La necesaria reforma del sistema de cooperaci¨®n para el desarrollo europeo
La inexistencia de una cabeza que lidere y coordine, con unos par¨¢metros claros para todos, no es una buena forma de contribuir a la agenda global
Con el nuevo milenio, la Agenda Global ha ido col¨¢ndose en la pol¨ªtica exterior, la cooperaci¨®n internacional y la agenda dom¨¦stica a un ritmo sin precedentes. A nivel europeo, el Consenso sobre Desarrollo (2005) fue, ante todo, un intento de adaptarse a esa tendencia. Se?al¨® un momento decisivo en el que las instituciones de la UE y sus Estados miembros reconocieron la necesidad de mejorar el sistema europeo de cooperaci¨®n, altamente fragmentado, y crear un marco com¨²n que redujese la complejidad, mejorase la coordinaci¨®n y aumentase el impacto de la contribuci¨®n europea.
Con ello vino un experimento ¨²nico en el desarrollo de un marco incremental de pol¨ªticas a m¨²ltiples niveles. Ese experimento, completamente desconocido en el d¨ªa a d¨ªa de los europeos, ha arrojado resultados incomparables en la maquinaria t¨¦cnica de la cooperaci¨®n, especialmente en cuanto a la coordinaci¨®n de los ciclos de programaci¨®n y divisi¨®n del trabajo, as¨ª como el desarrollo gradual de herramientas de implementaci¨®n conjunta entre los actores tradicionales de la cooperaci¨®n para el desarrollo europea.
La adopci¨®n de la nueva Agenda Global en 2015 invit¨® a revisar el Consenso Europeo y la opci¨®n elegida, "trabajar mejor juntos", se alinea con una tendencia a la moda: alcanzar objetivos compartidos, como por ejemplo los Objetivos de Desarrollo Sostenible, mediante la creaci¨®n de un espacio en el que compiten y cooperan al mismo tiempo multitud de entidades y en el que se invita a federalizar moderadamente los esfuerzos de los estados de la UE.
?Es ese un modelo eficaz para el presente y el futuro? No solo no es eficaz, sino que incorpora considerables riesgos, muy en sinton¨ªa con el debilitamiento que se ha producido durante los ¨²ltimos a?os en el proyecto de integraci¨®n europeo. La falta de una cabeza que lidere y coordine, con unos par¨¢metros claros para todos, no es una buena forma de contribuir a la agenda global, no reduce la fragmentaci¨®n y tampoco crea incentivos para mejorar la calidad de la cooperaci¨®n. Por si eso no fuera poco, el espacio para trabajar mejor juntos se construye sobre las considerables diferencias de tama?o y capacidad. En el caso europeo, esa asimetr¨ªa es doble. Existe tanto entre los operadores de la cooperaci¨®n como en la diferente capacidad para influir en la toma de decisiones de los estados de la UE. Si bien en la pr¨¢ctica diaria eso no parece notarse mucho, a medida que las posiciones dominantes se acent¨²an, disminuye al nivel de confianza entre las partes y desincentiva las posibilidades de un marco de trabajo eficaz para promover juntos el desarrollo.
La cooperaci¨®n internacional es, todav¨ªa, una parte esencial del ADN europeo, fuertemente vinculado a su sistema de valores. Por ello cuenta con el apoyo de los ciudadanos y es una l¨ªnea de trabajo
?Por qu¨¦ es importante tener estos riesgos en cuenta? Durante estos a?os observamos un proceso significativo de repolitizaci¨®n, que naturalmente tambi¨¦n afecta a la Agenda Global. La salida de EE UU del Acuerdo de Paris, la incapacidad de avanzar en un marco de cooperaci¨®n global en materia de migraci¨®n (Pacto Mundial sobre Migraci¨®n) o el debilitamiento de la capacidad de actuaci¨®n de organizaciones como la OMC son buenos ejemplos de ese nuevo espacio en el que tanto la pol¨ªtica exterior como la cooperaci¨®n internacional deben navegar en procesos de discontinuidad e improvisaci¨®n. Si ese es el panorama actual, los escenarios que se plantean a corto plazo (con la posible reelecci¨®n de Trump o un Brexit enquistado) claramente demandan que la Uni¨®n se convierta en una alternativa o referente pol¨ªtico a nivel global.
No me cansar¨¦ de repetir que el retorno a los enfoques intergubernamentales (fomentado por el Tratado de Amsterdam en 1998 y acelerado despu¨¦s del fracaso del tratado constitucional en 2005) no solo no ha provisto soluciones convincentes, sino que llevan demasiados a?os desalentando el papel que se espera de la UE en el mundo. A estas alturas, a pesar del buen trabajo t¨¦cnico que generalmente realizan las instituciones europeas, no hay pr¨¢cticamente nada que permita sospechar que Bruselas juega un papel importante en las leg¨ªtimas aspiraciones de sus ciudadanos. Menos a¨²n de los m¨¢s j¨®venes. Y ese es el gran problema.
La cooperaci¨®n internacional es, todav¨ªa, una parte esencial del ADN europeo, fuertemente vinculado a su sistema de valores. Por ello cuenta con el apoyo de los ciudadanos y es una l¨ªnea de trabajo, pragmatismo e inversi¨®n fundamental para los pr¨®ximos a?os. El discurso de investidura de Ursula von Layden fue prometedor, pero no es suficiente. La UE debe dejar de ser una mera agregaci¨®n estad¨ªstica en las cuentas de la OCDE. Para ello debe reemplazar el ¡°negocio¡± de trabajar mejor juntos, del que siempre se va a beneficiar Alemania, con una disposici¨®n m¨¢s firme para desarrollar un espacio europeo, adecuadamente institucionalizado y mucho m¨¢s eficaz, que reemplace frases huecas por resultados y coloque la contribuci¨®n europea a la Agenda Global a la altura de lo que esperamos
Carlos Buhigas Schubert es el fundador de Col-lab.
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