Dialogar no es pedir precio
Esta vez, el PSOE lo tiene m¨¢s f¨¢cil de lo que se hace creer
Si yo entro en una tienda de antig¨¹edades y pregunto a su due?o por el precio de un cuadro o una vajilla de porcelana, lo que hago con el anticuario no es dialogar; estoy solamente pidiendo un precio. Nos podemos adornar y llamarlo ¡°negociaci¨®n¡±, pero todo seguir¨¢ girando en torno al precio: si es posible alg¨²n descuento o caben plazos. Pues bien, este es m¨¢s o menos el guion que se repite peri¨®dicamente entre el PSOE y el PP y los partidos nacionalistas, con aquellos en el papel de clientela y estos en el de due?os de la tienda. Salvo en el momento inaugural de la aprobaci¨®n del texto constitucional, cuyo contenido s¨ª fue fruto de un aut¨¦ntico di¨¢logo, trabajado y honesto, la pol¨ªtica de las ¨¦lites espa?olas con el nacionalismo ha consistido en el m¨¢s prosaico ejercicio de pedir precio. La pregunta nunca es: ?qu¨¦ reformas podemos pactar para mejorar el bienestar com¨²n y fortalecer la convivencia? La pregunta siempre es: ?qu¨¦ precio, aunque sea contrario al inter¨¦s general y la igualdad ciudadana, me ped¨ªs por vuestros apoyos para hacerme presidente o aprobarme unos presupuestos?
Esta es la raz¨®n por la cual la palabra ¡°di¨¢logo¡± genera rechazo creciente en sectores de la sociedad espa?ola. No porque sean trogloditas partidarios de la cerraz¨®n monol¨®gica, sino porque saben que ¡°di¨¢logo¡± es palabra para embozar una pol¨ªtica de cesi¨®n continua y sin contrapartidas por parte del Estado a quien quiere destruirlo. Ciertamente, si se tratara de verdadero di¨¢logo, yo no perder¨ªa nunca ocasi¨®n de practicarlo con el independentismo. Sentados en una mesa, sus demandas ser¨ªan escuchadas, pero ¡ªy esto es lo importante¡ª ellos tambi¨¦n habr¨ªan de escuchar las demandas del Estado. De ah¨ª podr¨ªa salir algo ¨²til para todos. Pero eso no es lo que vemos. A las reuniones entre el PSOE y ERC, solo Esquerra acude con una lista de peticiones. La parte socialista se limita a constatar si puede pagar el precio que le dan. El problema: llega un momento en que a uno se le acaban los cheques y termina por empe?ar, como Fausto, cosas que no deber¨ªa.
Ciertamente, PSOE y PP podr¨ªan salir de esto que un psic¨®logo de pareja llamar¨ªa relaci¨®n t¨®xica en cualquier momento: en lugar de pactar con los nacionalistas, pactando entre ellos. Muchos espa?oles respirar¨ªan tranquilos, viendo que el Estado de todos no se subasta por pedazos cada vez que hay que fabricar mayor¨ªas parlamentarias. Esta vez, el PSOE lo tiene m¨¢s f¨¢cil de lo que se hace creer. PP y Ciudadanos dan claras se?ales de estar dispuestos a negociar la investidura de S¨¢nchez a un precio mucho menos oneroso para el Estado que el que pedir¨¢ el nacionalismo. La condici¨®n es que se pacte con ellos y no con Podemos e independentistas. A cambio, los socialistas tendr¨ªan su Gobierno monocolor. Es cuesti¨®n de elegir, y el que elige es el PSOE.
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