¡®Lesboterrorista¡¯
Hay que tomar precauciones. Yo, por lo pronto, aprendo bailes t¨ªpicos, corte y confecci¨®n, hago arreglos florales, vainica, rezo y preparo perfectas canastillas
Cae la noche y, con los ¨²ltimos rayos de sol, como las vampiras de Jess Franco, salen de sus guaridas las lesboterroristas. Ratas negras, cacat¨²as que infectan nuestros ¨¢rboles, dedos del diablo¡ Conocemos los peligros de las especies no aut¨®ctonas. Su capacidad de depredaci¨®n. La lesboterrorista ¡ªnunca una verdadera espa?ola¡ª est¨¢ catalogada y puede procederse a su identificaci¨®n y captura. Insistimos en los beneficios ecol¨®gicos de la caza. La lesboterrorista sale del agujero y se disfraza de mujer de bien para captar doncellas que ignoran los riesgos de compartir conversaci¨®n con esa alima?a que le traspasar¨¢ la contagiosa ameba-alien del lesboterrorismo a trav¨¦s de su lengua b¨ªfida. El lesboterrorismo, a diferencia de la homosexualidad, no se contrae por v¨ªa anal ni se cura con supositorios. La lesboterrorista, muy violenta, muerde si no lleva bozal, condena a muerte a millones de fetos, odia al hombre al que siempre recibe con un collar de ajos. Es insaciable y a veces parasita el cuerpo de mujeres de bien. Finge amar a las personas de su entorno, ser trabajadora, y no renuncia a la posibilidad de ser madre. Parpadea seductoramente. Se disfraza de verdadera hembra. Se lava, se pone colonia. En su interior, la lesboterrorista hedionda est¨¢ esperando su oportunidad para destruir familias cristianas y convertir todas las pr¨¢cticas sexuales en un maligno sesenta y nueve, salivado y digital, que solo se sustenta en el vicio y en la fornicaci¨®n por la fornicaci¨®n.
La lesboterrorista puede ser pornofeminista o no serlo. Las que se incluyen dentro de esa categor¨ªa son las m¨¢s peligrosas porque extreman su lubricidad exhibiendo sus pechos en capillas y obligando a las adolescentes a hacer un uso abusivo de los succionadores de cl¨ªtoris. Les colocan espejitos en la vagina ¡ªa menudo dentadas, siempre mentirosas¡ª para que introduzcan las cabezas por su propia vulva en un ejercicio de masturbaci¨®n y ego¨ªsmo que no tiene nombre. Las pornofeministas abandonan a sus cr¨ªas para irse con pancartas moradas a manifestaciones sin sentido donde reclaman derechos de los que, por supuesto, ya gozan. Lo hacen por pura maldad. La pornofeminista es promiscua, se caga de risa y blasfema. No cree en la virginidad de Mar¨ªa. Se queja cuando la matan ¡ªa ella o a cualquiera de su g¨¦nero¡ª. Lesboterroristas y pornofeministas proliferan en un h¨¢bitat donde se retiran inversiones internacionales y los grandes capitales se marchan a pa¨ªses vecinos horrorizados ante la amenaza de coaliciones de izquierdas que har¨¢n crecer el paro en m¨¢s de un mill¨®n de personas. Lo dicen las televisiones. Lesboterroristas, pornofeministas, criptocomunistas, zurdas y zurdos contrariados, paladines de la memoria democr¨¢tica, hombres lobo y mujeres pantera obligar¨¢n a la gente de bien ¡ªbanqueros, monopolistas, portadores de banderas de Espa?a con pollo e incluso vegetales¡ª a abandonar este pa¨ªs nocturno en el que personas de todos los colores van a nuestros centros de salud para contagiarnos enfermedades extra?as. Hay que tomar precauciones. Yo, por lo pronto, aprendo bailes t¨ªpicos, corte y confecci¨®n, hago arreglos florales, vainica, rezo y preparo perfectas canastillas. Identifico al verdadero monstruo. Disimulo. No quiero que me coloquen frente a la mira telesc¨®pica de un buen cazador.
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