Brigada parasitaria
Las labores de la polic¨ªa patri¨®tica arrojan sombras que es preciso aclarar
El presunto mu?idor de la denominada polic¨ªa patri¨®tica, el comisario Eugenio Pino, y uno de sus subordinados, el inspector Bonifacio D¨ªaz Sevillano, se sentar¨¢n en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid en junio del pr¨®ximo a?o por el supuesto intento de introducir documentos obtenidos de manera presuntamente irregular en el sumario del caso Pujol. Coincidiendo con esta citaci¨®n, se ha sabido, adem¨¢s, que otro presunto integrante de esta oscura trama, el comisario Andr¨¦s G¨®mez Gordo, va a ocupar la jefatura de una comisar¨ªa de Madrid. G¨®mez Gordo, actualmente en Alicante, obtuvo su nuevo puesto en un concurso de m¨¦ritos celebrado en noviembre, pese a estar imputado por el espionaje al extesorero del Partido Popular Luis B¨¢rcenas.
M¨¢s all¨¢ del problema de presunta corrupci¨®n policial puesto de relieve por las actuaciones conocidas del comisario jubilado Villarejo y de su entorno, la extensi¨®n de la trama, as¨ª como su supervivencia en el tiempo, suscita numerosos interrogantes acerca del papel que pudo desempe?ar en su creaci¨®n el exministro de Interior Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz. En su caso, se da adem¨¢s la circunstancia de que ¨¦l mismo fue v¨ªctima del espionaje, al ser grabado en su despacho oficial. Aun en el supuesto de que Fern¨¢ndez D¨ªaz no tuviera responsabilidad alguna en los informes por los que funcionarios policiales a sus ¨®rdenes est¨¢n compareciendo ante los jueces, el hecho de que un ministro no est¨¦ seguro en la sede de su propio ministerio revela deficiencias inconcebibles en su gesti¨®n, as¨ª como errores inexplicables en la confianza depositada en personas con acceso a ¨¦l. La llegada al Ministerio del Interior de su actual titular en funciones, Fernando Grande-Marlaska, supuso el fin de las pr¨¢cticas de la polic¨ªa patri¨®tica, uno de cuyos integrantes ¡ªVillarejo¡ª se encuentra en prisi¨®n y otros se encuentran imputados por la Audiencia Nacional.
La promoci¨®n de G¨®mez Gordo no tiene por qu¨¦ responder necesariamente a una reminiscencia de las cloacas que Grande-Marlaska consider¨® desmanteladas en abril, puesto que se ampara en la presunci¨®n de inocencia que establece el Estado de derecho y en una normativa policial excesivamente laxa. Pero suscita una duda inevitable sobre si, en efecto, el trabajo pudo o no ser completado. Entre otras razones, porque no es esta la primera vez en que la carrera del comisario G¨®mez Gordo parece inmune a su situaci¨®n judicial, sin que los m¨¢ximos responsables de Interior hayan podido hacer otra cosa que lamentarlo.
Villarejo no solo fue el responsable de crear una trama privada que actuaba en paralelo a la polic¨ªa, sino que adem¨¢s particip¨® en una brigada parasitaria del Estado, que se val¨ªa de sus medios materiales y de sus agentes. Por eso es preciso conocer qui¨¦n en el Estado, y a qu¨¦ nivel, decidi¨® que se inhibieran los controles.
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