Radicales
Sin palabras, sin la voluntad de di¨¢logo que implican, no vamos a salir de esta
Las palabras existen. No tienen volumen, no se pueden tocar, pero son capaces de arder, de conmover, de herir y de curar. Tras las elecciones, nuestros l¨ªderes, en un nuevo alarde de irresponsabilidad, se comportan como si lo ignoraran. El PP, que gobierna en muchos ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas con la ultraderecha racista, machista y anticonstitucional ¡ªporque, se pongan como se pongan, buena parte del programa electoral de Vox atenta de frente contra art¨ªculos de la Constituci¨®n¡ª, se lleva las manos a la cabeza por el pacto de Gobierno. Sus l¨ªderes, que no habr¨ªan vacilado ni un momento en reeditar el tripartito que estrenaron en Andaluc¨ªa cuando Ciudadanos a¨²n no se hab¨ªa convertido en un partido irrelevante, repiten que S¨¢nchez ha elegido a los radicales frente a los constitucionalistas. Sus palabras sugieren que el radicalismo es un vicio cong¨¦nito de la izquierda, que la ultraderecha no es radical, por m¨¢s que aspire a laminar la Constituci¨®n. Abascal dice que Espa?a es un gran pa¨ªs y, a continuaci¨®n, lamenta que vayan a gobernarlo aquellos a quienes ¨¦l denomina ¡°comunistas bolivarianos¡±, como si la posibilidad de formar Gobierno no emanara directamente de la voluntad de los habitantes de ese gran pa¨ªs que es Espa?a, o como si s¨®lo fuera grande la Espa?a que vota a su partido. Frente a esta campa?a que pretende estigmatizar, desnaturalizar, e incluso derribar a un Gobierno que todav¨ªa no se ha formado, la izquierda se abraza. Yo no tengo nada en contra de los abrazos, pero creo que este sobraba, porque llega con siete meses de retraso. Lo que nos falt¨® entonces, y lo que nos falta ahora mismo, son precisamente palabras. Sin ellas, sin la voluntad de di¨¢logo que implican, no vamos a salir de esta.
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