Una prodigiosa isla
El amor es la verdadera gran emoci¨®n y siempre estamos dispuestos a dejarnos llevar por ella, al ir al cine o al encender el televisor
Tres fuertes emociones nos han sacudido esta semana. La audiencia de los Oscar se desploma. El Mobile en Barcelona se cancela. Y La isla de las tentaciones se despide, por ahora, con una audiencia del 30%, convirti¨¦ndose en el programa m¨¢s visto de Cuatro. Mientras los Oscar se han vuelto una gala predecible y aburrida, el final de La isla es televisi¨®n pura y dura. Donde las c¨¢maras lo desnudan todo.
Hace a?os, cuando escrib¨ªa telenovelas Belisario, un productor, irrumpi¨® en el despacho de los guionistas y espet¨®: ¡°Quiero un final de viernes en cada escena¡±. El final del cap¨ªtulo del viernes ten¨ªa que enganchar al espectador hasta el lunes, por eso era importante. Pero, claro, enganchar en cada escena es ese punto trepidante que hoy en d¨ªa solo posee la telerealidad. Y en La isla de las tentaciones, en ese momento c¨®smico de arena y hoguera, con M¨®nica Naranjo devenida en nueva diosa del fuego cat¨®dico, no pod¨ªas despegarte porque all¨ª estaba ese final de cap¨ªtulo de viernes en cada pareja concursante.
La casi violenta ruptura de Susana con Gonzalo y su llanto desconsolado fue melodrama moderno, la cara oculta del Instagram. Reconozco que solt¨¦ un "?ay!" cuando Rub¨¦n dej¨® sola y abandonada a Estefan¨ªa, que ya se relam¨ªa de gusto imagin¨¢ndose el futuro junto al chulazo. Delante del televisor mi grito de impacto reflej¨® que la televisi¨®n hab¨ªa conseguido ese momento m¨¢gico de emocionar a la audiencia. Desde el primer Gran Hermano no sent¨ªa algo as¨ª y eso que en La isla, todas las parejas eran heterosexuales. No deja de chirriar esta saturaci¨®n heterosexual del programa. Un reputado peluquero de Madrid nos coment¨® que los concursantes de esta primera edici¨®n de La isla hab¨ªan cobrado poqu¨ªsimo. Pero eso es solo el comienzo. Podr¨ªamos debatir sobre las razones del ¨¦xito del show pero una explicaci¨®n podr¨ªa ser que su emisi¨®n coincidi¨® con el nacimiento del nuevo Gobierno y la normalizaci¨®n del curso pol¨ªtico. Con la tensi¨®n pol¨ªtica m¨¢s disuelta, la infidelidad de esos concursantes blancos y j¨®venes se convirti¨® en un entretenimiento necesario.
La emoci¨®n lo mide todo hoy d¨ªa y con facilidad olvidamos lo pasajera que es. Pero impera aunque es lo que lamentablemente falta en los Oscar. Ya ni es apasionante la alfombra roja porque hace falta alguien que haga una locura, que se salga de ese asfixiante molde de perfecci¨®n ritual. Charlize Theron pareciera reiterar el mismo error de Sofia Vergara: ir vestida como si tuviera seis vestidos iguales con los que va repartiendo curvas en las alfombras rojas. Y lo de la capa de Natalie Portman con los nombres bordados de las directoras de cine que no fueron nominadas, qued¨® en rid¨ªculo cuando una aut¨¦ntica activista, Rose Mcgowan, desvel¨® que Portman, a pesar de poseer una potente productora, no contrata a directoras. ?Qu¨¦ boba la Portman! Tiene que aprender de Jane Fonda, que cuando recibi¨® su primer Oscar, por Klute en 1971, investigada y se?alada por su activismo contra la guerra de Vietnam, no dijo ni una palabra acerca de ello en su discurso de recogida y este a?o sali¨® a escena sosteniendo la chaqueta roja con la que ha sido detenida por manifestarse contra el cambio clim¨¢tico. Eso es emocionar en la direcci¨®n correcta, la de la implicaci¨®n personal.
Algunas veces, los actores se dejan llevar por la intensidad y te dan miedo. Es lo que me pas¨® con el discurso de Joaquin Phoenix, a punto de volverse un teleevangelizador de la comida vegana. Una buena representante de actores de este pa¨ªs me dijo que a ella le hab¨ªa fascinado esa intensidad. Yo sigo pensando que tomarse a uno mismo demasiado en serio en p¨²blico, me resulta un ejercicio agotador. Pero es probable que sin ese ingrediente los Oscar pierdan todo encanto.
De repente, mientras retumbaban las preguntas al ministro ?balos sobre la rar¨ªsima e inoportuna visita de Delcys Rodr¨ªguez a Barajas, me top¨¦ con la noticia sobre la aparici¨®n de una carta de Martin Luther King escrita a un amigo expresando que el amor es la gran fuerza universal. Confieso que mi primera emoci¨®n fue pensar que el gran l¨ªder americano tuvo un amor homosexual. S¨ª, lo siento, soy as¨ª. Pero lo que s¨ª es cierto es que el amor es esa gran fuerza, la verdadera gran emoci¨®n y siempre estamos dispuestos a dejarnos llevar por ella, al ir al cine o al encender el televisor.
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