El triunfo de la injusticia
La polarizaci¨®n reduce el?espacio del debate. Hay?una ¡°tribalizaci¨®n¡± de?las opiniones
El primer modo de entender la situaci¨®n de EE UU es el que aporta su presidente, Donald Trump, en el discurso del estado de la Uni¨®n. Triunfalista: ¡°La visi¨®n que expondr¨¦ esta tarde demuestra c¨®mo estamos construyendo la sociedad m¨¢s pr¨®spera e inclusiva del mundo¡±. Al d¨ªa siguiente Trump fue absuelto de la propuesta de destituci¨®n (impeachment) presentada por la C¨¢mara de Representantes por abuso de poder y obstrucci¨®n a la investigaci¨®n parlamentaria.
La segunda forma es la de los profesores Emmanuel Saez y Gabriel Zucman en su ¨²ltimo libro El triunfo de la injusticia, publicada hace unas semanas por The New York Times: por primera vez en el ¨²ltimo siglo, las 400 personas m¨¢s ricas de EE UU (el 0,001% de la poblaci¨®n) pagaron en 2018 un tipo efectivo real de impuestos inferior al de la clase trabajadora. Las sucesivas reformas fiscales republicanas (Reagan, Bush y Trump) han logrado que ese tipo pasase del 70% al 50%, y del 50% en la d¨¦cada de los ochenta al 23% actual.
Tales datos concretan el tercer modo de abordar la coyuntura americana, la que refleja Joseph Stiglitz en su Capitalismo progresista (Taurus): lo justo es que quienes tienen mayor capacidad de pago sean los que tributen m¨¢s. Punto. Pero lo que ocurre es que quienes se sit¨²an en la cima de la pir¨¢mide americana pagan una tasa impositiva menor que aquellos con ingresos m¨¢s bajos. La reforma fiscal de Trump, con su aumento de grav¨¢menes a una mayor¨ªa de las capas medias para financiar los recortes impositivos a las corporaciones y a los multimillonarios se ha convertido quiz¨¢ en la peor legislaci¨®n tributaria aplicada hasta ahora (adem¨¢s de aumentar el d¨¦ficit p¨²blico).
Nada de esta realidad emergi¨® en un estado de la Uni¨®n con caracter¨ªsticas de mitin preelectoral, como pocas veces antes en la historia. En ¨¦l se evidenci¨® la ¨¦poca de polarizaci¨®n creciente que se vive; el debate entre la izquierda y la derecha (suponiendo que se pudiese hablar as¨ª en EE UU) est¨¢ deviniendo, v¨ªa Trump, en un ruidoso intercambio de insultos, en el que las declaraciones y los tuits estridentes, muchas veces utilizados de modo gratuito, dejan poco espacio a los cambios de opini¨®n. Lo que hace que la situaci¨®n actual sea particularmente preocupante es que el espacio para el debate parece estar reduci¨¦ndose. Alguien ha hablado de ¡°tribalizaci¨®n¡± de las opiniones, y no s¨®lo de las opiniones pol¨ªticas sino econ¨®micas, sociales, filos¨®ficas, etc¨¦tera.
En el discurso sobre el estado de la Uni¨®n de este a?o, la ruptura del formalismo institucional (Trump no saluda a la presidenta de la C¨¢mara, Nancy Pelosi; ¨¦sta rompe estridentemente en pedazos, delante de todas las televisiones, los folios con el discurso del presidente; varios congresistas dem¨®cratas abandonan el lugar, etc¨¦tera) ha sido m¨¢s referencial que el contenido de las palabras del orador. Ha habido mucho m¨¢s de teatralizaci¨®n y de indignaci¨®n partidista que de mensajes sobre el futuro. En su libro La mente reaccionaria (Capit¨¢n Swing), el historiador de las ideas Corey Robin dice que el presidente americano es un conservador de manual, ¡°dentro de una tradici¨®n derechista que circula desde la respuesta reaccionaria a la Revoluci¨®n Francesa al liberalismo antidemocr¨¢tico de Hayek, del fervor desregulador de ?Reagan al legalismo desp¨®tico de Carl Schmitt, del autoritarismo racista de Nixon al antielitismo de Sarah Palin¡±. En otro libro colectivo titulado El s¨ªndrome Trump (Lengua de Trapo), sus autores interrogan a 16 cient¨ªficos sociales (Wendy Brown, Stiglitz, Adam Tooze, Corey Robin, Nancy Fraser¡) sobre la idiosincrasia del fen¨®meno Trump, y llegan a la siguiente conclusi¨®n: el 8 de noviembre de 2016, EE UU se despert¨® en la UVI. Un multimillonario personaje de serie B de la vida p¨²blica del pa¨ªs, sin experiencia pol¨ªtica ni mayor don aparente que la capacidad de abrirse un hueco en los medios a trav¨¦s del exabrupto y el desvergonzado uso de la demagogia, hab¨ªa ganado las elecciones contra todo pron¨®stico con un mensaje machista, antiinmigraci¨®n, antielitista y marcadamente nacionalista.
En nueve meses puede volver a ganarlas.
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