Las bajas tasas de recaudaci¨®n de impuestos tienen consecuencias devastadoras para el desarrollo
En ?frica, los ingresos fiscales representan el 18,2% del producto interior bruto, en comparaci¨®n con el 40% de una t¨ªpica econom¨ªa avanzada
Con la llegada del fin de a?o, la mayor¨ªa de los gobiernos debe enfrentarse a los hechos: su recaudaci¨®n de impuestos es mucho m¨¢s baja de lo esperado. Y si casi todos est¨¢n ahora desesperados por aumentar los ingresos fiscales, la situaci¨®n es m¨¢s delicada en los pa¨ªses en desarrollo. En ?frica, por ejemplo, los ingresos fiscales representan el 18,2% del producto interior bruto, en comparaci¨®n con el 40% de una t¨ªpica econom¨ªa avanzada.
Las bajas tasas de recaudaci¨®n de impuestos tienen consecuencias devastadoras para el desarrollo. Los gobiernos tienden a compensar esta p¨¦rdida aumentando la carga fiscal de las peque?as y medianas empresas o de los ciudadanos y las familias; generalmente aumentando los impuestos sobre las ventas, como por ejemplo el impuesto sobre el valor a?adido (IVA). Adem¨¢s, esto implica menos dinero para invertir en bienes p¨²blicos como la salud, las infraestructuras y la educaci¨®n, la lucha contra la pobreza y las consecuencias del cambio clim¨¢tico. Esta es la raz¨®n por la que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que persiguen, entre otros fines, erradicar la pobreza, han establecido la movilizaci¨®n de los ingresos como un objetivo por s¨ª solo.
Con la creencia equivocada de que lo que se requiere para abordar la actual desaceleraci¨®n es un mayor alivio fiscal para las empresas, algunos pa¨ªses como el m¨ªo, India, han ofrecido nuevas reducciones de impuestos a las compa?¨ªas. Sin embargo, la evidencia de que estos incentivos atraen la inversi¨®n es controvertida, seg¨²n un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI). En cualquier caso, incluso si el tipo impositivo es muy bajo, esto pa¨ªses no pueden competir con muchos para¨ªsos fiscales, donde no se pagan impuestos. Por suerte, existen otras medidas que podr¨ªan proporcionar al gobierno un significativo aumento de los ingresos fiscales. Una de las m¨¢s obvias es garantizar que las empresas multinacionales paguen la cuota de impuestos que realmente les corresponde.
Es bien sabido que las multinacionales consiguen evitar la tributaci¨®n en la mayor¨ªa de los pa¨ªses repartiendo los precios de las transacciones entre sus filiales de forma que los beneficios se registren en los pa¨ªses con impuestos m¨¢s bajos, en vez de hacerlo donde realizan las actividades econ¨®micas reales y generan valor. Las cosas han empeorado a¨²n m¨¢s con las empresas digitales, de las cuales, las mayores generan miles de millones de d¨®lares en ganancias en todo el mundo, pero casi no pagan impuestos. El FMI ha estimado que por ello los pa¨ªses pierden 500.000 millones de d¨®lares al a?o. Adem¨¢s, esto conlleva injustas reglas en el juego, ya que las empresas nacionales tienen que pagar impuestos que las multinacionales pueden evitar.
La Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) lo ha reconocido e incluso ha hecho un intento tard¨ªo de incluir a los pa¨ªses en desarrollo a trav¨¦s de lo que denomina su marco inclusivo. Con 134 miembros, es el lugar donde se decidir¨¢ el futuro sistema fiscal global. Hasta ahora, este proceso ha producido algunos beneficios. Sin embargo, no ha abordado la ra¨ªz del problema: el sistema todav¨ªa permite a las empresas trasladar sus beneficios a donde quieran y aprovechar las jurisdicciones con impuestos muy bajos.
Es bien sabido que las multinacionales consiguen evitar la tributaci¨®n en la mayor¨ªa de los pa¨ªses repartiendo los precios de las transacciones entre sus filiales
Pero esto puede cambiar si hay voluntad pol¨ªtica. La idea b¨¢sica es incre¨ªblemente simple y ha sido propuesta por la Comisi¨®n Independiente para la Reforma de la Tributaci¨®n Internacional de las Empresas (ICRICT), de la cual soy miembro. Es la siguiente: puesto que una multinacional funciona realmente como una sola entidad, deber¨ªa ser tratada como tal a efectos fiscales. Es decir, los beneficios globales totales de una multinacional deben calcularse y luego repartirse entre los pa¨ªses seg¨²n una f¨®rmula basada en las ventas, los empleados y los usuarios (en el caso de las digitales). Esto ya se hace en Estados Unidos, donde los gobiernos estatales tienen el poder de establecer tasas de impuestos directos e indirectos.
Eso s¨ª, se deber¨ªa acordar internacionalmente un impuesto de sociedades m¨ªnimo para evitar que las empresas se desplacen a jurisdicciones de baja tributaci¨®n. ICRICT sugiere un tipo del 25%. De esta manera, cada pa¨ªs puede gravar a las multinacionales que operan en sus jurisdicciones seg¨²n su participaci¨®n definida por la f¨®rmula.
Se podr¨ªa argumentar que esto solo funcionar¨ªa si todos los pa¨ªses estuvieran de acuerdo, y ciertamente ese es el ideal al que se debe aspirar. Pero la grandeza de esta propuesta es que con que solo algunos pa¨ªses grandes se movilicen, desplazar los beneficios ya no ser¨ªa tan ventajoso para las empresas globales. Si los grandes mercados, como los Estados Unidos y la Uni¨®n Europea juntos, decidieran gravar de acuerdo con este principio, habr¨ªa pocos incentivos para que las multinacionales trasladasen la declaraci¨®n de beneficios a otros lugares. De hecho, el Gobierno indio ya se ha planteado adoptar una iniciativa unilateral como esta para las empresas digitales.
Los beneficios globales totales de una multinacional deben calcularse y luego repartirse entre los pa¨ªses seg¨²n una f¨®rmula basada en las ventas, los empleados y los usuarios
El mes pasado, la OCDE present¨® propuestas y, por primera vez, se mostr¨® dispuesta a aplicar la tributaci¨®n unitaria a las multinacionales, en vez de permitirles que declaren beneficios como un grupo de filiales. Pero hay algunos flecos en estas propuestas que podr¨ªan neutralizar su resultado, como se expone claramente en el nuevo informe del ICRICT.
El mayor problema es la separaci¨®n arbitraria entre lo que la OCDE llama beneficios rutinarios y residuales y la propuesta de que solo los beneficios residuales est¨¦n sujetos a impuestos unitarios. Esto no tiene ninguna justificaci¨®n econ¨®mica, ya que los beneficios son, de todos modos, netos, es decir, excluyen varios costes e intereses. La propuesta no especifica claramente los criterios para determinar los beneficios rutinarios, sino que sugiere que se utilizar¨¢ el "principio de igualdad de condiciones" para definirlo, lo cual anula el prop¨®sito. En realidad, no existe en ninguna parte del mundo un sistema de tributaci¨®n de las empresas que haga tal distinci¨®n, as¨ª que ?por qu¨¦ deber¨ªa basarse en ello un sistema internacional?
Otra preocupaci¨®n se refiere a la f¨®rmula que se utilizar¨¢ para distribuir los beneficios imponibles. La OCDE sugiere que el criterio sean los ingresos por ventas, pero los pa¨ªses en desarrollo saldr¨ªan perdiendo, ya que a menudo son los productores de los productos b¨¢sicos que se consumen en las econom¨ªas avanzadas. En cambio, el grupo de pa¨ªses en desarrollo que a¨²na el G24 ha propuesto que se utilice una combinaci¨®n de ventas, usuarios y empleados, lo cual tiene mucho m¨¢s sentido.
Es importante que los pa¨ªses en desarrollo examinen seriamente esta cuesti¨®n y adopten una posici¨®n clara en las reuniones de la OCDE, porque el resultado ser¨¢ muy relevante para su capacidad de aumentar los ingresos fiscales. Los gobiernos que en la actualidad son ineficientes en la lucha contra la desaceleraci¨®n econ¨®mica y la disminuci¨®n de los ingresos fiscales no pueden permitirse el lujo de dejar pasar esta crucial oportunidad. Tal vez sea necesaria una mayor presi¨®n p¨²blica para que los gobiernos respondan.
Jayati Ghosh es profesor de econom¨ªa en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi y miembro de la Comisi¨®n Independiente para la Reforma de la Tributaci¨®n Internacional de las Empresas (ICRICT).
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