25 a?os de fest¨ªn fotogr¨¢fico en estado de excepci¨®n
Pionera en el continente, la Bienal de Fotograf¨ªa de Bamako presenta en esta edici¨®n obra de 81 artistas, lo m¨¢s destacado de la creaci¨®n africana y su di¨¢spora, a pesar de la amenaza terrorista que vive Mal¨ª
Dice un refr¨¢n del mundo del arte que el mejor momento para visitar una nueva ciudad es durante una bienal. Entre amateurs, periodistas y profesionales, han sido muchos lo que han pisado por primera vez la capital maliense, a inicios del pasado diciembre, con ocasi¨®n de la apertura de los Rencontres de Bamako o Encuentros de Bamako.
Es el caso de Natalia, argentina, profesora en la Universidad de Berkeley, aterrizada en Mal¨ª para esta ocasi¨®n tan especial, los 25 a?os de existencia de la primera bienal de fotograf¨ªa del continente. A Natalia le llama la atenci¨®n esa ¡°sensaci¨®n de caos¡± propia de un evento de tal envergadura, pero tambi¨¦n destaca lo diferente e interesante de las propuestas. Comparte su opini¨®n el senegal¨¦s Aboubacar Demba Cissoko, periodista cultural y que se cuenta entre los veteranos que no faltan a la cita.
La amenaza terrorista que se cierne sobre buena parte del pa¨ªs no ha impedido la concurrencia de un elenco tan heterog¨¦neo de visitantes. Apenas unos d¨ªas antes de su inauguraci¨®n oficial, el presidente Ibrahim Boubacar Ke?ta anunciaba la pr¨®rroga del estado de excepci¨®n en Mal¨ª, motivado por razones de seguridad. En las calles no pasa desapercibida la omnipresencia de militares armados, bloqueando parte de las carreteras o a la entrada de instituciones p¨²blicas y privadas, imponiendo controles aleatorios y constantes. Los atentados de los ¨²ltimos a?os, muy especialmente el perpetrado en la capital en 2015, han tenido un fuerte impacto negativo en el turismo, una de las fuentes de ingreso principales, en un pa¨ªs donde la paz y la estabilidad hab¨ªan sido la regla durante mucho tiempo. Ahora el gobierno de Mal¨ª ha apostado por la cultura como reclamo tur¨ªstico y fuente de riqueza y, en la presente edici¨®n de la Bienal, su compromiso parece firme.
La Bienal de Fotograf¨ªa de Bamako naci¨® en 1994 por iniciativa del Instituto Franc¨¦s, concebida como instrumento de cooperaci¨®n cultural. No es extra?o que la fotograf¨ªa fuese el medio escogido, pues Bamako ha sido testigo del florecimiento de figuras casi legendarias hoy dentro de la creaci¨®n art¨ªstica en ?frica: Malick Sidib¨¦ y Seydou Ke?ta, retratistas de la ¨¦poca de las independencias.
Su influencia est¨¦tica a¨²n es considerable en buena parte de artistas del continente, sin ir m¨¢s lejos en los retratos de mujeres de la italosenegalesa Adji Dieye, una de las artistas expuestas en la Bienal. El estudio de Ke?ta sigue siendo hoy un lugar de peregrinaci¨®n al que no dudaron en acercarse muchos de los visitantes de este a?o. Los comisarios de esta edici¨®n, conscientes de la importancia de rescatar la historia, han querido tambi¨¦n rendir un tributo a algunos coet¨¢neos de los anteriores, como la ghanesa Felicia Abban, de quien se dice que fue la primera mujer africana fot¨®grafa. O tambi¨¦n el nigeriano Tola Odukoya, cuyos negativos han sido redescubiertos recientemente. ¡°Para nosotros era importante que sus fotograf¨ªas se expusieran por primera vez en el continente¡±, nos dice el sobrino del fallecido fot¨®grafo, el conocido m¨²sico Ad¨¦ Bantu, presente en Bamako.
Los Encuentros contin¨²an teniendo un papel esencial y casi inici¨¢tico, para muchos. Aunque han nacido otras iniciativas en ?frica en torno al arte fotogr¨¢fico, algunas tan destacadas como el LagosPhoto o el Addis Photo Fest, Bamako sigue conservando el aura legendaria que le otorga su condici¨®n de decana. Verdadera plataforma de lanzamiento, ha servido de trampol¨ªn a algunos de los nombres m¨¢s cotizados en la escena art¨ªstica continental y es, siempre, un espacio de visibilidad para la creaci¨®n de estos artistas, relegados a menudo a un segundo plano o, directamente, ignorados a escala internacional. Con 25 a?os de vida, marcados por la resistencia y el aguante ante las dificultades, la Bienal parece haber llegado hoy a una especie de madurez, para empezar en lo que se refiere a su organizaci¨®n.
¡°Esta edici¨®n ser¨¢ ¨ªntegramente Made in Africa¡±, declaraba su director, Igo Diarra, en la preinauguraci¨®n. Por primera vez, de hecho, la organizaci¨®n pas¨® a estar enteramente en manos del Ministerio de Cultura de Mal¨ª (no as¨ª el presupuesto, unos 500 000 euros aportados a medias junto al Instituto Franc¨¦s, con quien compart¨ªa la direcci¨®n anteriormente). Pero Diarra se refer¨ªa sobre todo a aspectos relacionados con la producci¨®n, como la impresi¨®n local de los cerca de 1.300 clich¨¦s, algo rara vez visto en un evento de este tipo en suelo africano, o la estructura expositiva en forma de tipi ideada por el escen¨®grafo Cheikh Diallo, que probablemente sobrevivir¨¢ como una de las im¨¢genes ic¨®nicas de esta Bienal.
La tarea de impulsar y renovar la Bienal del cuarto de siglo ha quedado a cargo de Bonaventure Soh Bejeng Ndikung. Comisario independiente, el camerun¨¦s fund¨® en Berl¨ªn el espacio de arte y pensamiento SAVVY Contemporary, y es uno de los nombres que vienen pisando fuerte en el arte contempor¨¢neo estos ¨²ltimos a?os. Ndikung es tajante respecto al futuro de las Rencontres: ¡°Creo que la Bienal va a tener que abandonar antiguas pr¨¢cticas¡±, nos explica. ¡°La organizaci¨®n tiene que reclamar m¨¢s responsabilidad, no podemos dejar las cosas en manos del Instituto Franc¨¦s. Y no hablo ¨²nicamente de la responsabilidad del estado de Mal¨ª, sino de todos los pa¨ªses africanos. Tienen que implicarse, porque la cultura es la base de todo¡±.
Corrientes de conciencia ha sido el t¨ªtulo elegido por el director art¨ªstico, tomado del ¨¢lbum hom¨®nimo de los jazzistas Ibrahim Abdullah y Max Roach. A trav¨¦s de esta especie de conversaci¨®n entre los m¨²sicos, se extrapolan cuestiones en torno a la naturaleza del acto fotogr¨¢fico y los flujos que operan entre el artista, su contexto y los espectadores. El subt¨ªtulo de la Bienal,?Una concatenaci¨®n de dividuos, ha sido prestado del fil¨®sofo franc¨¦s Gilles Deleuze, que, por oposici¨®n a los ¡°individuos¡±, remite en este contexto al trabajo colaborativo. No sin raz¨®n, el cat¨¢logo de artistas pone un foco en colectivos de fot¨®grafos: los afroamericanos Kamoinge y MFON, por ejemplo, o el proyecto panafricano Invisible Borders, que presentaba un documental en un cine al aire libre con motivo de su d¨¦cimo aniversario.
Pero Ndikung ha querido estirar al m¨¢ximo el concepto de colectivo y lo ha llevado al coraz¨®n de la direcci¨®n art¨ªstica, rode¨¢ndose de tres j¨®venes comisarios del continente: Aziza Harmel (T¨²nez), Astrid Sokona Lepoultier (Mal¨ª) y Kwaasi Ohene-Ayeh (Ghana). Este ¨²ltimo nos explicaba las din¨¢micas de trabajo, nada convencionales en el marco de una gran cita de arte: ¡°Tuvimos que trabajar en grupo de manera constante y horizontal, lo cual ha resultado tambi¨¦n bastante efectivo. Cada uno de los comisarios estuvimos involucrados en tareas extra-curatoriales, como visitas a estudios o tareas de producci¨®n¡±.
Una bienal feminista y panafricana
En cuanto al concepto de la Bienal, afirma: ¡°Fue Bonaventure quien nos propuso el tema Corrientes de Conciencia y, a partir de ah¨ª, fuimos reflexionando, desafi¨¢ndolo y aportando nuestra propia perspectiva¡±. La muestra, por otra parte, se divide en cuatro?cap¨ªtulos, cuyo origen aclara Ohene-Ayeh, ¡°surgieron de una conversaci¨®n, durante la cu¨¢l us¨¢bamos un poema de Ama Ata Aidoo, que es una famosa escritora ghanesa y, adem¨¢s, una autora feminista¡±.
No es ninguna coincidencia, pues, que esta edici¨®n se centre en las obras de mujeres fot¨®grafas. Ndikung cuenta que los comisarios han realizado ¡°un esfuerzo extra durante el proceso de selecci¨®n para incluir trabajos realizados por mujeres¡±. Algo que se traduce en una paridad entre ambos sexos en los artistas expuestos. A los tradicionales lugares de exposici¨®n se a?aden otros nuevos como el Instituto secundario femenino Aminata B? Diallo, donde se presentaba el proyecto especial?Musow Ka Touma Sera (Es la era de las mujeres), abierto por un panel en torno a colectivos femeninos de fotograf¨ªa.
Otro de los rasgos m¨¢s significativos de esta edici¨®n es la visi¨®n panafricana de la muestra. Adem¨¢s de ocultar deliberadamente el pa¨ªs de origen de los artistas, los comisarios han ampliado el concepto de di¨¢spora africana, incluyendo obras de artistas de Europa, Am¨¦rica y hasta Asia, con la serie de Ketaki Sheth sobre la comunidad Sidi en India. La fot¨®grafa Milena Carranza Valc¨¢rcel presentaba su trabajo sobre comunidades afrodescendientes en Per¨². As¨ª nos describe lo trascendente de la experiencia: ¡°Llevar las fotos de la cultura afroperuana a ?frica era para m¨ª poder llevar de vuelta a casa el esp¨ªritu de los ancestros africanos que han dejado sus huellas en todos nosotros los peruanos -herederos de un complejo mestizaje¡±.
M¨¢s all¨¢ de los espectadores familiarizados con el arte contempor¨¢neo, es sobre todo interesante el cruce entre el p¨²blico local y los diversos trabajos presentados. Cuenta la fot¨®grafa peruana que el encuentro con los estudiantes del Conservatorio fue "una de las experiencias m¨¢s importantes que viv¨ª all¨¢. Nadie conoc¨ªa Per¨², no sab¨ªan que hab¨ªa poblaciones afrodescendientes en esa parte del mundo. Y ahora lo saben. Se quedaron bastante sorprendidos. Escuchaban atentos y analizaban, pensaban que las fotos eran de cualquier otro pa¨ªs africano, hasta pensaron que de repente eran de la India o de Brasil¡±.
Si logra vencer los obst¨¢culos que se imponen regularmente y continuar en la l¨ªnea de la innovaci¨®n y la renovaci¨®n, la Bienal de Bamako se consagrar¨¢ sin duda como hito en el calendario cultural global, no s¨®lo para los artistas, sino tambi¨¦n para el p¨²blico maliense en general.
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