?De d¨®nde viene el fuego?
Los negacionistas del cambio clim¨¢tico suelen ser los negacionistas del terror machista y del terror franquista
LO QUE OCURRE en la realidad es lo m¨¢s grave que pudiera ocurrir hasta ahora en la realidad y en la ficci¨®n porque, de hecho, ocurre en la realidad.
Aqu¨ª, los ¨²nicos que no se muerden la lengua son justamente los que niegan la realidad. Los negacionistas del cambio clim¨¢tico. Que suelen ser los negacionistas del terror machista. Y en Espa?a, del terror franquista. Unos cielos. Da igual que hables del calentamiento global, de la emergencia, del colapso, de lo Innombrable. Lo niegan, y tan panchos. En la clase de tropa, muchos lo niegan siguiendo el serm¨®n viral de sus jefes. Pero estoy seguro de que esos l¨ªderes lo niegan, el calentamiento global, porque saben que es verdad. Como saben que crecen en lo oscuro, en lo turbio de la naturaleza humana. ?Alguien puede creer en serio que un tipo como Donald Trump y sus cuates ignoran lo que est¨¢ pasando en el planeta con las emisiones de efecto invernadero? ?Ignoran que estamos acerc¨¢ndonos a un Rubic¨®n, como explican los climat¨®logos m¨¢s rigurosos, en el que el dilema es Stabilized Earth o Hothouse Earth, lograr una estabilizaci¨®n o que la Tierra sea un infierno? No lo ignoran, por muy chiflados que parezcan. Cuando hablamos de esta clase de presuntos pirados, hay un test infalible.
¡ª?Queman el dinero?
¡ª?No, ni de co?a!
¡ªPues entonces no est¨¢n tan locos.
Lo que ocurre es que, como escribe con precisi¨®n escatol¨®gica el antrop¨®logo Mui?o, gente como Trump o Bolsonaro han llegado al poder ¡°con el mandato de apurar la copa de los combustibles f¨®siles hasta las heces¡±. Y el poder del ¡°capitalismo f¨®sil¡± no es una broma. Incluso, con alegr¨ªa eufem¨ªstica, puede presentarse como defensor del medio ambiente. Leyendo informaci¨®n sobre una ¡°feria de armamento¡±, hab¨ªa empresas que utilizaban con todo desparpajo t¨¦rminos propios del lenguaje ecologista. No les falta raz¨®n. Ciertamente es un sector en ¡°crecimiento sostenible¡±.
Los negacionistas andan a su bolo y a su bulo. Y les va mejor de lo que parece. En la BBC, en una autocr¨ªtica sobre el tratamiento de la emergencia clim¨¢tica, han considerado que en los debates no es obligado que aparezca uno de esos tipos con la ch¨¢chara de que no ¡°hay consenso cient¨ªfico sobre la realidad del cambio clim¨¢tico¡± o de que ¡°el cambio clim¨¢tico est¨¢ provocado por la ¨®rbita terrestre alrededor del Sol¡±. Pero aqu¨ª no solo se les da cancha en los medios. ?Ya los tenemos en el coraz¨®n de las instituciones!
Parte de la ch¨¢chara tambi¨¦n, negacionista o no, es que en los problemas del medio ambiente todos somos igual de culpables. Todos queremos consumir m¨¢s, todos queremos ser ricos, todos vamos de f¨®sil. As¨ª que la atm¨®sfera es v¨ªctima de una especie de ¡°pecado original¡± compartido. Pero no. Lo que ocurre con el planeta es un crimen. Y la pregunta es, como en las obras de ¡°serie negra¡±, a qui¨¦n beneficia.
Hace a?os, en un debate de altura, Umberto Eco y Antonio Tabucchi discutieron sobre el compromiso intelectual a partir del s¨ªmil de un incendio. Eco dijo con humor inteligente que lo que hab¨ªa que hacer ante el fuego era muy sencillo: llamar a los bomberos. Tabucchi, que ten¨ªa una iron¨ªa m¨¢s ¡°piel roja¡±, se pregunt¨®: ¡°?Y qu¨¦ pasa si no vienen los bomberos?¡±. A?adi¨®: ¡°Tambi¨¦n es fundamental por qu¨¦ se inici¨® el incendio, saber de d¨®nde viene el fuego¡±.
El negacionismo no es una excentricidad, esa bobada de ser ¡°pol¨ªticamente incorrecto¡±, que es el trato que le dan en los medios de comunicaci¨®n y en las redes quienes lo airean. Es algo m¨¢s serio. El principio de un totalitarismo que se expande, en gran parte, por el vac¨ªo y el conformismo cultural. Estos d¨ªas se celebra en Madrid la Cumbre sobre el Clima. En las noticias previas se habl¨® mucho del coste para el Estado o de los beneficios hosteleros de este encuentro internacional. Tambi¨¦n se hablaba de la joven Greta, pero muy poco de su mensaje. M¨¢s que la ¡°huella ecol¨®gica¡± parec¨ªa importar la ¡°huella de la celebrity¡±. Por su parte, nuestros cr¨¢neos privilegiados segu¨ªan con sus obsesiones dom¨¦sticas. El apocalipsis, para ellos, empieza en los Pirineos. Tengo la esperanza de que, por unos d¨ªas, la conversaci¨®n haya cambiado y se est¨¦ debatiendo el porqu¨¦ del incendio global y de d¨®nde viene el fuego.
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