Camuflar la censura
Las conferencias ma?aneras del Gobierno de L¨®pez Obrador, antes de ser una herramienta de comunicaci¨®n, son una herramienta de editorializaci¨®n
Uno de los mayores ¨¦xitos del Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador en el entonces Distrito Federal, sin lugar a duda, fue la estrategia de comunicaci¨®n que lo llev¨® a implementar aquello que se conocer¨ªa como "las ma?aneras".
Cuando AMLO empez¨® con esas conferencias diarias, que solo guardaban silencio durante los fines de semana, las condiciones pol¨ªticas y la realidad nacional de nuestro pa¨ªs eran completamente distintas. Entonces parec¨ªa imposible que M¨¦xico fuera a ser gobernado por un partido y un pol¨ªtico ajeno al pacto de las ¨¦lites que solo aparentaban jugar a la democracia: el desaseo del desafuero basta para afirmar y probar esto.
En los ¨²ltimos 15 a?os, sin embargo, las condiciones pol¨ªticas y la realidad nacional se transformaron, en el mejor de los casos, de tal modo que hoy L¨®pez Obrador y su proyecto pol¨ªtico est¨¢n en el poder. S¨ª, tambi¨¦n podr¨ªamos pensar que, por lo que vemos en el Gabinete y, sobre todo, en las oficinas de Palacio Nacional y en los organismos descentralizados, el actual ocupante de la presidencia aprovech¨® todo este tiempo para llevar a cabo los pactos que fueran necesarios para ser aceptado en ese juego que hab¨ªan estado jugando solo sus opositores.
Pero mejor qued¨¦monos con la tesis de que M¨¦xico cambi¨® y de que L¨®pez Obrador lleg¨® al poder sin comprometer su proyecto pol¨ªtico. Es eso o asumir que la transici¨®n a la democracia, que tanto se nos hab¨ªa prometido y que por fin parec¨ªa haber llegado, sigue siendo una promesa incumplida. Insisto: mejor qued¨¦monos con la idea de que M¨¦xico es otro y de que otras son sus circunstancias. Los medios de comunicaci¨®n, asumamos entonces, no son lo que eran. Es decir, ya no son una mera herramienta del poder presidencial ni son tampoco el enemigo jurado del opositor ¡ªmenos a¨²n en tanto que ese opositor est¨¢ en el poder¡ª. En este sentido, parece absurdo y mal¨¦volamente conveniente recurrir al argumento que le dio sentido a las ma?aneras en el a?o 2000, para defender las ma?aneras del a?o 2020: "Solo yo informo lo que hago, porque los medios, todos, son mis enemigos".
Pareciera que este ¨²ltimo argumento, en realidad, antes que un problema para el actual presidente de nuestro pa¨ªs, fuera un pretexto. Un pretexto para estar en todas las pantallas, en todos los o¨ªdos de los radioescuchas y en todos los titulares. A todas horas. Todo el tiempo. Algo, por otro lado, a lo que solo han aspirado, si revisamos la historia, los reg¨ªmenes totalitarios. No niego, obviamente, que muchos de los peri¨®dicos, canales de televisi¨®n y estaciones de radio que, durante d¨¦cadas, cumplieron el nauseabundo y oprobioso papel de porristas de un r¨¦gimen corrupto, asesino e inmoral, extra?en hoy sus mejores d¨ªas y sigan siendo brazo armado ¡ªcon im¨¢genes y palabras falsas¡ª de quienes buscan torpedear el proyecto del presidente de M¨¦xico. Pero no podemos negar tampoco que esos medios estaban aqu¨ª cuando dicho proyecto lleg¨® al poder. Ni, mucho menos, que en los ¨²ltimos 15 a?os hemos asistido a una renovaci¨®n que ha permitido la creaci¨®n de medios distintos de aquellos que serv¨ªan al antiguo r¨¦gimen, una renovaci¨®n que incluye, adem¨¢s, a Internet, con todo lo que implica en tanto comunicaci¨®n digital y redes sociales. Se trata de medios que informan de manera imparcial y que hacen, todos los d¨ªas y a todas horas, su trabajo. No: no todos los medios de comunicaci¨®n son enemigos del presidente. Y, por esto, ¨¦l, L¨®pez Obrador, no es el ¨²nico que informa sobre aquello que hace. Las conferencias ma?aneras de su actual Gobierno, en este sentido, antes que ser una herramienta de comunicaci¨®n, son una herramienta de editorializaci¨®n.
Informar lo que se hace, cuando nadie m¨¢s lo hace, es, como menos, justo. Decidir, en cambio, qu¨¦ de entre todo aquello que hacemos ¡ªpeor a¨²n: de entre todo aquello que deber¨ªamos estar haciendo, porque se nos vot¨® para eso, es decir, para hacer, no para decir qu¨¦ se har¨¢ cuando dejemos de hablar de aquello que alguna vez se hizo mal o no se hizo¡ª debe ser informado, es editorializar. Y editorializar es algo que est¨¢, que deber¨ªa estar siempre m¨¢s all¨¢ de lo que toca a un gobierno, en un sistema realmente democr¨¢tico. Sobre todo en uno en el que las funciones de las partes est¨¢n claras. La noticia no decide el lugar que merece, este le debe ser otorgado por la gente. Lo contrario ser¨ªa como decir que una ficci¨®n no depende de quien la crea ni de quien la recrea, es decir, que no depende de quien la cuenta ni de quien la lee, sino de quien la vende. Y de venta de noticias y ficciones ya tuvimos muchos, much¨ªsimos a?os. Ahora bien, editorializar desde el poder trae otros dos problemas, igual o a¨²n m¨¢s graves que aquellos que he se?alado. El primero es que termina confundiendo al gobernante, es decir, que, perdido en su necesidad de imponer su propio bar¨®metro de las cosas importantes, quien detenta el poder pierde de vista las prioridades. Porque no son las mismas prioridades las de aquel que detenta el poder, que las de aquel que lo narra. Y pareciera que al actual Gobierno est¨¢ m¨¢s preocupado por aquello que puede ser comunicado con serpentinas y fanfarrias, que por aquello que no puede serlo y que, normalmente, constituye los cimientos sobre los cuales se construye un buen gobierno.
Hacer conferencias para informar sobre aquello que se hace al gobernar, no es lo mismo que gobernar para hacer conferencias que permitan controlar la informaci¨®n. Y esto me lleva al segundo problema que acaba por ser igual o a¨²n m¨¢s grave que los que he descrito. Y es que, una vez que el gobernante se ha extraviado, una vez que ha impuesto su propio bar¨®metro y una vez que se asume con el control de la informaci¨®n, es muy f¨¢cil empezar a censurar. Porque una vez que se decide cu¨¢les noticias importan, es muy f¨¢cil decidir tambi¨¦n cuales noticias no importan. O creer que uno puede decidirlo. Obviamente, no hablo de prohibir ¡ªaunque no debemos olvidar que en nuestro pa¨ªs los periodistas son asesinados impunemente, sin que nadie parezca tener ganas de implementar pol¨ªtica alguna en su defensa... Vaya, que los periodistas ni siquiera alcanzan su propio dec¨¢logo de promesas para los reyes magos¡ª. No, no hablo de prohibir. Hablo de invisivilizar, acallar y esconder. Es decir, de censurar a trav¨¦s del camuflaje.
Eso... Eso que ustedes dicen... Eso de lo que creen que deber¨ªamos estar hablando todos... Es algo que ni veo ni escucho. As¨ª de claro y as¨ª de desesperanzador. Camuflar la censura, visti¨¦ndola de honestidad ¡ªla honestidad de aquel que ha enfrentado a todos los medios que no son ¨¦l¡ª o de franqueza ¡ªla de aquel que habla de frente, a diferencia de todos los dem¨¢s¡ª es algo que est¨¢ muy lejos del esp¨ªritu de las ma?aneras del a?o 2000, que est¨¢ a¨²n m¨¢s lejos del l¨ªder que mucho antes de llegar a presidente se enfrent¨® a la censura de su propia voz y que est¨¢ todav¨ªa m¨¢s lejos del proyecto pol¨ªtico por el que tantos mexicanos votamos en julio de 2018.
Aunque quiz¨¢ sea yo quien est¨¢ equivocado. Quiz¨¢ M¨¦xico no cambi¨® en estos ¨²ltimos quince a?os, m¨¢s que en apariencia. Quiz¨¢, pues, el presidente de M¨¦xico s¨ª comprometi¨® su proyecto pol¨ªtico, para poder llegar al lugar en el que est¨¢. Y por eso las ma?aneras 2.0 son, ante todo ¡ªpor no decir ¨²nicamente¡ª, un mero reacomodo de las ¨¦lites, antes que un ejercicio democr¨¢tico.
De ser as¨ª, seguiremos esperando la transici¨®n a la democracia. Y es que un gobierno democr¨¢tico no puede, mientras ataca a los profesionales de la informaci¨®n que no comparten su mesa, pretender convertirse en el altavoz que grita m¨¢s fuerte.
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