Milicianos
Me atrevo a so?ar que alg¨²n d¨ªa puedan rodarse series de tema militar que recreen todo lo aborrecible, inhumano, cruel y socarr¨®n que ha significado el entrometimiento militar en la vida civil de Venezuela
Pronto har¨¢ un a?o que Maduro anunci¨® el prop¨®sito de llevar el pie de fuerza de la milicia a casi dos millones de efectivos. Hace pocos d¨ªas hizo saber, adem¨¢s, que no se trata ya de un cuerpo auxiliar sino de un componente regular de la fuerza armada, junto con el ej¨¦rcito, la aviaci¨®n, la armada y la despreciable guardia nacional.
Durante el fin de semana pasado, Nicol¨¢s Maduro ha movilizado la milicia bolivariana y todos r¨ªen cuando miran los v¨ªdeos de las maniobras filtrados a las redes. La orden de desplegarse para maniobras defensivas en todo el territorio responde a la amenaza proferida por Trump de ¡°aplastar¡± la tiran¨ªa madurista.
Ya se ha convertido en juego de sal¨®n virtual compartir en las redes v¨ªdeos que permiten mofarse de la poca galanura castrense de los milicianos, de su desali?o, de su armamento a menudo vetusto y menos que simb¨®lico, de su habla ingenua y su tan poco marcial gestualidad.
?ltimamente la chercha digital se ensa?a con las milicianas y milicianos ( perdonen esa: el lenguaje inclusivo es all pervading) ya sea por flacuchentos o gordinflones, porque reaccionan a destiempo a la orden de armas al hombro o porque al hablar truecan las erres en eles.
Regocijarse ante las carencias y precariedades de los rehenes de una cartilla de racionamiento tiene mucho de clasista ruindad y es en verdad un triste desquite ante la barbarie militarista venezolana.
Lo s¨¦ bien porque en el pasado, muy facilonamente, yo mismo me he gozado muchas veces en se?alar el abismo funcional y est¨¦tico que hay entre un pelot¨®n de la bembona milicia bolivariana y, digamos, media compa?¨ªa de los Royal Welch Fusiliers brit¨¢nicos en traje de parada.
Ya antes, en el curso de estos veinte a?os de redenci¨®n social que nos ha deparado el chavismo, las burlas se han dirigido a los generalotes del ej¨¦rcito regular. Creo preferible esto ¨²ltimo.
A¨²n se recuerda una parada militar que tuvo lugar la d¨¦cada pasada en la que el comandante de la agrupaci¨®n, un general de blindados, tan obeso, que se qued¨® atascado en la portilla de un tanque AMX30 justo cuando solicitaba a Hugo Ch¨¢vez permiso para dar inicio al desfile. La maniobra de rescate, transmitida por televisi¨®n, dio para una escena de lo m¨¢s Oliver Hardy.
Los tanques de que hablo fueron comprados a Francia en los a?os 70 del siglo pasado y ¡°repotenciados¡± fraudulentamente cada cierto tiempo para generarle abultadas comisiones a generales y mercaderes de armas. Nunca han entrado en combate; fueron hechos para la paz de las cuentas suizas.
La chacota a costa de la milicia chavista me record¨® una pregunta que alguna vez anim¨® una tertulia de sala de redacci¨®n en tiempos de bobinas de papel y linotipia. ?Por qu¨¦ en nuestra Am¨¦rica de habla espa?ola nunca ha prosperado el humorismo militar a la manera angloamericana?
Entiendo aqu¨ª el humorismo militar como asunto digno del cine y la TV de entretenimiento. Los ejemplos angloamericanos recorren un registro que va desde el Beetle Baily de los c¨®mics pasando por la serie La marina de Mchale hasta llegar a M.A.S.H, en el cine.
Una teleserie humor¨ªstica latinoamericana ambientada en uno de nuestros ej¨¦rcitos en cualquier ¨¦poca no deber¨ªa ser impensable. Mario Vargas Llosa allan¨® el camino con Pantale¨®n y las visitadoras: aunque la versi¨®n f¨ªlmica, producida a fines de los 90, no result¨® muy feliz, nada costar¨ªa reincidir para lograr una soberbia, regocijante teleserie antimilitarista, en la tradici¨®n de M.A.S.H.
El relato de lo que el chavismo considera su gesta fundacional ¨C una fracasada intentona golpista, una comedia de errores, una chambonada sangrienta ¨C se presta maravillosamente al g¨¦nero.
En estos d¨ªas, cuando con fundamento o sin ¨¦l, muchos talentos del exilio venezolano se ocupan en pensar la reconstrucci¨®n de Venezuela despu¨¦s de Maduro, me atrevo a so?ar que alg¨²n d¨ªa puedan rodarse series de tema militar que recreen, sin untuoso respeto por la memoria de Bol¨ªvar? indiscutible fundador del militarismo en nuestra regi¨®n?, todo lo aborrecible, inhumano, cruel y socarr¨®n ( por todo ello , desternillante) que ha significado el entrometimiento militar en la vida civil de Venezuela desde la Batalla de Carabobo a nuestros d¨ªas.
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