Todas las mujeres de Luciano Pavarotti
Esposas, hijas y amantes del tenor lo recuerdan con cari?o y sin reproches en un documental
No todo fue un camino de rosas en el romance que mantuvieron Luciano Pavarotti y Nicoletta Mantovani. M¨¢s all¨¢ del esc¨¢ndalo con Italia dividida acerca de la relaci¨®n entre el tenor y su secretaria 34 a?os menor que ¨¦l, padecieron verdaderas jugarretas del destino. Cuando apenas empezaban a estar juntos, hacia 1994, a ella le diagnosticaron esclerosis m¨²ltiple en una ¨¦poca en que apenas se conoc¨ªan a fondo las consecuencias de la enfermedad. Los m¨¦dicos se mostraban tan cautos en sus previsiones que un buen d¨ªa le dijeron a Nicoletta que no podr¨ªa volver a jugar al tenis: ¡°?Qu¨¦ hizo Luciano? Me regal¨® una raqueta y me dijo: ''vamos a ver¡¡±.
As¨ª era Pavarotti, seg¨²n su viuda: ¡°All¨¢ donde le sorprend¨ªa la oscuridad, siempre encontraba una salida con luz¡±. Se lo comentaba a EL PA?S este martes en Madrid, donde vino a presentar Pavarotti, el documental que ha rodado Ron Howard sobre su esposo, fallecido en 2007, con 71 a?os. ¡°Cuando lo recuerdo siempre se impone la alegr¨ªa contagiosa: era una persona que no hablaba mal de nadie, ni le interesaba el conflicto¡±.
Como prueba quedan los testimonios de las mujeres que lo rodearon. Pese a sus l¨ªos, pese a los divorcios, a sus escarceos y enga?os, todas ellas hablan bien de ¨¦l: esposas, tanto Mantovani como Adua Veroni; amantes, caso de la cantante Madelyn Renee, sus tres hijas mayores (Lorenza, Cristina y Giuliana), agentes, asistentes¡ Ninguna cuenta pendiente, ni una gota de rencor para un documental que bien pudiera titularse San Luciano. ¡°Eso es bonito. Reparti¨® tanto amor que es justo que reciba lo mismo a cambio. Aunque entre nosotras las relaciones no sean perfectas, me parece justo que su figura y su recuerdo produzca eso¡±, asegura Mantovani.
Las cuentas parecen saldadas en la familia. Tras el reparto por la mitad de una herencia que se valor¨® en 200 millones, no es que vayan a pasar juntos estas pr¨®ximas fiestas, pero en su recuerdo han vencido los buenos momentos frente a los disgustos. Y eso que los tuvo malos, incluso desde la infancia. Su historia podr¨ªa ser un buen argumento para Rossellini o Vittorio de Sica: un ni?o de la guerra, hijo de un panadero tenor que le contagi¨® la pasi¨®n por el canto convertido en la alegr¨ªa, no solo de su casa, sino de todo el edificio donde fue a parar nada m¨¢s nacer en Modena: ¡°Fui el primer ni?o que entraba por el portal en seis a?os¡±. Lo cuidaba la familia y los vecinos como un tesoro que se impone al eco de las bombas. ¡°Eso no impidi¨® que fuera espabilado¡±, asegura el propio Pavarotti en el documental.
Como los peligros y los virus acechaban, cay¨® enfermo de meningitis. Casi muere: ¡°Eso fue algo crucial para ¨¦l¡±, asegura Mantovani. ¡°Al salir del hospital, se jur¨® no desperdiciar ni un minuto de su vida. Ve¨ªa el mundo con ojos de ni?o. Se fiaba de la gente y se apasionaba por todo. Su secreto fue saber transmitir todo eso al p¨²blico. Esa huella pervive, lo sigue consiguiendo. Mucha gente todav¨ªa se conmueve con ¨¦l¡±.
La visi¨®n id¨ªlica de su leyenda recorre el documental. ?Demasiado id¨ªlica? ¡°Entiendo que esa faceta positiva choque un poco hoy¡±, dice Mantovani. ¡°Vivimos una ¨¦poca de divisi¨®n. Y eso ha producido miedo generalizado, al menos en Italia: ?Por qu¨¦ estamos todos tan asustados? No conocemos al vecino, si sustituy¨¦ramos ese pavor por curiosidad hacia el pr¨®jimo nos ir¨ªa mejor. En este mundo en que nos criticamos con tanta dureza desde las pantallas, Luciano representaba una verdad opuesta. Eso no es santificarlo, sino resaltar sus virtudes positivas¡±, dice su viuda.
Para ejemplo ¨ªntimo, el de la propia Mantovani. Estar a su lado cuando le diagnosticaron su enfermedad marc¨® su forma de enfrentarse a ella: ¡°Estar a su lado, me ayud¨® a afrontarla como una lucha para crecer internamente. Me animaba a encarar todo desde otro punto de vista. Que lo importante en la vida no es estar de pie sino levantarse cuando caes. Esto me ha quedado como ense?anza para el resto de mi vida. En cualquier momento crudo, encontraba el camino correcto. Fue un gran maestro de vida, un verdadero tutor¡±.
No cree que le cambiar¨ªa el car¨¢cter ni los disgustos que pudieran provocarle figuras como el siniestro Salvini. Pero una cosa le queda clara a su viuda. Para ¨¦l, ser¨ªa un problema aceptarlo: ¡°Lo veo m¨¢s apoyando al movimiento de los sardinas, estos j¨®venes que finalmente se oponen espont¨¢neamente en las calles a la tendencia de ultraderecha, contra esta mentalidad que se basa en enfrentar a la gente y a destruirlo todo m¨¢s que en unirla¡±.
Su sue?o consist¨ªa en la democratizaci¨®n del arte y m¨¢s concretamente de la ¨®pera, algo que persigui¨® con los Tres Tenores ¡ª¨¦l, Josep Carreras y Pl¨¢cido Domingo¡ª o con iniciativas como Pavarotti and Friends, o colaborar con figuras del pop mundial. ¡°Adoraba sus a?os de infancia, cuando la gente cantaba ¨®pera en la calle. Al recluirla en los teatros, se volvi¨® privilegio de solo un cierto tipo de p¨²blico. Este documental va en esa direcci¨®n. Tiene un poco de master class. Busca que todo el mundo lo entienda y se interese por ello. Al menos a que se acerque, porque no podemos amar aquello que no conocemos previamente¡±, explica Mantovani.
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