La posici¨®n de los hermanos influye en la vida. Y t¨², ?qu¨¦ puesto ocupas?
Los primog¨¦nitos defienden m¨¢s el 'statu quo' que los hijos peque?os, que son m¨¢s arriesgados y rebeldes
?Tienes un hermano o una hermana? ?Os parec¨¦is? Y tus hijos, ?se parecen entre ellos? Si no es as¨ª, no te preocupes. Es lo m¨¢s habitual. De hecho, las mayores diferencias de personalidad no se dan al comparar distintas familias, sino en el interior de ellas. Incluso hay estudios que se?alan que la posici¨®n de hermano que ocupemos influye en los ¨¦xitos que tenemos en la vida. Evidentemente, el orden de nacimiento no determina qui¨¦nes somos o c¨®mo nos va a ir; solo afecta a la probabilidad de que nos desarrollemos de una manera u otra manera. En t¨¦rminos generales, parece que los primog¨¦nitos defienden m¨¢s el statu quo que los hermanos peque?os. Los menores son m¨¢s arriesgados y rebeldes, como se deduce de algunas investigaciones.
?El psic¨®logo estadounidense Frank Sulloway ha analizado con detalle el respaldo qu¨¦ profesaron algunos cient¨ªficos a las ideas m¨¢s revolucionarias de su ¨¦poca. Comprob¨® que aquellos que eran hermanos menores ten¨ªan un triple m¨¢s de probabilidades de apoyar las leyes de la gravedad de Newton o la teor¨ªa de la relatividad de Einstein, especialmente cuando esas hip¨®tesis se consideraban radicales. Antes de que Darwin publicara su famoso estudio sobre la selecci¨®n natural, 56 de 117 hijos menores creyeron en su tesis, mientras que solo lo hicieron nueve de 103 primog¨¦nitos. En el deporte parece confirmarse esta tendencia. En b¨¦isbol, por ejemplo, los hermanos menores tienen 10,6 veces m¨¢s probabilidades de robar una base que sus hermanos mayores (un movimiento muy arriesgado con el que pocos jugadores se atreven). O en el mundo de la comedia, los actores que tienen hermanos poseen un 83 % m¨¢s de probabilidades de haber nacido el ¨²ltimo que lo que el azar habr¨ªa predicho.
Los hermanos peque?os arriesgan m¨¢s, mientras que los mayores siguen un camino m¨¢s tradicional. Cuando se analizan las causas, se deduce que las diferencias de comportamiento entre los hijos se deben a dos motivos: a la forma de educar de los padres y a la rivalidad entre hermanos. Reconozc¨¢moslo: los padres no educamos de la misma forma a nuestros hijos. Los primeros pagan el pato con las normas y las exigencias. Los padres suelen ser m¨¢s estrictos con los primog¨¦nitos y se van haciendo m¨¢s flexibles con los siguientes. El miedo por ser primerizo se relaja con el tiempo. Cuando la familia crece, los padres ven la vida de un modo m¨¢s tranquilo. De hecho, cuanto m¨¢s numerosa, m¨¢s laxas son las normas para los ¨²ltimos en llegar. En ocasiones, los hijos peque?os ni siquiera tienen que encargarse de las tareas del hogar; ya est¨¢n los mayores para hacerlo.
El fundador de la psicolog¨ªa individual, el austriaco Alfred Adler, defend¨ªa que en las diferencias entre hermanos no influye solo la educaci¨®n, sino que tambi¨¦n lo hace algo m¨¢s sutil e inconsciente, la rivalidad entre ellos. Eso es lo que nos hace buscar la atenci¨®n y diferenciarnos del resto. Los hermanos mayores comienzan la vida siendo hijos ¨²nicos, lo que provoca que se identifiquen m¨¢s con los padres. Cuando son destronados, a menudo les emulan: aplican las reglas, se orientan m¨¢s hacia el poder y afirman su autoridad sobre el hermano m¨¢s joven. Se podr¨ªa decir que act¨²an como otros padres, lo que favorece un escenario perfecto para que el hijo m¨¢s joven se sienta m¨¢s seguro hacia el exterior y se rebele.
Los hermanos mayores tienden a sobresalir de un modo responsable. De hecho, la evidencia demuestra que los primog¨¦nitos tienen m¨¢s probabilidades de ganar el premio Nobel de Ciencia, convertirse en congresistas estadounidenses y vencer elecciones en los Pa¨ªses Bajos. Tambi¨¦n tienen m¨¢s tendencia a contratar seguros de vida y de llegar a la cima de las corporaciones empresariales. Un an¨¢lisis de m¨¢s de 1.500 ejecutivos revel¨® que el 43 % eran primog¨¦nitos. Tambi¨¦n suelen ganar hasta un 14% m¨¢s de salario que sus hermanos menores cuando entran a trabajar en una empresa. Pero esta diferencia se desvanece a partir de los 30 a?os. A diferencia de los primog¨¦nitos, que est¨¢n m¨¢s apegados al status quo y arriesgan menos, los hermanos menores est¨¢n dispuestos a cambiar de empleo con mayor frecuencia, por lo que disfrutan de un aumento salarial m¨¢s r¨¢pido.
En esa lucha por diferenciarse, los hijos intermedios son los m¨¢s inclinados hacia la diplomacia. Como no pueden dominar ni a los peque?os ni a los mayores, entrenan habilidades como la negociaci¨®n y la persuasi¨®n para llegar a acuerdos y formar coaliciones. Evidentemente, la diferencia de edad entre hermanos influye. Si hay un a?o de diferencia, no est¨¢n tan claros los roles, pero si la distancia es superior a los siete a?os, la rivalidad desciende: no existe tanta tensi¨®n en la b¨²squeda por ser diferentes. Todas estas conclusiones se centran en investigaciones de familias tradicionales. En ellas no hay medio hermanos o hermanos pol¨ªticos, que hoy es muy habitual. El an¨¢lisis tampoco presta especial atenci¨®n a los hijos ¨²nicos, donde la variabilidad es alt¨ªsima y poco predecible. Dicho esto, vale la pena pensar qu¨¦ posici¨®n de hermano ocupamos y c¨®mo somos. Lo dice una primog¨¦nita.
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