El d¨ªa de la independencia
Una noche ir¨®nica y de demagogia nacionalista, en la que los populistas simulan la liberaci¨®n de un yugo y el final de un vasallaje
Hay una historia larga, que algunos remontan a Enrique VIII y su trifulca con el Papado, y otra corta, que cabe concentrar en una noche, la del viernes al s¨¢bado, cuando el Reino Unido abandon¨® la Uni¨®n Europea. La primera conecta las profundidades y permite restar dramatismo a lo que acaba de ocurrir entre Londres y Bruselas en la oscuridad nocturna del 31 de enero.
El objetivo de Inglaterra, naci¨®n dominadora de la Gran Breta?a, siempre ha sido evitar que otra naci¨®n con vocaci¨®n imperial dominara el continente. Esta es la clave para interpretar su papel en las guerras continentales, desde las napole¨®nicas hasta las dos mundiales del siglo XX. Y si no queremos guerras, unamos el continente, tal como propugn¨® Winston Churchill tempranamente en su discurso de Z¨²rich de 1946 en favor de los Estados Unidos de Europa. Una uni¨®n que deb¨ªa hacerse como idea de Londres, pero dejando a Londres fuera, con las manos libres.
El proyecto brit¨¢nico fue originalmente una amplia zona de libre de comercio mundial, y de ah¨ª su negativa a integrarse en la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero (CECA) y luego en el Tratado de Roma; m¨¢s tarde, sus esfuerzos para que los Seis del Mercado Com¨²n se dejaran absorber por los Siete de la Asociaci¨®n Europea de Libre Comercio (EFTA), y, finalmente, tras superar el veto de De Gaulle, su llegada a Bruselas en 1973. No habiendo podido hacer la Europa que quer¨ªan desde fuera se dispusieron a intentar durante estos 47 a?os, al parecer infructuosamente, a hacerla desde dentro.
As¨ª llegamos a la iron¨ªa del d¨ªa de la independencia, en la que los ingleses simulan la liberaci¨®n de un yugo y el final de un vasallaje. Vestida con la demagogia del nacionalismo populista, la idea inglesa de Europa se dispone a repetir la historia de siempre: evitar la unidad del continente alrededor de una o varias potencias, en el actual caso, Francia y Alemania asociadas, y recuperar el impulso imperial perdido.
El futuro no est¨¢ escrito, pero es seguro que persistir¨¢n las corrientes de fondo. Son los mimbres hist¨®ricos con los que habr¨¢ que construirlo al igual que se ha construido el presente. A partir de ahora, como antes, importan las cuestiones esenciales, para las que el conjunto de los europeos seguiremos contando con los brit¨¢nicos, est¨¦n dentro o est¨¦n fuera: la paz y la seguridad, la democracia liberal, el Estado de derecho, el multilateralismo... Si no fuera as¨ª, ser¨ªa malo para Europa, pero todav¨ªa peor para el Reino Unido.
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