La fractura colombiana
La respuesta de Iv¨¢n Duque frente al paro nacional de este jueves marcar¨¢ el resto de su presidencia
Cuando Iv¨¢n Duque gan¨® la presidencia de Colombia, algunos creyeron que ser¨ªa una tercera parte del Gobierno de ?lvaro Uribe V¨¦lez. Sus simpatizantes imaginaron una trilog¨ªa impecable, asentada sobre una f¨®rmula ingeniosa: Duque ¡ªun senador joven y carism¨¢tico¡ª ser¨ªa guiado por Uribe para continuar las pol¨ªticas que lo convirtieron en uno de los presidentes m¨¢s admirados en la historia del pa¨ªs. Un poco m¨¢s de un a?o despu¨¦s de la toma de poder de Duque, la utop¨ªa uribista est¨¢ fracturada y derrumb¨¢ndose a pedazos. Nadie ¡ªni siquiera sus cr¨ªticos m¨¢s ac¨¦rrimos¡ª imagin¨® la debacle que hoy afronta el gobierno de derecha.
Este jueves 21 de noviembre, Duque tendr¨¢ que afrontar un paro nacional de una magnitud que no se ve¨ªa hace d¨¦cadas en Colombia. La protesta fue convocada en un principio por los sindicatos pero pronto se fueron sumando diferentes grupos de indignados. En algunas horas se consolid¨® un movimiento gigantesco. "Al presidente Iv¨¢n Duque le estallar¨¢ un paro que puede cambiar definitivamente su Gobierno y que, como algunos temen y otros desean, podr¨ªa incluso cambiar la pol¨ªtica colombiana", dice el portal La Silla Vac¨ªa.
Desde los primeros meses Duque se ha mostrado como un l¨ªder d¨¦bil, incapaz de reaccionar ante el momento trascendental que atraviesas Colombia hoy. Su promesa de revisar los acuerdos de Paz firmados entre el Estado colombiano y las FARC se tradujo en el peor de los escenarios. Desde 2018, el Gobierno ha incumplido o retrasado la aplicaci¨®n de los acuerdos logrados en La Habana. No ha tenido voluntad pol¨ªtica ni asignado los recursos necesarios para que se cumplan los primeros puntos pactados: reasignaci¨®n de tierras y la reincorporaci¨®n de exguerrilleros a la vida civil. El Gobierno tambi¨¦n ha contradicho a la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP), un mecanismo que investiga y juzga a los involucrados en el conflicto. Estos retrasos han llevado a la formaci¨®n de disidencias de exguerrilleros y, peor a¨²n, al asesinato selectivo de m¨¢s de 500 l¨ªderes sociales que defienden la paz.
Las elecciones del mes pasado dejaron claro el descontento general con el Gobierno de Duque y su partido. Perdieron sus apuestas en Bogot¨¢ y Medell¨ªn, las dos ciudades m¨¢s grandes, y tampoco tuvieron buenos resultados en el resto del pa¨ªs. Por primera vez en su carrera pol¨ªtica, Uribe sufri¨® una derrota tan contundente en las urnas. Su poder de convencimiento se vio aplacado y su imagen p¨²blica es, tambi¨¦n por primera vez, negativa. Adem¨¢s, el expresidente ha tenido que dedicar gran parte de su energ¨ªa a afrontar el juicio por presunto fraude procesal y compra de testigos que lleva en su contra la Corte Suprema de Justicia.
Pero tal vez el momento m¨¢s cr¨ªtico se vivi¨® hace unos d¨ªas, cuando se revel¨®, durante una moci¨®n de censura al ministro de defensa en el Congreso, que al menos ocho ni?os reclutados a la fuerza por grupos disidentes de las FARC hab¨ªan muerto durante un bombardeo. Duque no reaccion¨® bien ante esta grave revelaci¨®n e hizo algunos cambios cosm¨¦ticos a su Gabinete. La nueva mala lectura del clima pol¨ªtico le pas¨® una dura factura al presidente: seg¨²n una encuesta, el 69% de los colombianos desaprueban su gesti¨®n.
La pregunta es, claro, qu¨¦ pasar¨¢ durante y despu¨¦s del jueves. Algunos alarmistas dicen que la protesta terminar¨¢ en violencia, como en Chile o Bolivia. Duque, Uribe y la vicepresidenta Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez han enviado mensajes irresponsables sugiriendo que las marchas buscan "destruir el pa¨ªs". Eso s¨ª, tal vez no recuerdan que cuando ellos estaban en la oposici¨®n al Gobierno de Juan Manuel Santos, convocaban a marchas similares para "defender la democracia". Otros simpatizantes de la derecha han ido m¨¢s lejos: han llamado a organizar grupos antiinsurgentes que recuerdan sus a?os de militancia en el paramilitarismo.
Otros creen que se trata del punto de partida para la pr¨®xima campa?a presidencial, en el que la izquierda y la derecha medir¨¢n su fuerza de convocatoria. Pero es un error hacer una lectura electoral de una protesta leg¨ªtima. "Hay que salir a marchar para denunciar a los delirantes que nos quieren devolver a una guerra inventada por ellos mismos, y para demostrarles que la protesta no es un acto que va en contra de la democracia, sino que la enriquece. Hay que salir a marchar para exigirles respeto por la movilizaci¨®n social, que no es una concesi¨®n sino un derecho constitucional", escribi¨® Mar¨ªa Jimena Duz¨¢n en su columna en la revista Semana.
La respuesta del presidente Duque frente a lo que ocurra este jueves marcar¨¢ el resto de su presidencia. Si decide reprimir o ignorar a quienes salgan a la calle, quedar¨¢ en un lugar similar a Sebasti¨¢n Pi?era: con una gobernabilidad reducida a su menor expresi¨®n. Si decide, en cambio, escuchar los reclamos y hacer verdaderos cambios en su agenda podr¨ªa darle un nuevo aire a su mandato. Es claro, en este punto, que Duque deber romper con el ala m¨¢s radical del uribismo y darle espacio a otras voces.
Hace unos d¨ªas, el hijo mayor del expresidente Santos public¨® un tuit en el que ped¨ªa que despu¨¦s de las marchas "las calles quedaran intactas". Desde luego que las protestas deben ser pac¨ªficas pero no silenciosas ni complacientes. Ojal¨¢ que sirvan para que nada quede intacto en Colombia: sobre todo una clase dirigente que por a?os ha abusado del poder y la autoridad.
Felipe Restrepo Pombo es un periodista y escritor colombiano.
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