El abrazo del inocente
La mala justicia tambi¨¦n contamina el aire. Es causa de insuficiencia respiratoria para un pa¨ªs
Si eres libre, amar¨¢s el mar. Y Jos¨¦ Manuel Marraco, aragon¨¦s, ama el mar. No es solo una emoci¨®n. Es un abogado defensor del mar. Lo defiende, cuando es atacado, ante los tribunales. A las bravas, el mar se defiende con un temporal. Por v¨ªa legal, el mar recurre al abogado Marraco.
Uno de los d¨ªas que estuvo en un juzgado coru?¨¦s para defender al mar, y a quienes lo defienden, aprovech¨® la tarde para subir a la Torre de H¨¦rcules. Subir de verdad, los 234 pelda?os. Iba animoso con la intenci¨®n po¨¦tica de vislumbrar Irlanda, y nadie le llev¨® la contraria. Lo imagino all¨ª , en la linterna del faro, rezando el salmo del pintor surrealista marino Urbano Lugr¨ªs: ¡°?Deber¨ªamos arrodillarnos ante el mar!¡±.
Ten¨ªamos una cita con ¨¦l para cenar esa noche, pero Marraco no aparec¨ªa. Su tel¨¦fono m¨®vil no daba se?al ninguna. Cuando empezamos a preocuparnos, resurgi¨® Marraco de la oscuridad, guiado por una amable escolta de la polic¨ªa local. Ven¨ªa feliz, ebrio de mar, con luz de linterna en los ojos. Abstra¨ªdo en el tiempo oce¨¢nico, hab¨ªa quedado encerrado en el faro. Pero ven¨ªa entusiasmado con la experiencia, como el farero de T¨ªr na n?g: ¡°Encantadora es la tierra m¨¢s all¨¢ de todos los sue?os¡±.
Jos¨¦ Manuel Marraco ama tambi¨¦n la monta?a. Y, por supuesto, la defiende ante los tribunales. A la monta?a, a quienes la defienden y a los seres que la habitan. En otros tiempos ser¨ªa un avisador de caza, que iba vestido de pa?o verde y con un cornet¨ªn para que los animales tuviesen tiempo para huir de la muerte.
Hace cinco a?os, Marraco, que tambi¨¦n milita en la pe?a zaragozana EnbiZzi, cumpli¨® el sue?o de subir al Tourmalet, 2.115 metros, puerto m¨ªtico del Tour. En bicicleta, y sin poner pie en tierra. Seguro que le ayud¨® la luz giratoria del faro y el vuelo de las ¨¢guilas que salv¨® en Los Cortados, cuando empez¨® a ser conocido como el abogado ¡°de toga y botas de campo¡±.
Ahora, a los 70 a?os, ha subido a un estrado honorable para recoger el Premio Especial a los Derechos Humanos que concede el Consejo General de la Abogac¨ªa. Tuvo un buen primer maestro, su abuelo Manuel Marraco, ministro de la Rep¨²blica, un ilustrado que le ense?¨® a leer en el m¨¢s extraordinario manuscrito. El de la tierra. Y tambi¨¦n aprendi¨® iron¨ªa, el humor que hace justicia. Como cuando exclama: ¡°?Los malos tienen muy buenos abogados!¡±. O cuando comenta la charla que acaba de tener con un abogado de Murcia, de los defensores del Mar Menor, en la que llegaron a una conclusi¨®n: ¡°Frente a la cl¨¢sica reivindicaci¨®n ¡®Quien contamine que pague¡¯, nos quedar¨ªamos muy satisfechos con que el que contamina no cobre¡±.
En Espa?a hay un dolor cr¨®nico que es el de la justicia. Frente al dominante estilo punitivo, reconfortan voces como la de Marraco: ¡°El abrazo del inocente no tiene precio¡±. Es un ¡°abogado de a pie¡±, con un historial ¨¦pico en el derecho ambiental. Pero es, sobre todo, un defensor de defensores. Hay m¨¢s de 300 carpetas en su modesto ¡°despacho de autor¡± que tratan de procesos abiertos a ecologistas o a personas que se manifestaron frente a la injusticia ambiental establecida. Frente a la violencia que sufre la naturaleza. Ha tenido amenazas por su labor, pero la iron¨ªa, como quer¨ªa Nabokov, ¡°hace retroceder a un bruto¡±.
¡°La sociedad va por delante de las leyes. El derecho a un medio ambiente sano deber¨ªa ser un derecho fundamental. Pero se avanza luchando¡±. En 1986 llev¨® adelante una denuncia que llevar¨ªa a la incorporaci¨®n en el C¨®digo Penal del delito de tr¨¢fico de especies protegidas. Tambi¨¦n el caso del Rubio, un oso abatido en Palencia, permiti¨® legitimar la acci¨®n popular para proteger el patrimonio natural como un bien superior. Son centenares las personas a las que ha defendido por ejercer la ¡°desobediencia civil¡± pac¨ªfica. Contra las centrales nucleares. Contra perforaciones petrol¨ªferas en mares protegidos. Contra la exportaci¨®n de armas a pa¨ªses en guerra. ¡°Gracias al valor de esa gente se han sacudido las conciencias, se han salvado especies, protegido espacios naturales. La situaci¨®n es l¨ªmite, pero el planeta ya no va a morir de indiferencia¡±.
La mala justicia, la que se mueve con combustible f¨®sil, tambi¨¦n contamina el aire. Es causa de insuficiencia respiratoria para un pa¨ªs. La lecci¨®n de Marraco: los derechos humanos son parte del medio ambiente.
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