Fichados
Cada vez m¨¢s expertos alertan de que el reconocimiento facial es una carrera a la que Gobiernos y empresas se han lanzado demasiado r¨¢pido y pr¨¢cticamente a ciegas
Las c¨¢maras ya no solo vigilan: identifican. Mediante la tecnolog¨ªa de reconocimiento facial se puede determinar autom¨¢ticamente la identidad de alguien en una foto a partir de caracter¨ªsticas de su rostro, pero tambi¨¦n seguir sus movimientos o atribuirle un estado de ¨¢nimo. Se usa en medio mundo para desbloquear tel¨¦fonos, pagar en tiendas, en controles de aeropuertos, cajeros y conciertos. No supone riesgos f¨ªsicos, pero su uso desbocado puede terminar con el g¨¦nero humano como lo conocemos. Cada vez m¨¢s voces alertan de que Gobiernos y empresas se han lanzado a esta carrera demasiado r¨¢pido y pr¨¢cticamente a ciegas.
El regulador franc¨¦s de la privacidad en Internet, la CNIL, propone una distinci¨®n esencial: determinar qu¨¦ reconocimiento facial es necesario y cu¨¢l no, para que no se nos vaya de las manos el modelo de sociedad que queremos. Bruselas est¨¢ a punto de dar el primer paso prohibiendo temporalmente el uso del reconocimiento facial en lugares p¨²blicos de la Uni¨®n Europea. Durante esa moratoria, de entre tres y cinco a?os, se tendr¨¢n que calibrar las ventajas, los riesgos y los intereses europeos (aunque en la pr¨¢ctica prevalecen los nacionales).
Al consejero delegado de Alphabet, matriz de Google, no le ha escandalizado la propuesta. Le parece urgente un marco legal y pide que sea ¡°proporcionado¡±. Su colega de Microsoft no lo ve tan claro. En Estados Unidos conviven visiones radicalmente distintas de lo que debe ser la tecnolog¨ªa: Donald Trump llama a la Uni¨®n Europea ¡°asesina de innovaci¨®n¡±. Pero mientras la Casa Blanca acaba de aprobar una regulaci¨®n sobre el reconocimiento facial mucho m¨¢s laxa que la europea, San Francisco ha prohibido su uso. Otras ciudades de California y Massachusetts est¨¢n pensando hacer lo mismo.
El ejemplo de la barra libre de vigilancia es China. Las empresas tecnol¨®gicas, apoyadas por Pek¨ªn, apenas se encuentran con obst¨¢culos legales. Cualquier usuario de un m¨®vil nuevo tiene que registrar sus par¨¢metros biom¨¦tricos. Esa informaci¨®n se lleva a un servidor central, y se combina con otros datos de su navegaci¨®n, con millones de c¨¢maras de la calle¡ Imposible mantener el anonimato. En la provincia de Xinjiang esta tecnolog¨ªa se est¨¢ usando para identificar, retener y controlar a m¨¢s de un mill¨®n de musulmanes uigures en campos de reeducaci¨®n.
Lo que se cuenta poco es que, al igual que en Europa y EE?UU, en el pa¨ªs asi¨¢tico s¨ª se cuestiona la deriva del reconocimiento facial. Muchos cient¨ªficos y acad¨¦micos est¨¢n inquietos y lo expresan p¨²blicamente. Pese a la censura, los ciudadanos se quejan cada vez m¨¢s de la invasi¨®n de su intimidad. En 2018, al CEO de Baidu, el mayor buscador chino, se le ocurri¨® decir que sus compatriotas estaban dispuestos a ceder sus datos a cambio de m¨¢s comodidad. Miles de internautas le recordaron que, en gran parte por su culpa, no ten¨ªan otra opci¨®n. @anafuentesf
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