Formar Gobierno

Con la constituci¨®n de las C¨¢maras comenz¨® ayer una de las legislaturas m¨¢s complejas de la reciente historia democr¨¢tica en Espa?a. No solo por la fragmentaci¨®n pol¨ªtica que se refleja en la distribuci¨®n de esca?os entre casi una veintena de fuerzas pol¨ªticas, sino tambi¨¦n por la l¨®gica que sigue dominando la acci¨®n de los partidos con mayor representaci¨®n. La obtenci¨®n de la vicepresidencia cuarta del Congreso por parte de un grupo como Vox es precisamente una manifestaci¨®n de esa l¨®gica, que, en este como en muchos otros asuntos, se limita a sacrificar la posibilidad de alcanzar acuerdos de fondo a la consecuci¨®n de objetivos t¨¢cticos inmediatos. El cruce de reproches entre socialistas y populares a cuenta de la vicepresidencia de Vox no puede ocultar el hecho de que los dos partidos est¨¢n bajo sospecha, al haber buscado el propio beneficio de forma que los efectos secundarios apareciesen como responsabilidad del otro. El Partido Socialista pudo evitar que Vox accediera a la direcci¨®n del Congreso renunciando a la vicepresidencia primera, y el Partido Popular se libr¨® de prestarle sus votos no porque buscara subrayar sus diferencias con la ultraderecha, sino porque esta rechaz¨® el arreglo que le propon¨ªa y que favorec¨ªa a Ciudadanos.

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A partir de este momento se abre un periodo en el que los distintos grupos est¨¢n obligados a contribuir a la formaci¨®n de una mayor¨ªa parlamentaria capaz de investir a un candidato a la presidencia del Gobierno, para el que la Constituci¨®n no fija plazo. Esta ausencia de l¨ªmite temporal no puede interpretarse seg¨²n la pauta establecida en las tres ¨²ltimas legislaturas, dos de ellas fallidas. El silencio de la Constituci¨®n en este punto no equivale a una licencia para demorar indefinidamente las negociaciones, prolongando la permanencia del Gobierno en funciones y reduciendo a m¨ªnimos la actividad de la C¨¢mara. Sobre la nueva presidenta del Congreso, Meritxell Batet, recae la responsabilidad de encontrar un dif¨ªcil equilibrio entre el respeto a los ritmos de negociaci¨®n que necesitan los partidos para no frustrar las posibilidades de acuerdo, si las hubiera, y la obligaci¨®n de garantizar el cumplimiento de los deberes inexcusables del Legislativo. El primero, otorgar cuanto antes la confianza a un Ejecutivo que empiece a trabajar.

Las C¨¢maras que iniciaron ayer su andadura son resultado de un fracaso pol¨ªtico no imputable al sistema constitucional, sino al uso que los partidos han venido haciendo de ¨¦l. En algunos casos, confundiendo la afirmaci¨®n de determinadas convicciones con espect¨¢culos que mueven a la verg¨¹enza ajena, como las f¨®rmulas elegidas por algunos diputados para acatar la Constituci¨®n. El mandato que los ciudadanos expresan a trav¨¦s de las urnas no es, en ¨²ltima instancia, formar uno u otro Gobierno, sino, sencillamente, formar Gobierno, exactamente el que permitan las mayor¨ªas alcanzadas dentro del respeto a la Constituci¨®n y a los valores constitucionales. Un nuevo fracaso en esta legislatura acentuar¨ªa la par¨¢lisis pol¨ªtica, agravando los problemas para los que todav¨ªa se puede encontrar una soluci¨®n. Pero, adem¨¢s, pondr¨ªa en grave riesgo el sistema, puesto que una nueva convocatoria electoral, la tercera desde el pasado 28 de abril, radicalizar¨ªa a¨²n m¨¢s las posiciones y no resolver¨ªa el bloqueo.