨ªcil votar la destituci¨®n si con ella se vota tambi¨¦n la pr¨®xima derrota electoral en la circunscripci¨®n del congresista.
Hasta septiembre no exist¨ªa una mayor¨ªa favorable al impeachment en las encuestas, que actualmente apuntan a un 49% a favor y un 45% en contra. La presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, esper¨® a tener la opini¨®n p¨²blica a favor para iniciar el procedimiento. La destituci¨®n presidencial no es popular, tal como demuestra su restringida historia (tres antecedentes, ninguno culminado). A fin de cuentas, significa la rectificaci¨®n parlamentaria de un voto democr¨¢tico emitido por los ciudadanos.
Sin suficiente apoyo p¨²blico, no sirven las pruebas y no alcanzan los votos. Richard Nixon dimiti¨® antes de ser destituido porque sab¨ªa que contaba con pruebas irrefutables, votos suficientes, incluidos los republicanos, y una opini¨®n hostil. Con Bill Clinton no hubo suficientes votos, la opini¨®n estaba dividida e incluso el procedimiento ha sido objeto de discusi¨®n entre juristas.
Ahora se trata de convencer a la opini¨®n, especialmente republicana poco motivada por la destituci¨®n de un presidente que satisface los bajos instintos respecto a la inmigraci¨®n, los impuestos o el proteccionismo comercial. Mientras un 83% de los dem¨®cratas apoyan la destituci¨®n, solo tienen id¨¦ntica actitud un 12% de los republicanos, a los que no hacen mella las pruebas de abuso de poder ya disponibles.
La etapa inaugurada ayer, la de las audiencias televisadas, tiene a los diplom¨¢ticos como protagonistas. Trump est¨¢ destruyendo el Departamento de Estado, y con ¨¦l maltratando a la diplomacia. En las relaciones con Ucrania, ha llegado al extremo de organizar una diplomacia paralela, al mando de su abogado Rudy Giuliani.
El abuso de poder que se juzga va m¨¢s all¨¢, por tanto, del trato infame que Donald Trump pretend¨ªa obtener con sus amenazas de congelar la ayuda militar a Ucrania y su negativa a recibir al presidente ucranio si este ¨²ltimo no acced¨ªa a echarle una mano en la campa?a presidencial. En realidad, se juzga el uso de la pol¨ªtica exterior para provecho personal del presidente. Quer¨ªa una nueva interferencia extranjera para su pr¨®xima campa?a electoral, esta vez probadamente inducida, y no meramente consentida, como qued¨® acreditado en la investigaci¨®n de Robert Mueller respecto al papel de Rusia en las presidenciales. Trump ascendi¨® en la televisi¨®n, y es tambi¨¦n la televisi¨®n la que puede tumbarle, especialmente si las audiencias p¨²blicas consiguen doblar la resistencia de una opini¨®n republicana todav¨ªa entregada.
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