Juicio a los abusos
El movimiento Me Too ha calado en sociedades donde la dignidad de la mitad de la poblaci¨®n es menoscabada por la otra mitad
El inicio del juicio contra el productor cinematogr¨¢fico Harvey Weinstein es una victoria del Me Too, el movimiento feminista impulsado desde las entra?as de Hollywood que ha tenido un impacto global. Casi un centenar de mujeres, entre ellas actrices de primera fila, han denunciado p¨²blicamente el acoso y las agresiones sexuales cometidas por el magnate estadounidense, aunque en el juicio que acaba de comenzar en Nueva York solo se dictaminar¨¢ sobre dos casos: el de una ayudante de producci¨®n que acusa a Weinstein de un abuso cometido en 2006 y el de otra mujer que denuncia haber sido v¨ªctima de violaci¨®n en 2013. El resto de los testimonios que detallan el comportamiento vejatorio de quien ha sido considerado un depredador sexual quedan sepultados bajo el manto de la prescripci¨®n.
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Uno de los efectos fundamentales del caso Weinstein ha sido su capacidad para que millones de mujeres de todo el mundo levanten la voz frente a las agresiones de car¨¢cter sexual, el acoso, el hostigamiento callejero y la humillaci¨®n. El Me Too ha calado en sociedades donde la dignidad de la mitad de la poblaci¨®n es menoscabada por la otra mitad. Como si de una reacci¨®n en cadena se tratara, las mujeres de la India, M¨¦xico, Egipto o Chile han perdido el miedo y ya no se resignan. Aunque a veces tengan que pagarlo con su vida, como le ocurri¨® a una joven india de 23 a?os, a la que un grupo de cinco hombres prendi¨® fuego a finales de a?o cuando iba a comparecer ante un tribunal para declarar sobre la violaci¨®n que hab¨ªa sufrido.
En sus versiones locales, el Me Too ha contribuido a derribar los muros de silencio que emanan de la desigualdad social y el desequilibrado reparto del poder entre hombres y mujeres, sobre todo en aquellos pa¨ªses con evidentes signos de d¨¦ficit democr¨¢tico. Pese a que queda todav¨ªa mucho camino por recorrer, la oleada de movilizaciones feministas demuestra que el tiempo de la resignaci¨®n, el acatamiento y el encubrimiento ha pasado.
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