¡®Parlem¡¯
Ni Esquerra va a abandonar la ret¨®rica independentista, ni Torra va a devenir un l¨ªder responsable
Durante los Gobiernos de Rajoy se celebraron en Catalu?a dos consultas ilegales, se declar¨® la independencia y cuatro pol¨ªticos se fugaron de la justicia. Los tribunales hicieron su trabajo y nueve personas est¨¢n privadas de libertad por quebrantar la ley. La divisi¨®n social y la degradaci¨®n de las instituciones del autogobierno catal¨¢n son la herencia que ahora tienen que gestionar. El independentismo conserva hoy a los presos como ¨²nica argamasa, pero sus estrategias se han bifurcado de forma evidente, aunque la proximidad de unas elecciones auton¨®micas unifique los discursos. Y se han bifurcado en el momento clave de aceptar las reglas o volver a ignorarlas.
Tras el oto?o separatista, en Madrid ¡ªen todos los madriles¡ª se suspiraba porque Junts per Catalunya y ERC ¡ªo al menos uno de ellos¡ª asumiera que la unilateralidad es un camino sin salida. Aquel escenario deseado por todos es el que parece dibujar Esquerra, a pesar de toda la desconfianza acumulada en el tiempo. Solo quienes encontraron, a un lado y otro, la fuente de su supervivencia en votos pueden rechazar que, llegados a este punto, se exploren v¨ªas para tratar de salir del bucle que tiene a Catalu?a sin Gobierno y al resto de Espa?a entre el hartazgo y el sobresalto. Solo quienes adornaron con una ¨¦pica salvapatrias el dram¨¢tico relato de lo que pas¨® necesitan seguir magnificando cada una de las piedras y pedruscos con los que se tropezar¨¢ en el camino. S¨¢nchez y Torra se ver¨¢n el 6 de febrero. La penosa encarnaci¨®n de la figura del president de la Generalitat de Catalu?a que representa Torra corresponde juzgarla en las urnas a los catalanes, y hasta que el Tribunal Supremo confirme o no la inhabilitaci¨®n como diputado por desobediencia que tiene pendiente. Hoy sigue siendo el president por m¨¢s que sea un activista que ignora a la mitad de su poblaci¨®n y haya despojado de cualquier referencia institucional un cargo por el que generaciones de catalanes suspiraron y pelearon.
Ni Esquerra va a abandonar la ret¨®rica independentista ni Torra va a devenir en l¨ªder responsable. Ni el Gobierno de Espa?a deber¨ªa disfrazar la delicadeza, dificultad y necesidad de transparencia del camino que se dispone a emprender. Parlem, dec¨ªan las pancartas blancas que aparecieron en Madrid cuando las banderas ahogaron la racionalidad. Dos a?os, mucho sufrimiento y mucha desconfianza despu¨¦s, no queda otra que intentarlo. @PepaBueno
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