Un olvido recordado
EN EL SUPLEMENTO?Ideas de hace unos domingos, un art¨ªculo de Sara Mesa conmemoraba los cuarenta a?os de la defunci¨®n de la pionera revista Vindicaci¨®n feminista, que dur¨® de 1976 a 1979, sac¨® 29 n¨²meros y lleg¨® a tener unas ventas de 25.000 ejemplares. Como se consignaba, la fundaron Lidia Falc¨®n y Carmen Alcalde y en ella s¨®lo escrib¨ªan mujeres, entre las cuales estuvieron Ana Mar¨ªa Moix, Nativel Preciado, Maruja Torres, ?Marta ?Pessarrodona, Cristina Alberdi, Anna Estany y Rosa Montero, adem¨¢s de otras de nombre m¨¢s olvidado. Una de ellas se llamaba Luisa Viella y en realidad nunca existi¨®, porque ese fue el pseud¨®nimo que las directoras me eligieron para una cr¨®nica o reportaje, ignorando que yo lo hab¨ªa escrito. As¨ª que debo de ser el ¨²nico var¨®n que, clandestinamente, colabor¨® en aquella revista, al parecer hoy venerada por las feministas nuevas.
Yo mismo lo hab¨ªa olvidado, hasta leer el mencionado art¨ªculo. No hubo por mi parte ¨¢nimo de enga?o, todo lo contrario: deseo de ayudar a una conocida que sufr¨ªa el permanente acoso de su marido, con alguna agresi¨®n incluida (estaba separada de ¨¦l, pero no hubo divorcio en Espa?a hasta 1981). Viv¨ªa yo entonces en Barcelona, donde naci¨® Vindicaci¨®n. La mujer en cuesti¨®n era amiga de la mujer con la que yo conviv¨ªa. La acosada se llamaba Nati Lorenzo, y supe tiempo m¨¢s tarde que hab¨ªa muerto en un accidente (eso me dijeron) al resbalar desde un tejado. Estaba tan desesperada, y tan desprotegida por la ley, que decidi¨® contar su historia a la revista, con la esperanza de que la airearan las responsables. ?stas dieron su visto bueno y le encomendaron un texto con el relato de su caso en tercera persona. Pero Nati no sab¨ªa hacer eso, darle orden ni expresi¨®n ni escribirlo ¡°desde fuera¡±. As¨ª que su amiga me pidi¨® a m¨ª que le echara una mano (hab¨ªa ya publicado mis dos primeras y juveniles novelas). Nati me cont¨®, tom¨¦ notas, y le entregu¨¦ una pieza que se public¨® en n¨²mero y fecha que desconozco, pues en el recorte que guardo en mis viejas carpetas no figuran ni lo uno ni lo otro. Pero s¨ª conservo el texto, debi¨® de formar parte de una secci¨®n fija, ¡°El hecho flagrante¡±. Se titul¨® ¡°Una mujer al desamparo de la ley¡± y comienza as¨ª: ¡°El hecho flagrante nos viene relatado hoy por Natividad Lorenzo, de 36 a?os. Nati es madre de tres hijos y lleva a?o y medio separada provisionalmente de su marido Antonio, tras doce a?os de matrimonio, m¨¢s que de vida en com¨²n, con ¨¦l¡±. La cr¨®nica es bastante extensa, ocupa dos p¨¢ginas impresas en letra apretada y lleva dos ilustraciones: una foto en la que se ve (poco) a Nati y a sus tres hijos, dos ni?os y una ni?a, y un fragmento de una ¡°Providencia¡± del juez Castro y Anc¨®s, por la cual, entre otras cosas, se proh¨ªbe la entrada al domicilio conyugal de cualquier persona ¡°extra?a al mismo¡±.
Recuerdo que cuando Nati present¨® el escrito a las directoras de Vindicaci¨®n feminista, ¨¦stas le preguntaron qui¨¦n se lo hab¨ªa hecho. Dado que mi abuelo se apellid¨® Mar¨ªas de Sistac, le suger¨ª que dijera: ¡°Una amiga, Maria Sistac¡±, que sonaba suficientemente catal¨¢n. As¨ª lo hizo, y la respuesta fue: ¡°Bueno, deja que el nombre lo elijamos nosotras¡±. El texto de Luisa Viella, pues, termina con estos p¨¢rrafos, seg¨²n veo: ¡°Y, sin embargo, el padre y el hermano de Nati se han presentado en su casa: tuvieron ese atrevimiento, y la osad¨ªa le ha costado a Nati que se siga contra ella proceso criminal por desacato a la autoridad. Esto quiere decir que Nati puede acabar con sus huesos en la c¨¢rcel durante una temporada (pues a lo mejor para cuando tenga lugar el juicio Antonio se ha retrasado varios meses en el pago de las mensualidades y Nati no tiene con qu¨¦ abonar una fianza) por haber sido visitada por su padre y su hermano en el domicilio en el que habita. ?Y por qu¨¦ se prohibi¨® la entrada de cualquier persona ajena al domicilio conyugal? El juez, por el mero hecho de ser Nati mujer, da esa orden. ?D¨®nde est¨¢n las pruebas que demuestren que Nati lleva una vida desordenada? No las hay, pero no importa: Nati es mujer y, por lo tanto, siempre ser¨¢ culpable hasta que no se demuestre lo contrario. Pero nada de esto es desacostumbrado¡, porque estas leyes son as¨ª para todas las mujeres, la ley es moral y la moral es costumbre¡ Nati vive encerrada, sin poder pasar una noche fuera o recibir a su propio padre; vive en una especie de libertad provisional, casi en un r¨¦gimen de prisi¨®n atenuada, merced a las resoluciones judiciales de un juez y unas leyes que, una vez m¨¢s, atentan descaradamente contra la mujer¡±.
Ser¨ªa 1976 y tendr¨ªa yo 24 o 25 a?os, calculo. En mucho he cambiado, pero podr¨ªa suscribir las viejas palabras de Luisa Viella, a quien hab¨ªa olvidado. Entonces s¨ª que eran a¨²n atroces la desprotecci¨®n y el sometimiento de las espa?olas. Ser¨ªa de agradecer que no se fingiera que nada ha variado desde aquellos d¨ªas. Y que no llamen machista, ¡°machirulo¡± y otros idiotas vocablos a quien fue colaborador oculto de la m¨ªtica Vindicaci¨®n feminista, en tiempos mucho m¨¢s dif¨ªciles que estos para las mujeres.
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