La era del cuajo
Las instituciones son una de las garant¨ªas de la convivencia. Pero las garant¨ªas funcionan sobre todo cuando no las ponemos demasiado a prueba
No es una novedad que los pol¨ªticos tergiversen datos o defiendan la neutralidad de las instituciones salvo cuando las ocupan ellos. Algunos lamentan que no haya en Espa?a tradici¨®n de consenso, pero la degradaci¨®n institucional revela un encomiable esp¨ªritu colaborativo. Lo innovador es el descaro: la velocidad con que se cambia de opini¨®n, el impudor al negar la evidencia. Es la era del cuajo.
En eso, Pedro S¨¢nchez es un pol¨ªtico de su tiempo. Cambia la po¨¦tica ¡ªno es pol¨ªticamente incorrecto¡ª con respecto a otros l¨ªderes, pero el m¨¦todo es parecido. La falsedad o las decisiones pol¨¦micas tienen m¨¢s de desaf¨ªo o provocaci¨®n que de disimulo o enga?o. Hay algo de eso en la designaci¨®n de Dolores Delgado, exministra de Justicia, como fiscal general.
Aunque Delgado est¨¢ cualificada para desempe?ar ese puesto, es dif¨ªcil disipar la sensaci¨®n de obscenidad. El presidente sugiri¨® que las cr¨ªticas negaban la legitimidad del Gobierno. Es una marruller¨ªa que pretende desactivar todo reproche centrando la atenci¨®n en la versi¨®n m¨¢s hiperb¨®lica: combina la culpa por asociaci¨®n y la anulaci¨®n sarc¨¢stica. Pero la mayor¨ªa de las cr¨ªticas no cuestionan la legitimidad del poder, sino la forma en que se ejerce el poder leg¨ªtimo. Y que haya reacciones y predicciones exageradas no significa que el hecho est¨¦ bien.
Otra justificaci¨®n es decir que los cargos siempre est¨¢n en sinton¨ªa con el Gobierno. En vez de promover la reforma de mecanismos defectuosos (el problema principal), se admiten pr¨¢cticas cuestionables porque la oposici¨®n hizo algo parecido o lo har¨ªa si pudiera. Es una trampa moral e intelectual.
Facilita que otros hagan algo parecido en cada parcela de poder. Se suma a actitudes inquietantes sobre la justicia, como los lamentos por la ¡°deriva judicial¡±, la cr¨ªtica populista a los jueces y una impresi¨®n general de cambalache. El ejemplo m¨¢s desasosegante es la propuesta de suavizar las penas por sedici¨®n, como si el problema fuera el castigo y no el delito. Estas pr¨¢cticas contribuyen a normalizar una actitud esc¨¦ptica hacia las reglas y los instrumentos democr¨¢ticos: es una operaci¨®n de vaciado, como las esculturas de Gargallo. Las instituciones son una de las garant¨ªas de la convivencia. Pero las garant¨ªas funcionan sobre todo cuando no las ponemos demasiado a prueba. Y cuando las respetamos porque creemos en ellas, en vez de verlas como una herramienta al servicio de nuestros intereses. @gascondaniel
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