Personalizada
'Share' y tendencias nos esclavizan y no se puede mantener una conversaci¨®n con casi nadie si no se han visto las ¨²ltimas series de Netflix
Los Reyes Magos les han tra¨ªdo fetiches personalizados?, ?botes de crema de cacahuete con su nombre?, ?camisetas en las que se lee ¡°Soy gilipollas¡±?, ?gafas con la graduaci¨®n correcta?, ?coches tuneados con carrocer¨ªa modelo Starsky y Hutch? La ¨²ltima pregunta delata mi condici¨®n de boomer; no, no pertenezco a la generaci¨®n del Milenio. Tambi¨¦n s¨¦, gracias a la mexicana Shaday Larios, que la gentrificaci¨®n es capitalizaci¨®n de la nostalgia. Me lo tem¨ªa: por eso, publiqu¨¦ Vintage, un poemario sobre la memoria y sus comercializaciones. La personalizaci¨®n es maravillosa cuando se sufre un accidente y han de realizarte un injerto de piel. Si la piel que te injertan en la cara estaba en tu propio muslo, mejor que mejor, porque se evitan los rechazos. La personalizaci¨®n es maravillosa: los colchones tienen personalizada memoria del perfil de nuestro cuerpo; en el gimnasio se elaboran planes de entrenamiento personalizados ¡ªpara ti, sentadillas; para ella, bicicleta est¨¢tica¡ª; y en el banco siempre encontramos una cuenta personalizada seg¨²n nuestras necesidades. En la academia de ingl¨¦s personalizan horarios y curr¨ªculos en funci¨®n de nuestros intereses y, cuando comemos fuera de casa, nos personalizan un men¨², sobre todo si padecemos alergia, intolerancia o sencillamente no nos da la gana comer gluten. La personalizaci¨®n, como su propio nombre indica, nos hace sentir personas. Personas singulares. Importantes. Personas con criterio que pueden elegir entre 70 marcas de cereales distintas en la l¨ªnea del supermercado. La personalizaci¨®n nos convierte en individuos y nos hace grandes y libres. No somos masa. No somos borregos. No hacemos lo que hace todo el mundo y, sin embargo, en el pa¨ªs de las maravillas de la personalizaci¨®n nuestros gustos cada vez son m¨¢s homog¨¦neos, sharey tendencias nos esclavizan y no se puede mantener una conversaci¨®n con casi nadie si no se han visto las ¨²ltimas series de Netflix¡
En estas condiciones, leo Retina, suplemento de EL PA?S en el que aprendo cosas: entrevistan a Renata ?vila, jurista guatemalteca, especialista en derechos civiles, que lucha contra la dominaci¨®n pol¨ªtica a trav¨¦s de Internet. Habla de nuestra dieta informativa personalizada. De c¨®mo accedemos a la informaci¨®n a trav¨¦s de aplicaciones del smartphone. De por qu¨¦ en mi tel¨¦fono aparecen las noticias que, en principio, me interesan ¡ªque el algoritmo decida que a m¨ª me puede interesar algo de Okdiario me espeluzna¡ª y de c¨®mo esa selecci¨®n ¡°reduce infinitamente la variedad de nuestra dieta informativa y nos hace mucho m¨¢s pasivos. El consumo se vuelve m¨¢s adictivo, mucho m¨¢s intrusivo, y lo m¨¢s peligroso, hiperpersonalizado. Las apps hacen que, aunque vivamos en el mismo pa¨ªs, la misma ciudad y hasta la misma casa, se nos muestren universos distintos¡±. De ah¨ª a la manipulaci¨®n del voto y al desmoronamiento de los h¨¢bitos democr¨¢ticos en una sociedad que confunde pr¨¢ctica de libertad y exaltaci¨®n del individuo con vigilancia y propaganda personalizada hay un paso. Necesitaba compartir con ustedes las palabras de ?vila. Ella cierra la entrevista comentando que la tecnolog¨ªa quiz¨¢ no funciona como herramienta de exclusi¨®n social, pero sirve para ¡°monitorizar¡± a los pobres. Muy pronto los Reyes sacar¨¢n los smartphones de sus sacos m¨¢gicos.
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