Los rituales can¨ªbales sobrevivieron al mayor cambio cultural de la humanidad
Varios pueblos de Europa manipularon cr¨¢neos con intenci¨®n ritual con t¨¦cnicas similares durante m¨¢s de 15.000 a?os, en los que se pas¨® de la caza y recolecci¨®n a la agricultura y el uso del metal
Durante m¨¢s de 15.000 a?os, en un periodo de profundas transformaciones, varios grupos humanos en Europa utilizaron cr¨¢neos humanos como copas en lo que parecen pr¨¢cticas rituales que inclu¨ªan el canibalismo. El an¨¢lisis de las marcas de corte sobre fragmentos de cr¨¢neo encontrados en Gran Dolina y la Cueva de El Mirador en Atapuerca (Espa?a), en Gough¡¯s Cave (Reino Unido) en Fontbr¨¦goua (Francia) y Herxheim (Alemania) deja ver grandes similitudes en el tratamiento de esos restos humanos en varias regiones de Europa desde hace 20.000 a?os hasta hace 4.000.
¡°Vemos esas pr¨¢cticas en sociedades del Paleol¨ªtico, que viv¨ªan como cazadores recolectores, del Neol¨ªtico [con la introducci¨®n de la agricultura y la ganader¨ªa] e incluso en la Edad de Bronce, cuando ya se utilizaban los metales. Son periodos muy amplios y distintos y vemos una conducta que lo atraviesa todo. Y no sabemos por qu¨¦¡±, reconoce Palmira Saladi¨¦, investigadora del Instituto Catal¨¢n de Paleoecolog¨ªa Humana y Evoluci¨®n Social (IPHES) de Tarragona y coordinadora del estudio que ha analizado estos restos y ha publicado sus resultados en la revista Journal of Archaeological Science.
En nuestra cultura, comerse a otros humanos es un gran tab¨² y se pensaba que esta aversi¨®n a la carne de la propia especie pod¨ªa ser algo frecuente tambi¨¦n en las sociedades primitivas. Los espa?oles tacharon de can¨ªbales a muchos de los pueblos que encontraron cuando llegaron a Am¨¦rica para justificar que pod¨ªan sojuzgarlos, pero los aztecas dec¨ªan cosas parecidas de sus vecinos. Existe, incluso, una explicaci¨®n evolutiva para la mala fama del canibalismo. Daniel Carleton Gajdusek descubri¨® que el kuru, una enfermedad parecida al mal de las vacas locas que afectaba con frecuencia a los fore, un pueblo de Nueva Guinea, estaba relacionado con su costumbre de comer partes de los parientes muertos. Es posible que epidemias de este tipo favoreciesen la supervivencia de grupos que no practicaban el canibalismo, pero el planteamiento es muy especulativo.
Saladi¨¦ comenta que, aunque el canibalismo se ve¨ªa como algo excepcional, la acumulaci¨®n de nuevas pruebas ¡°hace que ahora se considere m¨¢s frecuente¡±. Estas pr¨¢cticas, consideran los autores, son parte de una forma de entender la muerte y suelen asociarse a un intenso componente emotivo. En un comunicado del IPHES, se explica que ¡°algunas sociedades pret¨¦ritas consideraron que los cr¨¢neos humanos pose¨ªan poderes o fuerza de vida, y en ocasiones se recog¨ªan como prueba de superioridad y autoridad en confrontaciones violentas¡±. Saladi¨¦, no obstante, reconoce que las inc¨®gnitas en torno a estos cr¨¢neos copa que aparecen cada vez con m¨¢s frecuencia en los yacimientos europeos siguen siendo muchas.
Lo que s¨ª han podido determinar los autores del trabajo es que existe un patr¨®n espec¨ªfico en las marcas que se encuentran en zonas concretas de los cr¨¢neos. Se trata de estr¨ªas hechas con herramientas de piedra que se realizaron principalmente durante la extracci¨®n del cuero cabelludo y de la carne, de forma meticulosa y de manera reiterada. Ese tipo de manipulaci¨®n intensa se encuentra en todos los yacimientos relativamente recientes donde vivieron Homo sapiens, pero no sucede lo mismo en Gran Dolina, donde los restos pertenecen a Homo antecessor, un antepasado humano que vivi¨® en lo que hoy es la provincia de Burgos hace casi un mill¨®n de a?os. All¨ª, parece que la manipulaci¨®n de los cr¨¢neos solo tuvo como objetivo extraer alimento.
La manipulaci¨®n de cr¨¢neos y el canibalismo no son exclusivos de Europa occidental. Entre algunos pueblos de indios americanos se han identificado pr¨¢cticas parecidas, y comerse el cuerpo de los enemigos es una costumbre que se ha encontrado en sociedades humanas de todo el planeta. La persistencia de los mismos ritos durante milenios, que sobrevivieron incluso a los mayores cambios culturales y tecnol¨®gicos de la historia de la humanidad, muestra la fascinaci¨®n con un acto que tambi¨¦n nos horroriza.
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