Gina Rippon: ¡°No tiene sentido preguntarse si un cerebro es femenino o masculino¡±
La profesora de Neuroimagen Cognitiva de la Universidad de Aston hace trizas el t¨¦rmino ¡°neurobasura¡±, que malinterpreta datos cient¨ªficos para demostrar err¨®neamente que hombres y mujeres son diferentes
Gina Rippon (Essex, Reino Unido, 70 a?os) no soporta que le digan que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. ¡°Hombres y mujeres son del planeta Tierra¡±, responde esta profesora de Neuroimagen Cognitiva que ha provocado un terremoto en la comunidad cient¨ªfica con su libro El g¨¦nero y nuestros cerebros, de la editorial Galaxia Gutenberg. Con una mirada inteligente, sonrisa perpetua y tono educado y calmado, Rippon hace trizas la ¡°neurobasura¡± ¡ªel t¨¦rmino acu?ado por ella¡ª que lleva a?os malinterpretando datos cient¨ªficos parciales para demostrar que hombres y mujeres son diferentes. ¡°Ya no tiene sentido preguntarse si un cerebro es femenino o masculino. Si miras toda la informaci¨®n recabada sobre miles de cerebros, la conclusi¨®n es que la mayor¨ªa de datos de ambos g¨¦neros se solapan enormemente¡±, defiende.
Pregunta.??Se sigue investigando el cerebro a partir de un prejuicio?
¡°Hay mujeres que defienden que ellas son m¨¢s emp¨¢ticas que ellos. Pero ser mujer no te garantiza ser m¨¢s emp¨¢tica¡±
Respuesta.?Sigue existiendo ese prejuicio. En mi libro lo denomino ¡°la agenda de la diferencia¡±. As¨ª comenz¨® todo. La diferencia siempre se dio por descontada. Nunca se cuestion¨® si realmente hombre y mujer ten¨ªan cerebros diferentes. Era un apriorismo. Como ten¨ªan posiciones distintas dentro de la sociedad, los cient¨ªficos que comenzaron a investigar el cerebro se dedicaron a demostrar de d¨®nde ven¨ªa esa diferencia. El statu quo no se discut¨ªa. Las mujeres eran seres inferiores y se trataba de hallar el modo de demostrar que sus cerebros tambi¨¦n eran inferiores.
P.?Hasta que se lleg¨® a la ¡°teor¨ªa de la complementariedad¡±, un poco m¨¢s presentable.
R.?Exacto. Un modo de reconfigurar las descripciones extraordinariamente duras que se hab¨ªan hecho durante los siglos XVIII y XIX. Se trataba de describir las maravillosas habilidades que ten¨ªan las mujeres, que les hac¨ªan ser esposas perfectas o madres perfectas. Todav¨ªa encontramos rastros de ese pensamiento en la literatura cient¨ªfica actual. La idea de que las mujeres est¨¢n preparadas para desarrollar ciertas tareas, en contraposici¨®n a los hombres, que tienen habilidades diferentes.
P.?Tambi¨¦n hay mujeres que piensan as¨ª, que presentan esa diferencia como ventaja.
R.?Y ese es uno de los mayores frenos a lo que defiendo en mi libro. Esas mujeres que defienden que ellas son m¨¢s emp¨¢ticas, o que son mejores a la hora de crear v¨ªnculos sociales. E intentan convencer a todas esas empresas ¡°aburridas¡± y ¡°poco femeninas¡± de que necesitan gente con m¨¢s empat¨ªa. ?Pero sabes qu¨¦? Ser mujer no te garantiza necesariamente ser m¨¢s emp¨¢tica.
P.??Y ha llegado a la conclusi¨®n de que quiz¨¢ sea m¨¢s ¨²til defender la igualdad desde la ciencia que desde la pol¨ªtica?
R.?No era mi objetivo inicial. Simplemente, me fascinaba todo lo que aportaban las nuevas t¨¦cnicas de neuroimagen. Pero a la vez me perturbaba comprobar c¨®mo muchos de los nuevos datos eran claramente malinterpretados o expuestos err¨®neamente. Una de las ideas que combat¨ª desde un principio era la de que, como punto de partida ¨²til, hombres y mujeres eran distintos dentro de la sociedad. Si observas, por ejemplo, las patolog¨ªas de esa misma sociedad, como los episodios de depresi¨®n o des¨®rdenes alimentarios en las j¨®venes o el ¨ªndice de suicidio de los j¨®venes, entiendes que los estereotipos universales creados no funcionan igual de bien para todos. Dejas de preguntarte si existe un cerebro masculino y otro femenino, y te centras en averiguar qu¨¦ tipo de impacto tiene la sociedad sobre un cerebro en desarrollo. Porque quiz¨¢ sea esa finalmente la raz¨®n de todas las diferencias que asumimos.
P.?¡°La biolog¨ªa no es el destino¡±, afirma usted. Las experiencias externas influyen m¨¢s en un cerebro que el sexo de su propietario.
R.?Ni?os y ni?as reciben juguetes diferentes, y eso se ha demostrado que tiene una gran influencia. La hemos podido rastrear en el tiempo. Los ni?os que juegan con construcciones como el Lego desarrollan habilidades espaciales que pueden conducirles a estudios de ciencia y hacia profesiones relacionadas con ella. Cuando descubres diferencias de sexo en las habilidades espaciales, lo que debes preguntarte es qu¨¦ tipo de formaci¨®n han tenido en ese campo las personas que est¨¢s observando. Si te centras en eso, descubres que las diferencias de sexo desaparecen. Nuestras experiencias tienen g¨¦nero. Creo, por ejemplo, que la industria de los juguetes en el siglo XXI est¨¢ mucho m¨¢s marcada por el g¨¦nero de lo que lo estaba antes.
P.?Y junto a la experiencia, la actitud. La del propio ni?o y la de los que le rodean.
R.?Porque el cerebro es permeable y maleable. La actitud es muy importante, y construye cimientos muy poderosos. Si tratas a ni?os y ni?as de manera distinta desde el principio, el resultado es obvio. Yo defino a los ni?os como ¡°fant¨¢sticos detectives de g¨¦nero¡±. Se preguntan a s¨ª mismos qu¨¦ se supone que deben hacer si son un ni?o o una ni?a. Y se esfuerzan por pertenecer al grupo en el que se les ha adscrito. Si las ni?as deben ser ordenadas y prudentes, y los ni?os m¨¢s brutos y valientes, har¨¢n lo posible por encajar en esa descripci¨®n.
P.?Habla usted del ¡°sesgo inconsciente¡±, que existe a¨²n en personas que se ven a s¨ª mismas como ecu¨¢nimes. ?Y si lo que hace que alguien se ponga a la defensiva fuera un enfrentamiento agresivo, una perceci¨®n de que en el fondo hay una lucha por el poder?
R.?Hay una gran frase, que no recuerdo ahora qui¨¦n la pronunci¨®, que dice que si siempre has vivido una vida de privilegios, la igualdad puede parecerte opresiva. Si perteneces al grupo al que siempre le han ido bien las cosas, que siempre ha ascendido, es dif¨ªcil comenzar a entender que vas a tener que renunciar a algo de eso. Entiendo que la idea [de la igualdad] incomode a muchos y haga el debate agresivo, pero no tiene por qu¨¦ ser necesariamente una lucha de poder. Hay otro modo de verlo. Puedes aspirar a una plantilla de empleados m¨¢s diversa, con mayores niveles de atenci¨®n, con mejores resultados y m¨¢s ¨¦xito. A la larga, es beneficioso para todo el mundo.
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