Trump y el expolio de Palestina
La UE deber¨ªa abandonar la equidistancia y apostar claramente por la f¨®rmula de los dos Estados
Despu¨¦s de una larga espera, el presidente Donald Trump ha hecho p¨²blica su visi¨®n para la paz en Oriente Pr¨®ximo. Una visi¨®n que dista de ser novedosa, puesto que se asemeja bastante a propuestas previas de halcones del Likud como la planteada por Ariel Sharon tras enterrar los Acuerdos de Oslo. El propio Benjam¨ªn Netanyahu no ha tenido ning¨²n inconveniente en reconocer, durante la ceremonia de presentaci¨®n en la Casa Blanca, que ¡°es un gran plan para Israel: Israel nunca ha tenido un amigo mejor en la Casa Blanca¡±. De hecho, el plan de Trump deber¨ªa contemplarse m¨¢s como un entendimiento entre el Partido Republicano estadounidense y el Likud israel¨ª que como un plan de paz propiamente dicho, ya que se ha adoptado al margen de la comunidad internacional y sin consultar siquiera a la parte palestina.
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El nuevo plan estadounidense tiene todos los defectos del denominado proceso de paz y ninguna de sus virtudes, ya que mantiene la l¨®gica de premiar al ocupante y castigar al ocupado. Seg¨²n este proyecto, Israel podr¨ªa anexarse un 30% del territorio palestino ¡ªel valle del Jord¨¢n, el Gran Jerusal¨¦n y los principales bloques de asentamientos donde viven 600.000 colonos¡ª a cambio de ceder algunos territorios des¨¦rticos del Neguev, lo que no aliviar¨¢ la explosiva situaci¨®n demogr¨¢fica de Gaza. El eventual Estado palestino, cuyo nacimiento se condiciona al cumplimiento de una larga lista de demandas, se reducir¨ªa al 15% de la Palestina del Mandato brit¨¢nico y consistir¨ªa en cuatro bantustanes sin continuidad territorial y sin plena soberan¨ªa, ya que Israel controlar¨ªa sus fronteras y sus principales recursos. Peor a¨²n: quedar¨ªa aislado por completo de su entorno ¨¢rabe y, por lo tanto, mantendr¨ªa una absoluta dependencia de Israel. Por ¨²ltimo, la propuesta urge a que los pa¨ªses del entorno naturalicen a los refugiados palestinos y se disuelva la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas que viene prest¨¢ndoles ayuda desde la nakba de 1948.
Desde su concepci¨®n, el proceso de paz iniciado en la Conferencia de Madrid en 1991 se ha caracterizado por su profunda asimetr¨ªa, ya que dio carta blanca a Israel, como parte fuerte, para imponer sus diktats a los palestinos, la parte d¨¦bil, que se vieron obligados a renunciar a buena parte de sus reivindicaciones hist¨®ricas a cambio de la instauraci¨®n, durante un periodo interino, de una autonom¨ªa con poderes limitados. Esta din¨¢mica se mantuvo hasta el colapso del Proceso de Oslo en 2000 y, desde entonces, la comunidad internacional ha sido incapaz de equilibrar la balanza e imponer un acuerdo basado en la f¨®rmula de los dos Estados que convivan en paz y seguridad.
El prop¨®sito de Trump no es tanto implementar su plan como sentar unos nuevos t¨¦rminos de referencia con vistas a cualquier negociaci¨®n futura. Un nuevo marco al margen del derecho internacional que pasa por alto las resoluciones adoptadas por las Naciones Unidas desde 1967 que sentaron el principio de ¡°territorio por paz¡±. Volvemos, por lo tanto, a la casilla de salida en la que los actores internacionales adoptaban decisiones sobre Palestina y los palestinos sin tener en cuenta su opini¨®n, tal y como hizo Gran Breta?a con la Declaraci¨®n Balfour de 1917 o las Naciones Unidas con el Plan de Partici¨®n de 1948. En realidad, los palestinos nunca han dejado de ser considerados m¨¢s que unos parias por buena parte de la comunidad internacional, incluidos sus te¨®ricos aliados ¨¢rabes, salvo durante el breve par¨¦ntesis del Proceso de Oslo que termin¨® de manera abrupta con la Intifada del Aqsa.
El prop¨®sito de Trump no es tanto implementar su plan como sentar unos nuevos t¨¦rminos de referencia de cara a cualquier negociaci¨®n futura
Pronosticar lo que pueda pasar a partir de ahora en Oriente Pr¨®ximo es una misi¨®n, cuanto menos, arriesgada. Lo que s¨ª es seguro es que, como ha ocurrido tantas veces, se volver¨¢ a culpar a los dirigentes palestinos de haber dejado pasar ¡°una oportunidad hist¨®rica¡± y de rechazar ¡°la oferta m¨¢s generosa¡± que Israel pueda ofrecer, ya que, como todos sabemos, ¡°los palestinos nunca dejan pasar la oportunidad de perder una oportunidad¡±. En el pasado reciente, tales acusaciones crearon la coyuntura adecuada para la adopci¨®n de medidas unilaterales como la construcci¨®n del muro de separaci¨®n, la intensificaci¨®n de la colonizaci¨®n y el bloqueo de Gaza o, peor todav¨ªa, para justificar ofensivas militares contra sus territorios. De hecho, Donald Trump advirti¨® que ¡°esta podr¨ªa ser la ¨²ltima oportunidad para los palestinos¡±.
Por lo tanto, el principal riesgo del mencionado plan es que la comunidad internacional acabe por aceptar como v¨¢lidos los nuevos par¨¢metros que pretende imponer Trump como marco de la negociaci¨®n. El principio de ¡°paz por prosperidad¡± no puede, en ning¨²n caso, reemplazar al de ¡°territorio por paz¡± por el que deber¨ªa seguir apost¨¢ndose contra viento y marea si se quiere mantener viva la esperanza de que, alg¨²n d¨ªa, se alcance una paz justa y duradera. La pelota est¨¢, por lo tanto, en el tejado de la Uni¨®n Europea, que deber¨ªa abandonar su c¨®moda equidistancia y pronunciarse con rotundidad no solo a favor de la f¨®rmula de los dos Estados, sino sobre las medidas que prev¨¦ adoptar en caso de que Israel decida sobrepasar todas las l¨ªneas rojas y anexar un tercio del territorio palestino.
Ignacio ?lvarez-Ossorio es profesor de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos en la Universidad Complutense de Madrid.
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