Antes del estruendo
Las cacerolas hoy suenan melodiosas, pero pueden convertirse en un estruendo de no atenderse sus mensajes a tiempo
Qu¨¦ decir cuando se me atraganta este sentimiento en la garganta y en la cabeza todas las reflexiones y creencias se enredan en una telara?a. Cuando se defiende el derecho a la marcha y se ilumina el camino que abren en la ma?ana r¨ªos de hombres y mujeres de todas las edades reclamando los derechos que nos hablan de conquistas alcanzadas, pero a medida que avanza la tarde los v¨¢ndalos, martillo en mano, revientan los vidrios de las estaciones de transporte p¨²blico en las que posiblemente sus madres se desplazan cada ma?ana a trabajar para alimentarlos y educarlos.
Qu¨¦ decir cuando cualquier opini¨®n es contestada en las redes con un insulto m¨¢s asqueroso que otro y se llenan de videos de caos en los que es imposible distinguir qu¨¦ imagen es cierta o falsa, pero terminan generando un p¨¢nico colectivo solo contenido a medias con la ¨²nica arma de la informaci¨®n veraz.
Qu¨¦ decir cuando no se es de derecha, ni de izquierda, ni de nada distinto de ser un periodista enfrentado a los voceros de cualquier lugar del espectro ideol¨®gico reclamando sus presupuestos a trav¨¦s de la mentira en la que acomodan las frases de sus opositores y en la mitad los ciudadanos que en paz marchan por lo que verdaderamente les importa.
Qu¨¦ decir de un Gobierno cuya ministra del Interior entrega balances de cifras de detenidos y defiende allanamientos ilegales como los hechos d¨ªas previos a la marcha, al paro nacional en Colombia, el 21N, que estuvieron marcados por se?alamientos y una demostraci¨®n de fuerza en las calles que ha sido vista como provocaci¨®n por quienes hicieron la convocatoria del paro.
Qu¨¦ decir de un miembro de las fuerzas de seguridad o el Esmad pateando en la cara a una mujer que va en su bicicleta y qu¨¦ decir de un alcalde que pierde el control de su ciudad, Cali, y se pone rojo de la ira cuando se le reclama por no actuar a tiempo frente a los v¨¢ndalos armados de palos intentando ingresar a las residencias de las familias asustadas o de exmiembros de la polic¨ªa denunciados de participar en la toma de instituciones en un municipio como Facatativ¨¢, cercano a Bogot¨¢.
Decir que la marcha del 21N fue multitudinaria, decir que somos distintos a Chile, a Bolivia, a Hong Kong, pero tambi¨¦n similares en las necesidades ciudadanas y que no es admisible que estemos en una situaci¨®n como la descrita por subestimar especialmente el valor de la paz, de ese camino que implica s¨ª un poco de impunidad y mucho de generosidad, si se quiere, para reconciliarnos. Pero la palabra sigue proscrita para castigar al Gobierno anterior y de paso a los colombianos de todos los territorios.
Es obligatorio decir que el partido de Gobierno, el Centro Democr¨¢tico, no puede ahora rasgarse las vestiduras porque su presidente habl¨® sin la contundencia. Aunque Duque reconoci¨® que con la protesta hablaron los colombianos y que debe profundizar el di¨¢logo social, no hay una ruta. O por lo menos no la conocemos a¨²n. Su partido, con pocas excepciones, lo acorrala y el di¨¢logo social se imposibilita cuando los sectores con quienes debe hablar adem¨¢s se radicalizan y otros exigen puestos y d¨¢divas como chantaje para mantenerse calmaditos.
Tampoco son admirables quienes en nombre de la paz hacen llamados a la lucha de clases y raspan en las heridas de la desigualdad para sentirse triunfadores cuando sus propios seguidores tienen que subirse a cualquier cami¨®n y caminar de regreso a casa en medio de un toque de queda, en vez de tratar de construir un consenso que permita ver de qu¨¦ manera una econom¨ªa que crece al 3,3 por ciento puede repartirse de manera m¨¢s decente entre todos y solucionar el eterno problema de las pensiones.
Suenan las cacerolas en mi cabeza como un ruido amable que ofrece un descanso y me queda la imagen de estudiantes borrando las letras manchadas de odio de quienes quisieron empa?ar a otros que en paz y al son de la m¨²sica y las artes cantan sus anhelos.
Solo resta decir que el periodismo tiene el desaf¨ªo de imponerse para seguir develando e insistiendo y desafiando el statu quo ahora, alimentado por los fake news que aprovechan unos y otros por igual porque cuando se igualan en la mentira, la misma suerte merecen.
Todav¨ªa estamos a tiempo como pa¨ªs de dar ejemplo de madurez democr¨¢tica, respetuosa de los derechos de quienes disienten y enviar el mensaje de que la violencia fracas¨® como v¨ªa para superar nuestras carencias estructurales.
En el vecindario han equivocado las salidas para contener el descontento. Y en las pocas naciones donde se han encontrado salidas, el mecanismo de resoluci¨®n es el mismo: di¨¢logo y medidas reales de soluci¨®n que impidan la violencia. Y parte de esas medidas es el castigo inmediato de los v¨¢ndalos, sean estudiantes, polic¨ªas traidores, violentos de condici¨®n humana. Para ellos, el peso de la ley.
Las cacerolas hoy suenan melodiosas, pero pueden convertirse en un estruendo de no atenderse sus mensajes a tiempo.
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