Johnson, sin ministros
El nuevo Ejecutivo brit¨¢nico se compone m¨¢s bien de meras terminales sumisas del capricho de su l¨ªder
El nuevo Gobierno de Boris Johnson estrenado ayer no est¨¢ compuesto por ministros con capacidad de organizar su departamento y con margen de maniobra para matizar sectorialmente la pol¨ªtica general, como suced¨ªa desde tiempo inmemorial. Se compone m¨¢s bien de secretarios de despacho, meras terminales sumisas del capricho del primer ministro o de su asesor ¨¢ureo, el tenebroso Dominic Cummings, un personaje en la sombra, sectario y antieuropeo. As¨ª lo pone de relieve el hecho de que el canciller del Exchequer, Sajid Javid ¡ªque ven¨ªa ocupando esa plaza de ministro de Econom¨ªa y Finanzas¡ª, dimitiese antes de aceptar la condici¨®n impuesta por el primer ministro de meter baza en todos sus nombramientos. El destello de dignidad de Javid sucede despu¨¦s de que la oficina del l¨ªder hubiese despedido a uno de sus altos cargos sin siquiera comunic¨¢rselo previamente.
Ese extremo intervencionismo y la consiguiente sumisi¨®n se convierten pues en las normas del nuevo Gobierno, que han sido expl¨ªcitamente asumidas por su sucesor, el inexperto y ambicioso Rishi Sunak, presto a dejarse humillar a cambio de acceder a la segunda poltrona del Ejecutivo, con control sobre el gasto de todos sus colegas. El dato es tanto peor en cuanto el rol tradicional del canciller abarca en la pr¨¢ctica la funci¨®n de ejercer un cierto contrapunto a la autoridad del jefe de Gobierno.
Este nuevo giro autoritario ser¨¢ un problema para los brit¨¢nicos. Peor tambi¨¦n deja su secuela para la negociaci¨®n pendiente con la Uni¨®n Europea. Dos noticias adicionales incrementar¨¢n la preocupaci¨®n de quienes deban tratar con los modos de ese equipo.
Una es la incapacidad de confirmar si tendr¨¢ el presupuesto elaborado en la fecha prevista (11 de marzo), lo que arroja m¨¢s inquietud sobre su capacidad de trabajo y la (escasa) probabilidad de que haga sus deberes en tiempo ¨²til para el nuevo acuerdo con la UE, a aprobar antes de fin de a?o. La otra es la confirmaci¨®n de un r¨¦gimen de enormes restricciones a la acogida de inmigrantes europeos desde final de a?o: el ¨²nico compromiso reiterado ayer.
A estos malos augurios hay que sumarles los negativos indicios sembrados en las ¨²ltimas semanas. Desde las amenazas a la independencia de la BBC hasta el rechazo de todo ¡°alineamiento din¨¢mico¡± con las normas y est¨¢ndares industriales, laborales y fiscales de la UE. Todo ello incrementa la necesidad de insistir en que Europa debe prepararse para lo peor: tener a pocos kil¨®metros un vecino inc¨®modo, fluctuante y caprichoso. Ojal¨¢ no suceda, pero aprestarse a ello es la mejor contribuci¨®n para evitarlo.
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