Apocalipsis
El pol¨ªtico dem¨®crata Thurmond pronunci¨® en el Senado un discurso de 24 horas y 18 minutos en el que revel¨® una receta para hacer galletas
El apocalipsis siempre est¨¢ ah¨ª, a punto de llegar. Algunas personas poseen un talento especial que les permite ver la inminencia del desastre. En Espa?a, esas personas son relativamente abundantes. Pero pocas disponen de un ojo tan fino como Strom Thurmond.
Nuestro h¨¦roe naci¨® el 5 de diciembre de 1902 en Edgefield, Carolina del Sur. Estudi¨® Derecho, gan¨® un puesto como juez, se afili¨® al Partido Dem¨®crata y se dedic¨® a la pol¨ªtica. En 1942 se alist¨® en el Ej¨¦rcito. Ten¨ªa 41 a?os cuando desembarc¨® en Normand¨ªa con la 82? Divisi¨®n Aerotransportada. Gan¨® 18 medallas en la Segunda Guerra Mundial.
Thurmond era valiente. Lo que nos interesa de ¨¦l, sin embargo, es la cosa apocal¨ªptica. En 1948, el presidente Harry Truman orden¨® el fin de la segregaci¨®n racial en el Ej¨¦rcito y Strom Thurmond, ya gobernador de Carolina del Sur, capt¨® r¨¢pidamente el peligro: proclam¨® que Truman quer¨ªa convertir Estados Unidos en un pa¨ªs totalitario y que cualquier progreso en los derechos civiles de los negros era equivalente al comunismo. Por entonces pronunci¨® una de sus frases m¨¢s c¨¦lebres: ¡°No hay tropas suficientes en el Ej¨¦rcito para obligar a la gente del Sur a romper con la segregaci¨®n y a admitir la raza negra en nuestros teatros, nuestras piscinas, nuestras casas y nuestras iglesias¡±.
En 1956, Thurmond se convirti¨® en senador. Apoy¨® al presidente Dwight Eisenhower hasta que ¨¦ste propuso al Congreso una tibia ley de derechos civiles. Para obstruir la aprobaci¨®n, Thurmond pronunci¨® en el Senado un discurso de 24 horas y 18 minutos, en el que, entre otros datos de la m¨¢xima relevancia, revel¨® una receta para hacer galletas. La ley pas¨®.
John Kennedy no le gust¨® jam¨¢s. En 1961 el senador denunci¨® que el nuevo presidente dem¨®crata proyectaba entregar a la ONU todo el arsenal nuclear estadounidense. En 1968, Thurmond, pasado al campo republicano, respald¨® la candidatura de Richard Nixon, pero le advirti¨® que no deb¨ªa establecer relaciones con China y le exigi¨® que mantuviera la guerra en Vietnam hasta la victoria; de lo contrario, dijo, Estados Unidos iba a perder la Guerra Fr¨ªa. En 1970 vaticin¨® que la guerrilla urbana destruir¨ªa Estados Unidos. En 1972 reclam¨® la expulsi¨®n del m¨²sico John Lennon, residente en Nueva York, porque ¡°dada su diab¨®lica influencia en la juventud¡± su simple presencia dificultaba la reelecci¨®n de Nixon.
Thurmond dedic¨® toda una d¨¦cada, entre 1967 y 1977, a combatir cualquier devoluci¨®n del canal de Panam¨¢ a los paname?os, porque ello supondr¨ªa ¡°una victoria comunista¡±. Sus fallidas predicciones apocal¨ªpticas no le imped¨ªan ganar una y otra vez las elecciones senatoriales en Carolina del Sur: ocup¨® el esca?o entre 1956 y 2003. En 1982 propuso una enmienda a la Constituci¨®n que prohibiera el aborto. Dicen de ¨¦l que fue el gran precursor de la nueva derecha estadounidense. La de ahora, para entendernos. Renunci¨® a su esca?o en el Senado en 2003, con 100 a?os reci¨¦n cumplidos. Ya desbarraba un poco. En un discurso, habl¨® de c¨®mo los h¨¦roes de El ?lamo hab¨ªan resistido hasta el ¨²ltimo hombre el asedio de ¡°los rusos¡±.
Tras su muerte se supo que ten¨ªa una hija mulata de 78 a?os, fruto de una antigua relaci¨®n con una sirvienta familiar. Se hab¨ªa casado dos veces: a los 44 a?os, con una reina de belleza de 21, fallecida poco despu¨¦s, y a los 66 a?os con una chica de 21. Thurmond desapareci¨®, pero el apocalipsis sigue ah¨ª: que no falten los profetas.
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