Protestas en Ir¨¢n
Los ayatol¨¢s ignoran los deseos de una mayor¨ªa significativa de los iran¨ªes
Ir¨¢n vuelve a cerrar en falso una crisis social. Tras reprimir con dureza las protestas por la subida de la gasolina, el r¨¦gimen iran¨ª ha proclamado la ¡°victoria¡± sobre una presunta ¡°conspiraci¨®n enemiga¡±. Mal asunto. El recurso a responsabilizar a EE?UU, Israel y Arabia Saud¨ª del descontento de su poblaci¨®n en lugar de abordar los graves problemas estructurales de la Rep¨²blica Isl¨¢mica impide encontrar soluciones negociadas entre los iran¨ªes y augura un recrudecimiento de las tensiones subyacentes. El precio de la gasolina solo ha sido la chispa. Los iran¨ªes llevan d¨¦cadas sufriendo la mala gesti¨®n de sus gobernantes y el despilfarro de sus recursos naturales. En 1979 apoyaron una revoluci¨®n contra la monarqu¨ªa precisamente esperando una redistribuci¨®n de la riqueza. Cuarenta a?os despu¨¦s, esta no se ha producido y adem¨¢s han perdido libertades bajo una dictadura militar parapetada tras las t¨²nicas de la clase clerical.
Las sanciones reimpuestas por EE?UU tras abandonar unilateralmente el a?o pasado el acuerdo nuclear han a?adido sal a la herida. Todas las esperanzas depositadas en un futuro mejor empezaron a desvanecerse en el momento que Donald Trump lleg¨® a la Casa Blanca. Pero los iran¨ªes saben que ese no es el problema. Las enormes dificultades econ¨®micas que Ir¨¢n afronta ante la imposibilidad de exportar petr¨®leo, su principal fuente de ingresos, no afectan a todos por igual.
Los proyectos militares y las ambiciones de influencia regional de los generales de la Guardia Revolucionaria siguen adelante, incluso con m¨¢s entusiasmo. Los ide¨®logos ultras se han visto reivindicados con la pol¨ªtica de ¡°m¨¢xima presi¨®n¡± de Washington que da alas a su farise¨ªsmo. Justifican as¨ª a posteriori su desconfianza hacia el acuerdo nuclear, EE?UU y Occidente en general, pese a que nunca dejaron de trabajar por el fracaso del di¨¢logo. Lo que es m¨¢s grave, ignoran los deseos de una mayor¨ªa significativa de los iran¨ªes que no se sienten representados por el r¨¦gimen.
Los iran¨ªes tambi¨¦n son muy cr¨ªticos con EE?UU y lo ¨²ltimo que quieren es ver su pa¨ªs destrozado como los vecinos Irak o Siria. Si los gobernantes iran¨ªes no hubieran estado enfrascados en permanentes luchas internas, tal vez hubieran podido emprender reformas para la regeneraci¨®n pactada del sistema. Ahora quiz¨¢ es demasiado tarde y parecen creer que solo queda la represi¨®n en la que han vuelto a demostrar que no les tiembla la mano.
Las decenas de muertos y miles de heridos y detenidos son solo un adelanto de lo que est¨¢ por venir. Y si el pasado reciente sirve de gu¨ªa, el ciclo de las protestas populares cada vez es m¨¢s corto: pasaron 10 a?os desde las revueltas estudiantiles de 1999 hasta las poselectorales de 2009; ahora apenas han transcurrido dos a?os desde que el malestar sac¨® a los iran¨ªes a la calle.
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