Del desamor a la malquerencia
No se trata de convencernos de que estamos muy bien, porque no lo estamos, sino de que se est¨¢ haciendo lo necesario de manera honesta y responsable para estar mejor
Las encuestas comienzan a mostrar un fen¨®meno que tiene preocupado a Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, presidente de M¨¦xico: la paulatina, pero persistente ca¨ªda en la aprobaci¨®n de su Gobierno por parte de la opini¨®n p¨²blica. Lo que alguna vez pellizc¨® los 80% se aproxima a la l¨ªnea del 60%. Una proporci¨®n que envidiar¨ªa cualquier mandatario del continente, pero una tendencia que quita el sue?o en Palacio Nacional. Como con las parejas, una vez que comienza el desamor nunca se sabe hasta d¨®nde puede llegar la malquerencia.
L¨®pez Obrador gan¨® las elecciones con el 53% de los votos emitidos. El efecto de la victoria y las promesas de cambio provocaron, como suele suceder, una luna de miel que con el ejercicio del poder comienza a disiparse. Aunque las cifras son distintas en cada caso el fen¨®meno es similar en otros pa¨ªses. Nada que vaya a sorprender. El tema que s¨ª var¨ªa en cada caso es el tama?o del desplome a medida que pasa el tiempo. ?Perder¨¢ L¨®pez Obrador su popularidad? ?Mantendr¨¢ la aprobaci¨®n por encima de la mitad m¨¢s uno de los mexicanos? ?Cu¨¢l es su n¨²cleo duro, el piso firme de simpatizantes impenetrable para la curva de ca¨ªda?
Imposible saberlo ahora, pero a juzgar por el tono de la conversaci¨®n p¨²blica da la impresi¨®n de que los adversarios van ganando la batalla en la narrativa. La versi¨®n pesimista sobre la 4T comienza a comerse a la burbuja de los reci¨¦n llegados, a los sectores medios atra¨ªdos por la posibilidad del cambio pero indispuestos a correr mayores riesgos, incluso a algunos que votaron por ¨¦l han sido convencidos por el verbo de los cr¨ªticos.
La realidad tiene la prism¨¢tica capacidad de ofrecerse con el color con la que cada cual la percibe. El presidente de M¨¦xico afirma que vamos muy bien, sus adversarios aseguran que nos dirigimos a un abismo. El mandatario cita en su defensa el incremento hist¨®rico en la inversi¨®n extranjera y la fortaleza del peso frente al d¨®lar; los catastrofistas esgrimen cifras sobre el par¨®n en seco del crecimiento econ¨®mico. El Gobierno declara que la inseguridad p¨²blica debe ser enfrentada de otra manera y cita los errores del pasado; la oposici¨®n asegura que 2019 ser¨¢ el peor a?o en la historia. Es como los debates presidenciales televisados: m¨¢s importante ganar la guerra de percepciones sobre el posdebate que el debate mismo.
La narrativa se convierte en el verdadero campo de confrontaci¨®n. Y es all¨ª donde L¨®pez Obrador y sus ma?aneras est¨¢n dando la batalla. Me parece que la est¨¢ perdiendo, lo cual es una l¨¢stima, porque eso no significa que sus causas y sus banderas est¨¦n equivocadas.
Al respecto, el presidente tiene dos enormes desventajas. Primero, el hecho de que ha elegido dar la guerra solo. Ciertamente es un campe¨®n formidable y es verdad que sale vencedor en todos los duelos, pero los rasgu?os van abriendo fisuras en su imagen. ?l responde sobre el exilio a Evo Morales; ¨¦l sale en defensa de su Gabinete de seguridad ante los estruendosos esc¨¢ndalos de Culiac¨¢n y la familia LeBar¨®n; ¨¦l deslegitima a las calificadoras internacionales; ¨¦l rebate la mala noticia del d¨ªa cualquiera que esta sea; ¨¦l sale a enfrentar a todos los adversarios, incluso a algunos que no lo eran. No hay fusibles de recambio ni voceros que asuman una responsabilidad. Los miembros del Gabinete aparecen como mera correa de trasmisi¨®n del soberano; no hay escudos de defensa ni amortiguamiento. Sus adversarios, en cambio, se multiplican desde todos los frentes, con argumentos y tonos diferentes, unos calan en determinado segmento de la poblaci¨®n, otros en uno distinto. Poco a poco le van ganando terreno al gigante.
El segundo tiene que ver con la realidad misma. A la larga no hay narrativa que valga frente a la inseguridad galopante o el estancamiento econ¨®mico. Si no crecemos la poblaci¨®n comenzar¨¢ a notarlo; si no paramos al crimen organizado las bofetadas de violencia seguir¨¢n golpe¨¢ndonos. Es muy dif¨ªcil sostener la noci¨®n de que ¡°vamos muy bien¡±; eventualmente eso se puede volver contra el presidente.
Ser¨ªa mucho m¨¢s razonable, incluso para sus simpatizantes y los indecisos, que L¨®pez Obrador nos dijese que nos esperan dos a?os duros, el costo necesario para enderezar un derrotero que nos llevaba, ese s¨ª al abismo. Tiempos de apretarse el cintur¨®n, momentos para desacelerar y poder dar vuelta, temporada para sembrar lo que permitir¨¢ crecer de mejor y mas justa manera en la segunda mitad del sexenio.
L¨®pez Obrador necesita dedicar m¨¢s tiempo a la seducci¨®n que al combate, m¨¢s a la prudencia responsable que al triunfalismo; requiere de m¨¢s campeones que luchen a su lado, multiplicar los Carlos Slims que salgan a la palestra en su defensa. No se trata de convencernos de que estamos muy bien, porque no lo estamos, sino de que se est¨¢ haciendo lo necesario de manera honesta y responsable para estar mejor.
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