Si este a?o te has propuesto comer sano, ponte a cocinar
La ¨²nica forma de acceder a una alimentaci¨®n de calidad, econ¨®mica y saludable es volver a cocinar y desterrar actitudes como la comodidad y la apat¨ªa.
Comer siempre ha sido una cuesti¨®n de clase social, como nos recuerda todo el cat¨¢logo de opciones que existen para ello, que van desde el humeante puesto de comida callejera hasta el excluyente club privado, pasando por la democr¨¢tica barra de la taberna de barrio o las elegantes mesas de un restaurante reputado. Cada colectivo posee su territorio de aprovisionamiento, que se suele intervenir de arriba hacia abajo y rara vez de abajo hacia arriba. Es m¨¢s com¨²n ver a un ejecutivo almorzando en un puesto de tacos de Ciudad de M¨¦xico que a una taxista tom¨¢ndose un c¨®ctel de vodka infusionado con quinua en un club londinense.
Existe una estrecha relaci¨®n entre lo que se come y el estatus socioecon¨®mico, pero tambi¨¦n con lo que el entorno alcanza a proveer en relaci¨®n con los ingresos de que se dispone. Dif¨ªcilmente se puede acceder a una alimentaci¨®n saludable donde solo existen cadenas de comida r¨¢pida, las ¨²nicas capaces de costear los alquileres en las calles m¨¢s transitadas, eso s¨ª, a costa de diluir la naturaleza primaria de la acci¨®n de comer, que no es otra que alimentarse. El listado de las ciudades del mundo con mayor n¨²mero de restaurantes fast food por cada 100.000 habitantes, elaborado por Spotahome (una plataforma online de alquiler de casas y habitaciones), evidencia que la colonizaci¨®n de este tipo de establecimientos es global y sin distinci¨®n entre pa¨ªses industrializados y en v¨ªas de desarrollo. Lideran ese ranking de locales de no comida Kuala Lumpur (Malasia), El Cairo (Egipto) y Lima (Per¨²), con R¨®terdam (Holanda), Atenas (Grecia) y Bucarest (Rumania) en cabeza en Europa y Valencia en Espa?a.
?Realmente esta situaci¨®n es solo consecuencia de los bajos recursos econ¨®micos? En un reportaje firmado hace unos a?os en un dominical de The New York Times, el periodista Mark Bittman se?alaba que dos tercios de la poblaci¨®n estadounidense admit¨ªan no tener problema en pagar un sobreprecio con tal de no malgastar su tiempo en cocinar. Y este es el quid de la cuesti¨®n: la b¨²squeda de la comodidad junto a una idea distorsionada del bienestar vinculada al m¨ªnimo esfuerzo act¨²an de coartada en esta realidad obesog¨¦nica. Nuestro mundo global, tecnol¨®gico, obsesionado con el ocio, la instantaneidad y la prisa, con nuevos roles tras la incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral, est¨¢ cambiando nuestra relaci¨®n con lo que nos llevamos a la boca. Se impone una dieta pobre y sin la diversidad de ingredientes y nutrientes requeridos para cubrir las exigencias alimentarias b¨¢sicas. Para muchos ciudadanos, la no comida se ha hecho asequible desde la apat¨ªa y la falta de conocimientos y habilidades culinarias, m¨¢s que desde la necesidad.
La brecha entre la comida de los hogares humildes y la de los m¨¢s favorecidos no est¨¢ tanto en el coste como en la variedad de alimentos. Desde la antig¨¹edad, la desigualdad entre el bol del campesino y la bandeja de los se?ores no era ¨²nicamente una cuesti¨®n de cantidad, sino sobre todo de calidad y complejidad de ingredientes. La historia nos ha ense?ado que a medida que se asciende en el escalaf¨®n social, la perspectiva alimentaria es m¨¢s vasta y la cocina m¨¢s elaborada.
Acortar la diferenciaci¨®n culinaria entre aquellos que no sufren problemas econ¨®micos y las familias con rentas m¨¢s bajas pasa por desterrar ideas que ensucian y entorpecen, como la que afirma que la comida sana es cara. Lo que sale caro es cambiar la fruta y verdura por galletas, suced¨¢neos de chocolate, boller¨ªa y pasteler¨ªa industriales. Lo que difiere entre la comida que le cocinan al rico y la que ingiere el pobre es que al primero le cuesta dinero y al segundo la salud. La ¨²nica forma de acceder a una alimentaci¨®n de calidad, econ¨®mica y saludable es volviendo a cocinar.
Curri verde de habas y carabinero
Ingredientes
Para 4 personas
- 500 gramos de cebolla
- 2 limas kaffir
- 1 rama de citronela
- 40 gramos de jengibre
- 30 gramos de ajo
- 400 gramos de leche de coco
- 10 gramos de perejil
- 40 gramos de cilantro
- 30 mililitros de vinagre de Jerez
- 200 mililitros de aceite de oliva
- 380 gramos de habas
- 4 carabineros
Instrucciones
1. El curri verde
Cortar la cebolla, la citronela, el jengibre y el ajo. Raspar y obtener las ralladuras de las limas. Tomar 50 mililitros del total del aceite y pochar la cebolla. Cuando esté pochada, añadir la citronela, el jengibre y el ajo. Dejar durante cinco minutos y añadir la leche de coco. Dejar infusionar fuera del fuego y tapado durante media hora más.
Cuando esté frío, añadir el perejil y el cilantro. Triturar todo con ayuda de un robot de cocina y agregar poco a poco el aceite para emulsionar el curri. Poner a punto de sal y añadir el vinagre.
3. Las habas
Cocer las habas frescas durante ocho minutos en agua con sal. Colar, enfriar con hielos y reservar.
4. El carabinero
Escaldar el carabinero en agua con un 20% de sal durante un minuto exacto. Poner inmediatamente en agua con hielo para cortar la cocción. Pelar los carabineros y presionar las cabezas en un mortero. Colar y reservar tanto la carne como el jugo de sus cabezas.
5. Acabado y presentaci¨®n ?
Atemperar las habas en un horno a 120 grados durante cinco minutos. Atemperar el carabinero un minuto en ese mismo horno. Disponer el jugo de las cabezas en el fondo del plato y colocar tanto las habas como el carabinero para acabar cubriendo con el curri verde a temperatura ambiente.
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