El lugar del accidente
No puede ser, me dije al escucharlo, y mir¨¦ a mi alrededor. ?Ha dicho Carlos VII? Eso parece, escuch¨¦, pero no puede ser¡
EN OTRA ?POCA, cuando los informativos conced¨ªan la m¨¢xima relevancia a la informaci¨®n pol¨ªtica, quiz¨¢s no me habr¨ªa enterado. Pero hace 15 d¨ªas, pese a la intensidad de los acontecimientos que han rodeado la formaci¨®n del nuevo Gobierno, por encima del nombramiento de la fiscal general del Estado y de la pol¨¦mica del pin parental, la noticia de apertura en todas las cadenas fue un terrible accidente. En Estella, Navarra, un autob¨²s que se hab¨ªa quedado sin frenos se empotr¨® contra una gasolinera, arrollando a un veh¨ªculo ocupado por una mujer y sus dos hijos, de ocho y cinco a?os, que murieron en el accidente. Para rizar el bucle m¨¢s macabro del azar, con posterioridad se supo que el padre de los ni?os se hab¨ªa bajado del autob¨²s en la ¨²ltima parada que pudo realizar, justo antes de que su conductor perdiera el control.
Aquella noticia es el origen de este art¨ªculo, que podr¨ªa tratar de la ferocidad del destino, de la no menos feroz morbosidad que han desarrollado los medios de comunicaci¨®n en los ¨²ltimos tiempos, o de las posibles interpretaciones del fervor por las cat¨¢strofes que est¨¢ transformando las prioridades del periodismo, pero no voy a llegar tan lejos. Mucho antes de que estuviera en condiciones de hilar fino, ya me hab¨ªa quedado con la boca abierta. La raz¨®n fue el lugar del accidente, una calle que lleva el nombre de Carlos VII. No puede ser, me dije al escucharlo, y mir¨¦ a mi alrededor. ?Ha dicho Carlos VII? Eso parece, escuch¨¦, pero no puede ser, insist¨ª, no puede ser¡ Dej¨¦ el plato a medio terminar sobre la mesa, me fui corriendo a mi ordenador, abr¨ª el navegador y comprob¨¦ que, en efecto, no s¨®lo existe una calle de Carlos VII en Estella. Tambi¨¦n existe una avenida de Carlos VII en Portugalete. En Estella, en la anterior legislatura, el alcalde era de EH Bildu. En Portugalete, conserva el poder el secretario general del Partido Socialista de Euskadi.
Soy consciente de que, a estas alturas, la mayor parte de ustedes no entender¨¢ nada en absoluto, as¨ª que voy a explicarles las razones de mi asombro. El autodenominado Carlos VII, porque nunca lleg¨® a ser rey de Espa?a con ese nombre, se llamaba en realidad Carlos Mar¨ªa de Borb¨®n y Austria-Este. Naci¨® en 1848 en Laibach (hoy Liubliana, capital de Eslovenia) y era sobrino de otro autodenominado rey que nunca rein¨®, Carlos VI, nieto por tanto del primer Carlos autocoronado de su rama, el hermano menor de Fernando VII. Las aspiraciones al trono de Carlos VII provocaron en 1872 una guerra civil, igual que las del hermano mayor de su padre hab¨ªan provocado en 1846, y las de su abuelo en 1833. Sin entrar a valorar las cifras de muertos, la destrucci¨®n y el sufrimiento que la ambici¨®n de los tres Carlos extendi¨® por todo el pa¨ªs, s¨ª conviene recordar que los tres se alzaron en armas contra la legalidad establecida con un ideario muy concreto, sintetizado en el lema que, con peque?as variaciones, desemboc¨® en el ¡°Dios, patria y rey¡± que los requet¨¦s gritaron al sumarse al golpe de Estado del 18 de julio de 1936. M¨¢s all¨¢ de la discusi¨®n din¨¢stica sobre el derecho de la ¨²nica hija de Fernando VII a ocupar el trono de su padre, el carlismo aglutin¨® en el siglo XIX a todos los reaccionarios, clericales y absolutistas de este pa¨ªs. Esa, y no la validez del testamento del padre de Isabel II, fue la verdadera fuerza que aliment¨® sus pretensiones, que impuls¨® sus sublevaciones y sostuvo a sus ej¨¦rcitos. Si hoy tuvi¨¦ramos que calificar a los aspirantes carlistas con una sola palabra, los llamar¨ªamos golpistas.
En el curso 1976-1977, cuando hice el curso de orientaci¨®n universitaria, ten¨ªa un compa?ero de clase que se autodefin¨ªa como carlista de izquierdas y se enfadaba much¨ªsimo en las clases de Historia. Nuestra profesora, a la que nunca le agradecer¨¦ lo suficiente que dedicara aquel curso al siglo XIX ¡ªporque no lo hab¨¦is estudiado nunca, dec¨ªa, y si no os lo explico yo, jam¨¢s lo estudiar¨¦is¡ª, se desesperaba con ¨¦l. ?C¨®mo vas a ser carlista y de izquierdas? Es lo mismo que si me dices que eres cura y ateo¡
Entonces yo sonre¨ªa. Jam¨¢s me habr¨ªa atrevido a imaginar que en 2020 un autob¨²s podr¨ªa tener un accidente en una calle de Estella que nunca ha perdido el nombre de Carlos VII.
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